El estanque m¨¢s hipn¨®tico de Par¨ªs
Paseo por el jard¨ªn de las Tuller¨ªas y el Museo de la Orangerie, que aloja los nen¨²fares del genio impresionista Claude Monet. Un recorrido sensual por unos paneles de admirable cromatismo
Par¨ªs tiene jardines admirables, pero el de las Tuller¨ªas, adem¨¢s de ser el m¨¢s grande y antiguo de la ciudad, encierra un aliciente suplementario: la colecci¨®n de los nen¨²fares de Claude Monet. Unos paneles que muestran los coloristas paisajes del jard¨ªn de Giverny que ide¨® como paisajista y luego plasm¨® como pintor. Compensa acabar o arrancar el recorrido por el parque con una visita a esta deslumbrante obra del maestro impresionista franc¨¦s.
La serie, que Monet ofreci¨® a Francia tras el armisticio de la Primera Guerra Mundial, en 1918, se encuentra en el Museo de la Orangerie, un maravilloso palacete, renovado hace s¨®lo dos a?os, situado en un barrio amplio y luminoso trufado de alicientes arquitect¨®nicos.
El jard¨ªn de las Tuller¨ªas se encuentra cerca del Museo del Louvre, la elegante calle de Rivoli, la plaza de la Concordia -de una belleza misteriosa- y el r¨ªo Sena. Ser¨ªa un crimen marcharse de la capital francesa sin admirar este paisaje de ensue?o, aunque la visita se haga a paso militar.
La primera piedra de este hermoso lugar se coloc¨® en 1519 sobre un vasto terreno ocupado desde el siglo XII por f¨¢bricas de tejas (tuiles, en franc¨¦s; t¨¦rmino de donde deriva tuileries, tuller¨ªas) y huertas de calabacines. Se trata de una vasta planicie poblada de setos, frondas talladas (1.368 ¨¢rboles, 125.000 plantas, dos fuentes y 18 estatuas de gran escultor Maillol, iniciativa de Malraux en 1965), balaustradas, pilares, balcones curvados, pasillos y rampas sim¨¦tricas. Un decorado que har¨¢ las delicias de los amantes del paisajismo franc¨¦s.
Jorge Luis Borges afirm¨®: "El lujo es el comentario visible de una felicidad"; una definici¨®n que se adapta como un guante al Museo de la Orangerie, donde se encuentran los adorados nen¨²fares (nymph¨¦as) que Monet reflej¨® en numerosas de sus obras. Al visitante le sobrecoge un placer contradictorio, bruto, como cierta melancol¨ªa exuberante, nada m¨¢s pisar la primera sala. All¨ª se alzan las nymph¨¦as. La cercan¨ªa inmediata y compleja entre mirada y naturaleza -como si el arte fuese ¨²nico testigo privilegiado de ese encuentro y confiara al espectador su secreto- se hace palpable. Estos paneles inmensos, de colores intensos y suaves como la lluvia o el viento, recuerdan las palabras de Francisco de Quevedo, "las selvas hizo navegar", algo que Monet parece haber conseguido con esta pieza. Sorprende c¨®mo estas pinturas convierten un paisaje natural ind¨®mito en una decoraci¨®n de interiores. En las dos salas donde est¨¢n desplegadas las obras hay muchas banquetas (uno dir¨ªa que para evitar el v¨¦rtigo), siempre llenas de admiradores m¨¢s o menos alucinados. Muchos parecen estudiar el sorprendente efecto visual.
Claude Monet (Par¨ªs, 1840-Giverny, 1926) trabaj¨® durante 12 a?os en el proyecto. "Sin soluci¨®n de continuidad", apunta un especialista. La fluidez de los tonos, compactos, eso s¨ª, gracias a las sucesivas amalgamas que alternan claroscuros, y el l¨ªmpido motivo, m¨¢s la aparente indistinci¨®n formal de cualquier objeto reconocible, ofrecen una libertad absoluta al ojo, que puede orientarse hacia cualquier perspectiva a su capricho sin perder nunca de vista la unidad de la obra.
Los ocho paneles decorativos que conforman esta serie evocan el paso del tiempo: el pintor amante de la jardiner¨ªa logr¨® captar el cambio de colores del estanque desde la aurora hasta el crep¨²sculo. Impresiones inspiradas en la magia salvaje y sensual del jard¨ªn de la mansi¨®n que Monet proyect¨® para s¨ª mismo en Giverny, en Normand¨ªa, a orillas del r¨ªo Epte. Un territorio m¨ªtico donde se instal¨® en 1883, y donde muri¨® en 1922. Las salas est¨¢n iluminadas, como siempre quiso Monet, por la luz natural. Todo gracias a una vidriera en forma de c¨²pula donde se han colocado m¨®dulos que regulan la intensidad de la luz que se filtra desde el exterior.
Algas y llamas
Los nen¨²fares se convirtieron en un cl¨¢sico para los visitantes desde la misma inauguraci¨®n del museo en 1918. Los efectos del estanque var¨ªan incesantemente y producen distintas impresiones en el espectador: a veces parece una extensi¨®n mar¨ªtima, otras, celeste; otras, c¨®smica. En ocasiones, el visitante cree ver destellos, otras algas, otras llamas, y a veces incluso piedras o estrellas. Pero al final, uno siempre se conmueve. Uno se conmueve por una impresi¨®n de movimiento indefinible, la proximidad de ese momento extra?o y maravilloso -aunque dure poco su sosiego- en que "las cosas ya recibieron su valoraci¨®n y el bien y el mal fueron repartidos entre ellas".
Uno va y viene de un panel a otro envuelto, tal como describi¨® el propio Monet, en "una ilusi¨®n de un todo sin fin, de una onda sin horizonte ni orillas". Su an¨¢lisis se revela justo. El espectador, abrumado, no es capaz de identificar los l¨ªmites y recurre como un consuelo al bello soneto de G¨®ngora: "Suspiros tristes, l¨¢grimas cansadas / que lanzan el coraz¨®n, los ojos llueven, / los troncos ba?an y las ramas mueven / de estas plantas, a Alcides consagradas".
Completamente renovado en 2006, el museo re¨²ne las condiciones ideales para que expertos y curiosos disfruten del espect¨¢culo. La Orangerie permite comprender mejor la originalidad y la identidad de un gran conjunto pict¨®rico del arte franc¨¦s. La sorpresa es bienvenida. Bajo los paneles suntuosos de Monet, el edificio alberga asimismo las nuevas salas de exposici¨®n de la colecci¨®n Jean Walter y Paul Guillaume, piezas fundamentales del arte franc¨¦s de finales del siglo XIX y principios del XX. All¨ª contemplamos algunas maravillas. Desde Auguste Renoir hasta Pablo Picasso o Chaim Soutine, pasando por Henri Matisse o Henri Rousseau. No se pierdan La maison de Berlioz, de Maurice Utrillo, ni El aprendiz, de Amadeo Modigliani. En total son 114 cuadros, repartidos en 500 metros cuadrados.
Los aficionados al color, el paisaje y el arte disfrutar¨¢n de una ma?ana ideal paseando por el jard¨ªn de las Tuller¨ªas, admirando cuadros impresionistas y haciendo un alto en las terrazas y restaurantes de la zona.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Prefijo telef¨®nico: 0033.
? Turismo de Par¨ªs (www.parisinfo.com; 892 68 30 00).
? Maison de la France en Espa?a (www.franceguide.com; 915 41 24 12).
Visitas
? Museo de la Orangerie (144 77 80 07; www.musee-orangerie.fr). Jard¨ªn de las Tuller¨ªas. Todos los d¨ªas, salvo los martes, de 9.00 a 18.00. Entrada, 7,50 euros.
C¨®mo ir
? Vueling (www.vueling.com), Ryanair (www.ryanair.com), Clickair (www.clickair.es) y Air Berlin (www.airberlin.com) ofrecen vuelos de bajo coste a diferentes aeropuertos de Par¨ªs. Por ejemplo, Easyjet (www.easyjet.com; 902 29 99 92) vuela desde Madrid a partir de 26,99 euros, tasas incluidas.
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