"Es vital saber ser diferente
Uno llega al ultralujo exclusivo del hotel La Mirande de Avi?¨®n pensando que quiz¨¢, quiz¨¢, el rey Midas del dise?o mundial lo tenga todo dicho a trav¨¦s de su cat¨¢logo inacabable de objetos, envoltorios y edificios, y que a lo peor su discurso dial¨¦ctico de cara a una entrevista se asemeje al del enanito mudo de Blancanieves. Y de repente irrumpe en el sal¨®n Philippe Starck (Par¨ªs, 1949), da la mano sin mirar, se sienta, pide agua mineral y da rienda suelta a una diarrea verbal digna de Dem¨®stenes, no s¨®lo por su cantidad, tambi¨¦n por su intenci¨®n, que va destilando en suculentas cargas de profundidad contra la excesiva chuler¨ªa de nuestra era y contra los memos profesionales que siguen creyendo en la exclusividad de su magisterio.
L¨²cido, veloz, culto, locuaz e indisimuladamente pagado de s¨ª mismo, Starck no tiene freno y lo mismo te habla de un rascacielos en Osaka que de un barco a energ¨ªa solar, de La Alh¨®ndiga de Bilbao (un espacio protegido de 43.000 metros cuadrados que rehabilita actualmente para reconvertir en centro cultural) que de conceptos como "humanismo ecologista" o "ecolog¨ªa democr¨¢tica", acu?ados por ¨¦l mismo y que trata de incorporar a su trabajo. El tipo que en 1981 redise?¨® los apartamentos privados de Mitterrand en el palacio del El¨ªseo para escarnio de quienes idolatraban el rigor gaullista y pompidoliano, el mago de Oz que redise?a y redecora las tiendas, las discotecas, los hoteles y los clubes m¨¢s in del mundo, el inventor del "estilo emocional" y del exprimidor de limones con forma de hombre-ara?a (para la firma Alessi), asegura que vive "como un monje", que lee 12 libros a la vez y que la ¨²nica evoluci¨®n de sus dise?os es "hacia una mayor honestidad". Y no para un segundo porque, avisa, "el mundo se acaba, s¨®lo le quedan 4.000 millones de a?os de vida y no podemos perder el tiempo".
Estamos en mitad de una crisis econ¨®mica que tiene acogotado al personal, pero no est¨¢ claro que a usted le afecte mucho: no para de trabajar por todo el mundo. Bueno, digamos que represento un esp¨¦cimen bastante interesante de lo que pudiera llamarse "c¨®mo extraer un beneficio econ¨®mico de la creatividad cultural multiforme". Soy una especie de poeta moderno. Pero mi vida es complicada: cuando estoy en B¨¦lgica soy productor de alimentos biol¨®gicos; cuando estoy en Holanda, arquitecto naval; cuando estoy en Inglaterra soy dise?ador y propietario de p¨¢ginas de Internet, arquitecto, director art¨ªstico y dise?ador de cohetes; en Alemania hago dise?o industrial; en Suiza soy dise?ador de aviones; en Italia, ecologista y dise?ador de muebles; cuando estoy en Francia soy director art¨ªstico de varias cosas, decorador y dise?ador de l¨¢mparas, motocicletas o gafas; en Espa?a soy arquitecto de museos y productor de aceite de oliva... Y todo eso es muy interesante, porque me hace pensar que, en t¨¦rminos de creatividad y de su inserci¨®n industrial, Europa no es una teor¨ªa, sino un hecho consumado.
?Es usted un euromilitante convencido? No, soy un euromilitante fan¨¢tico. Yo ya no trabajo a escala francesa, ese concepto ya no existe para m¨ª; s¨®lo hay dos escalas de trabajo: la europea y la mundial. Ya no somos lo que ¨¦ramos hace 20 a?os, o sea, nichos locales de creaci¨®n. Hoy somos realidades industriales.
Lo menos que puede decirse es que se le nota bastante orgulloso de su trabajo... Hace diez a?os, con motivo de mi gran exposici¨®n en el Centro Pompidou, alguien sac¨® la cuenta -no s¨¦ c¨®mo, la verdad- y concluy¨® que mi trabajo hac¨ªa vivir a 300.000 personas. Y s¨ª, me sent¨ª muy orgulloso. Si eso es verdad, f¨ªjese usted: lograr que 300.000 personas se ganen la vida, armado solamente con un cerebro bastante enfermo como el m¨ªo, un l¨¢piz y un cuaderno, es bastante motivante. Y todo el mundo puede hacerlo, quiero decir que no necesitamos grandes medios, ni grandes escuelas, yo mismo soy totalmente autodidacto, nunca me he sacado un t¨ªtulo de nada, lo ¨²nico que hay que hacer es trabajar duro con la cabeza y atreverse a hacer cosas.
Un triunfador como Starck, ?tiene alguna receta m¨¢gica para sobrevivir en tiempos de crisis... alg¨²n consejo que dar? Bueno, toda esa dimensi¨®n econ¨®mica de la creatividad de la que hablaba antes tiene todav¨ªa much¨ªsima m¨¢s importancia en tiempos de crisis. Y ah¨ª existe algo que es vital, y que yo llamo "la posesi¨®n de la diferencia". Para cualquier empresa, saber ser diferente de los dem¨¢s es vital... pero en tiempos de crisis eso se convierte en un bien extraordinario. Todo se trastoca en un sistema binario de vida o de muerte, en la medida en que los primeros que morir¨¢n econ¨®micamente ser¨¢n aquellos que no tengan nada de particular que ofrecer y s¨®lo basen su estrategia en la bajada de precios. En cambio, los que sepan ser diferentes -y, mucho mejor, ¨²nicos- estar¨¢n protegidos de todo contratiempo.
Usted se sit¨²a entre estos ¨²ltimos, claro est¨¢... Es que yo he hecho algo que exige decisiones radicales, que es escapar de lo confortable, de lo ya conseguido, y quiz¨¢ por eso se me exhibe hoy un poco como si fuera un animal de circo que simboliza el ¨¦xito gracias a una creatividad absolutamente libre. Porque hago lo que quiero. Bueno, m¨¢s bien lo que puedo. Y he preferido, antes que seguir inmerso en lo que podr¨ªamos llamar "un dise?o a la moda", consistente en producir un objeto bello cada a?o, lanzarme a retos mucho m¨¢s conectados con las prioridades que yo he elegido... que son las ecol¨®gicas. Yo apuesto por una especie de humanismo ecologista, y ya me he olvidado, por ejemplo, de la vieja batalla del "dise?o democr¨¢tico", porque considero que es una batalla ganada hace 30 a?os.
No fue una victoria f¨¢cil... ?Claro que no! ?Antes, a nadie le gustaba eso del dise?o! Bueno, la verdad es que a m¨ª tampoco me interesan los dise?adores.
Entonces, seg¨²n usted, el camino a seguir ahora es... Ahora mismo, nuestra orientaci¨®n se dirige hacia lo que llamamos "la ecolog¨ªa democr¨¢tica", es decir, dar a la sociedad creaciones de alta tecnolog¨ªa a precios asequibles, f¨¢cilmente encontrables y f¨¢cilmente utilizables, con el fin de producir energ¨ªa bajo diferentes formas.
Si es verdad todo lo que cuenta, parece usted un modelo para todos aquellos que tienden, en tiempos dif¨ªciles, a dejarse arrastrar por el lamento, la queja, la melancol¨ªa... ?Es que no podemos quedarnos quietos! Mire, por desgracia recib¨ª una educaci¨®n demasiado buena como para permitirme el lujo de ser un oportunista, pero creo que cada crisis es como una guerra y ofrece nuevas oportunidades econ¨®micas, est¨¦ticas nuevas, nuevas necesidades... y nada de eso puede dejarse escapar. Todas las grandes innovaciones tecnol¨®gicas surgen, por desgracia, como consecuencia de las guerras. Las nuevas tecnolog¨ªas, por fortuna, nos van a permitir acelerar el abandono de la gasolina, del petr¨®leo y, por qu¨¦ no decirlo, de la sacralizaci¨®n divina del autom¨®vil. Muchas cosas van a cambiar. Y las crisis son positivas para eso. Los retos y las dificultades conforman la verdadera belleza del hombre. Si no hay dificultades, nos ablandamos.
Siguiendo por ese camino de "utilizar la crisis en beneficio propio", ?puede una situaci¨®n como la actual llegar a servir de inspiraci¨®n para la creaci¨®n? Claro que s¨ª, est¨¢ claro, es una oportunidad formidable. Devanarse los sesos para alcanzar, por ejemplo, nuevas formas de crear energ¨ªa es algo extraordinario. Hace poco pas¨¦ varias semanas de aut¨¦ntica felicidad profesional dando vueltas a mi cabeza buscando nuevas ideas de cara a la creaci¨®n de nuevas superficies fotovoltaicas, nuevas v¨ªas de energ¨ªa solar que poder adaptar a nuevos edificios. Ahora mismo estoy obsesionado con poder hacer funcionar barcos enteros con energ¨ªa solar... ?es formidable!, ?no? Y lo repito: las ideas nuevas traen est¨¦ticas nuevas.
?Es la realidad del d¨ªa a d¨ªa lo que m¨¢s le inspira? Claro, pero a condici¨®n de que pongamos esa realidad en relaci¨®n con la gran imagen de la mutaci¨®n, la mutaci¨®n de nuestra especie, de toda una civilizaci¨®n. Ni un solo producto merece existir si no se inscribe en ese largo y lento trabajo de nuestra evoluci¨®n. Hoy d¨ªa hemos de trabajar, por ejemplo, en la invisibilidad que puede llevar a la desmaterializaci¨®n, o en la posibilidad de crear productos que tengan cada vez m¨¢s capacidad de inteligencia, pero menos volumen y menos peso, y en cosas as¨ª. ?C¨®mo ser pesimistas con un campo as¨ª por delante?
?No le da a usted la sensaci¨®n de que el g¨¦nero humano act¨²a por defecto como si pensara siempre que es el ¨²ltimo y definitivo eslab¨®n de esa gran mutaci¨®n universal? Claro que s¨ª, y ¨¦se ha sido el mayor factor de inmovilismo en nuestras sociedades. El desconocimiento de lo ocurrido, la falta de memoria... son cosas especialmente idiotas cuando uno piensa que esa historia es muy f¨¢cil de leer: una historia lineal, con principio y fin. Una historia de 8.000 millones de a?os que empez¨® hace 4.000 millones de a?os en forma de bacteria, de pez, de rana, de mono... y que ahora est¨¢ justo en su mitad. Bueno, pues aquella bacteria no ten¨ªa ni idea de lo que ¨ªbamos a ser, ni nosotros tenemos idea de lo que seremos en el futuro, antes de que, dentro de 4.000 millones de a?os, la implosi¨®n del Sol provoque la explosi¨®n de este mundo. No somos m¨¢s que mutantes. Y ah¨ª radica nuestra belleza. Y ah¨ª est¨¢ la diferencia entre nosotros y una vaca: que nosotros somos la ¨²nica especie animal que ha decidido, por fantas¨ªa, asumir el control de la direcci¨®n, de la velocidad y de la calidad de nuestra curva de mutaci¨®n. Eso es extraordinario, pero implica tener claro que no somos lo definitivo, sino una mera transici¨®n. Hace cinco minutos usted y yo ¨¦ramos otros...
... Ya, pero ya lo ha dicho usted: la memoria es corta. La memoria es incre¨ªblemente fr¨¢gil, pero es que adem¨¢s no existe ninguna voluntad de investigar, de mirar m¨¢s all¨¢. Mire, lo que m¨¢s me aterroriza de la sociedad actual es el corto plazo, ver c¨®mo la gente se desplaza dentro de su propio segmento olvidando por completo de d¨®nde viene y sin tener ni la m¨¢s remota idea de ad¨®nde va.
A lo peor ocurre que nos hemos quedado sin metas, sin planes o sin ideales... Evidentemente, una sociedad que no tiene ning¨²n gu¨ªa, ni ning¨²n gui¨®n, ni ninguna utop¨ªa, va mal encaminada. Porque eso est¨¢ claro: vivimos en una era profundamente moderna... pero nunca hemos sido menos ut¨®picos. Nunca la humanidad ha tenido menos proyecto de sociedad que hoy. No hay nada por delante. Hasta hace poco hubo al menos la utop¨ªa del socialismo, la del comunismo, la del capitalismo y otras. Hoy no hay nada. El socialismo se ha formalizado del todo. El comunismo era una idea maravillosa, pero cay¨® por culpa de la mala calidad del primer prototipo, lo que es extremadamente idiota, porque si yo tirase la toalla cada vez que me sale mal el primer prototipo de una creaci¨®n, estar¨ªa apa?ado, no har¨ªa nunca nada. Mire, ten¨ªamos un proyecto de reparto universal de la riqueza, algo que era absolutamente esencial. Bueno, pues como sali¨® mal el primer ensayo, hubo quien dijo: "Es el proyecto el que falla". ?Pues no se?or!
Tropezar para seguir andando... Evidentemente. Yo hago cinco o seis prototipos de cada objeto. Habr¨ªa sido del todo l¨®gico que hubi¨¦semos ensayado cinco o seis prototipos de comunismo. Y precisamente yo creo que una de las urgencias de ahora mismo es la puesta en marcha de un gran partido, o de un gran movimiento popular basado en la idea del reparto. Es estrictamente necesario repensar el reparto mundial, no s¨¦ bien c¨®mo, no me dedico a esto, pero hay que hacerlo. Por supuesto, eso da miedo y hace temblar a casi todo el mundo, pero es porque nadie se ha tomado el tiempo de pensar a fondo en estas cuestiones. ?No se trata de quitar a los ricos para d¨¢rselo a los pobres! Es otra cosa. No s¨¦ cu¨¢l, pero otra. Y desde luego, como no haya en un futuro cercano una organizaci¨®n mundial del reparto, vamos directamente hacia un conflicto civil a escala mundial.
Algo de eso est¨¢ ocurriendo ya con las revueltas provocadas por las hambrunas de ?frica. S¨ª, eso es un prototipo de lo que puede llegar, aunque creo que esas hambrunas han sido creadas a prop¨®sito por grandes compa?¨ªas estadounidenses con el fin de favorecer a algunas ONG. Pero s¨ª, el caso es que esa gente no tiene casi nada que comer. Y queda muy poco tiempo para que no tenga nada de nada. Y entonces, cuando lleven el cad¨¢ver de su ni?o en brazos, sacar¨¢n el machete y exigir¨¢n comer. Es fundamental adelantarse al problema y buscar soluciones. Pero creo que no, creo que vamos derechitos a estamparnos contra la pared.
Teniendo en cuenta que la historia no deja demasiado resquicio al optimismo, ?qu¨¦ opina de...? ?Ah, no, no, cuidado, no hay que confundir las cosas! La historia es globalmente optimista, y no hay que dejarse llevar por el pesimismo. Una vez m¨¢s, hay que contemplar las cosas con perspectiva y a gran escala: se vive mucho mejor hoy que antes. Tenemos Seguridad Social, hospitales, adelantos... todo va bien. Lo que pasa es que el mundo no se ha dado cuenta todav¨ªa de que, por vez primera en la historia de la humanidad, ha entrado en una fase decisiva. Antes, la Tierra era autoestable, o sea, gozaba de una estabilidad natural asegurada por el equilibrio ecol¨®gico. La naturaleza lo gestionaba todo con una capacidad de inercia enorme. Pero ahora vivimos en un planeta dominado por el hombre, no por la naturaleza, y los efectos son atroces.
?Cu¨¢l es su relaci¨®n directa con la felicidad de los dem¨¢s? ?Cree que el disfrute de un objeto bello o c¨®modo puede ayudar a paliar la infelicidad, ya sea de forma ef¨ªmera, mediante el placer? Vamos a ver. Para mi desgracia, recib¨ª una educaci¨®n religiosa larga y pesada que ha hecho que, para m¨ª, la idea de servir al otro sea trascendental. No me puedo imaginar crear algo para m¨ª solo, eso ser¨ªa ego¨ªsmo o masturbaci¨®n est¨¦ril. Siempre trabajo esperando que lo que hago aporte una utilidad pr¨¢ctica a alguien. No siempre lo consigo, se lo confieso desde ya. Tambi¨¦n espero aportar felicidad, y eso, tambi¨¦n se lo digo desde ya, sucede a menudo. Tambi¨¦n me gusta ofrecer placer, abrir v¨ªas nuevas y denunciar cosas. As¨ª que en absoluto soy favorable al producto por el producto. Tambi¨¦n s¨¦ que no soy un genio en plan Einstein o Ptolomeo.
Por cierto, casi se me olvida, ?c¨®mo va su proyecto de rehabilitaci¨®n de La Alh¨®ndiga de Bilbao? Pues es un proyecto formidable porque no lo he dibujado yo; es decir, no es el proyecto monol¨ªtico de ning¨²n autor. En La Alh¨®ndiga, yo me quedo en segundo plano, s¨®lo estoy ah¨ª para dar forma a las energ¨ªas y las necesidades de una ciudad. Soy como un director de orquesta o como un director de cine, simplemente tomo las abstracciones y les doy forma para que se produzcan tensiones, sinergias y corrientes que vayan permitiendo al proyecto casi dise?arse a s¨ª mismo. El objetivo es crear un lugar que no sea otra cosa que una enorme marmita de vida, de cultura, un lugar que el p¨²blico pueda apropiarse con cierta facilidad, ya que no hay gestos de arquitectura grandilocuentes. Es para m¨ª un proyecto muy interesante porque es como un prototipo de lo que yo pienso que debe ser la arquitectura: algo nada demostrativo, sino org¨¢nico.
?Hay que entender por ese rechazo de lo 'demostrativo' una cr¨ªtica a los arquitectos estrella? No soy arquitecto y adem¨¢s no me interesa serlo. Por desgracia, la arquitectura de hoy se inscribe en esquemas casi exclusivamente econ¨®micos y medi¨¢ticos. Los excesos son flagrantes. Hay ciudades que han establecido con ciertos arquitectos y con ciertos edificios una especie de imagen de marca, y eso... s¨ª, pero no. Se est¨¢n haciendo cosas absurdas y fatuas, sin fundamento y con unos costes inmensos, es un esc¨¢ndalo. No son m¨¢s que grandes operaciones pol¨ªtico-publicitarias. Hay arquitectos con much¨ªsimo talento, y hay edificios muy divertidos... pero estructuralmente es un sistema perverso que tiene los d¨ªas contados. Yo estoy a favor de otra forma de arquitectura, m¨¢s humana y econ¨®mica... una arquitectura casi impresionista, como la que he practicado en algunos edificios en Jap¨®n.
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