Reinas magas
He dejado de creer en los Reyes por culpa de un libro. Nada hay en el mundo que me guste m¨¢s que los libros, pero los libros -tambi¨¦n sus amantes lo sabemos- pueden traicionar, incitar al odio, contener en sus p¨¢ginas, por bien impresas que est¨¦n, sandeces sin fin. Mi credulidad mon¨¢rquica, compartida, con renovaci¨®n permanente de efectivos, por cientos de millones en la rep¨²blica de los ni?os, fue tan duradera que a una edad impropia me ten¨ªa a¨²n ilusionado con la llegada fulgurante de esas tres testas coronadas del Oriente. Todav¨ªa hoy, cuando ya no pongo alfalfa en la ventana para las bestias de carga regia ni corro a ver, al despertar, qu¨¦ me han dejado, siento en la noche de Reyes una vaga sensaci¨®n de desconsuelo.
El orgullo es rec¨ªproco: lo mismo que sucede en la cabalgata de junio que a la Reina tanto le molesta
De entonces, de cuando yo cre¨ªa en los Reyes, data mi costumbre refleja de escribir cartas a sus majestades. La primera sorpresa desagradable del ni?o no es saber que los Reyes son los padres; mucho peor es darse cuenta, aunque sea con a?os de retraso, de que los Reyes no leen las cartas de los ni?os, destruidas sin que nadie se moleste en leerlas. ?O hay en los grandes almacenes lectores especializados en esas ingenuas misivas que las manos infantiles depositan con temblor de emoci¨®n en los buzones pr¨®ximos a los tres farsantes que hacen, vestidos a la antigua, su papel?
Una de las m¨¢s curiosas (supuestas) declaraciones que la reina Sof¨ªa le hac¨ªa a Pilar Urbano en el famoso libro infame ten¨ªa que ver con algo muy propio de estas fechas: las cabalgatas. Les recuerdo la frase atribuida a la Reina en esa conversaci¨®n o -seg¨²n otros, como Felipe Gonz¨¢lez en unas apocal¨ªpticas declaraciones en el programa de TVE 59 segundos- conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica, perd¨®n, quer¨ªa decir conspiraci¨®n opus-de¨ªsta. La frase, en respuesta a una pregunta sobre los homosexuales, es la siguiente: "?Que se sientan orgullosos por ser gays? ?Que se suban a una carroza y salgan en manifestaciones? Si todos los que no somos gays sali¨¦ramos en manifestaci¨®n... colapsar¨ªamos el tr¨¢fico". Esto ven¨ªa a ser algo as¨ª como la carta de fin de a?o de una reina a unos pocos millones de s¨²bditos suyos indebidamente (seg¨²n su augusto parecer) orgullosos.
El pr¨®ximo lunes, el centro de Madrid estar¨¢ gravemente colapsado aunque no soy yo, y ya expliqu¨¦ al principio las razones, quien critique el motivo de ese colapso. La cabalgata de Reyes es una de las ocasiones festivas m¨¢s encantadoras del a?o, y lo digo con mezcla de nostalgia y envidia. Trato de verla desfilar siempre, sin estar yo autorizado para todos los p¨²blicos, y a¨²n recuerdo el a?o en que el dise?o de las carrozas lo hizo un excelente pintor, Sigfrido Mart¨ªn-Begu¨¦, que a?adi¨® -sin quitar la ingenua credulidad esc¨¦nica- unas gotas de iron¨ªa levemente morbosa que los ni?os disfrutaron tanto como sus mayores. En el caso de esta cabalgata de Reyes, el orgullo es rec¨ªproco; lo siente por igual el que desfila engalanado tirando peladillas a las aceras como el p¨²blico infantil que aplaude y se maravilla. Qu¨¦ casualidad: exactamente lo mismo que sucede en aquella cabalgata de fin de junio que a la Reina de todos los espa?oles tanto le molesta, pensemos que s¨®lo por razones viarias. Los gays y lesbianas desfilan en sus carrozas, mucho m¨¢s modestas, transmitiendo alegr¨ªa, y se ha hecho por cierto un cl¨¢sico de la jornada veraniega ver a muchos ni?os, con sus familias no sabemos si homo, bi o hetero, aplaudir y re¨ªr al paso de los osos y las m¨¢s aguerridas musculocas.
Dejando de lado los sofismas de la reina Sof¨ªa, me acuerdo aqu¨ª de otra formidable hero¨ªna de nuestra circunstancia, Esperanza Aguirre. A la presidenta de la Comunidad le va el metro, ya lo sabemos, o al menos va en el metro una vez al a?o, cuando inaugura un tramo que luego no funciona o se corta d¨ªa s¨ª y d¨ªa no, como la sufrida l¨ªnea 6. Su amor por el tren subterr¨¢neo es tan grande que ha sacado un spot para pregonarlo. No s¨¦ si lo da Telemadrid, supongo que s¨ª; yo lo he visto en los cines, que son las pantallas de mi ciudad en las que m¨¢s me fijo. El spot es horrendo, pero hace reflexionar. ?Hay una publicidad de derechas? Es una desgracia que el 90% de los anuncios que se ven en los cines sean tan malos y (no teniendo que pagar las alt¨ªsimas tarifas televisivas) tan largos; incluso el de Vodafone, con su bienintencionado gladiador animando a voces a apagar los m¨®viles de la sala, resulta un pesti?o. Pero el de Esperanza supera a todos en cursi. Se trata de un canto a las bondades del metro encarnado en una pareja de melosos ancianos, var¨®n y hembra por supuesto, que viven su historia entre vagones y estaciones, con carroza de dibujos animados al final. Curiosa la reiteraci¨®n del motivo de las carrozas, en este otro contexto. Soy un usuario constante del metro, que pagar¨¢ religiosamente la (?escandalosa?) nueva subida del precio del billete dictada con el nuevo a?o, pero desde aqu¨ª pido que al menos mi dinero se gaste en trenes, no en ?o?er¨ªas.
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