La corrupci¨®n somete a Afganist¨¢n
Los sobornos van desde 70.000 euros para ser jefe de polic¨ªa hasta los 2.800 para salir de la c¨¢rcel - La confianza de los ciudadanos en el Gobierno se desploma
Todo tiene un precio en el violento Afganist¨¢n. ?Quiere ser jefe de la polic¨ªa provincial? Le costar¨¢ 100.000 d¨®lares (70.000 euros). ?Quiere transportar combustible con camiones por todo el pa¨ªs? Est¨¦ preparado para pagar 6.000 d¨®lares (4.000 euros) por veh¨ªculo, si no quiere que la polic¨ªa se chive a los talibanes. ?Quiere resolver extrajudicialmente una disputa sobre la titularidad de una propiedad? Tenga a mano 25.000 d¨®lares (18.000 euros), aunque algunos jueces le pedir¨¢n m¨¢s.
"Es una pena, pero probablemente pagar¨¦ el soborno", afirma Mohamed Naim, un joven profesor de ingl¨¦s. Su hermano est¨¢ detenido y la polic¨ªa pide 4.000 d¨®lares (2.800 euros) para liberarle. "Todo es posible en este pa¨ªs. Todo", a?ade. La corrupci¨®n ha invadido Afganist¨¢n y su Gobierno, mantenido a flote gracias a la ayuda de Estados Unidos y otros pa¨ªses. Desde el m¨¢s insignificante polic¨ªa de tr¨¢fico hasta la familia del presidente Hamid Karzai, el Estado construido hace siete a?os tras la expulsi¨®n de los talibanes parece existir para que se enriquezcan los que lo dirigen.
Varios altos cargos de la Administraci¨®n est¨¢n relacionados con el tr¨¢fico de opio
"Dios sabe que se ha superado el l¨ªmite", reconoce el presidente Karzai
El responsable de la polic¨ªa de Kabul alquila su mansi¨®n por 11.000 d¨®lares
Seg¨²n diversas investigaciones, varios altos cargos de la Administraci¨®n -incluido uno de los hermanos del presidente, Ahmed Wali Karzai- est¨¢n relacionados con el tr¨¢fico de opio. En las calles y en las oficinas gubernamentales es dif¨ªcil realizar un tr¨¢mite sin tener que pagar un soborno, un regalo o, en el caso de un mendigo, harchee, es decir, lo que lleve en el bolsillo.
La corrupci¨®n, abiertamente reconocida por el presidente Karzai, est¨¢ provocando un desplome de la confianza de la opini¨®n p¨²blica en el Gobierno y est¨¢ ayudando a los talibanes a recuperar su influencia. "Los pol¨ªticos de este pa¨ªs se han hecho con todo: dinero, montones de dinero", reconoci¨® Karzai en noviembre. "Dios sabe que se ha superado el l¨ªmite. Bancos de todo el mundo est¨¢n llenos de dinero de nuestros funcionarios", a?adi¨®.
La decadencia del Gobierno afgano representa uno de los mayores retos que afronta el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, que quiere intentar dar un giro al curso de la guerra en este pa¨ªs. Es posible que Obama tenga que salvar al Gobierno de Kabul no s¨®lo de los talibanes -enviando m¨¢s soldados a la zona-, sino tambi¨¦n de s¨ª mismo.
"Este Gobierno ha perdido la capacidad de gobernar, porque el control est¨¢ en manos de un gabinete en la sombra", cuenta Ashraf Ghani, ex ministro afgano de Finanzas. Dej¨® su cargo en 2004, seg¨²n ¨¦l, porque el Estado estaba bajo el control de los narcotraficantes. "Este narco-Estado se ha consolidado", dice.
En las calles de Kabul, es tan f¨¢cil encontrar historias de corrupci¨®n como puestos de kebab. Todo parece estar a la venta: oficinas p¨²blicas, acceso a los servicios gubernamentales, incluso la libertad de una persona. Los ejemplos mencionados antes, como los 100.000 d¨®lares requeridos para ser jefe de la polic¨ªa provincial, son habituales, seg¨²n algunos afganos que han tenido que pagar estas cantidades o que han visto c¨®mo otros lo hac¨ªan. La gente paga sobornos por cosas grandes, y tambi¨¦n por nimiedades: conseguir electricidad para una casa, salir de la c¨¢rcel, entrar en el aeropuerto.
"Cada miembro del Gobierno es su propio rey", afirma Abdul Ghafar. Este transportista cuenta que tiene que pagar sobornos a la polic¨ªa habitualmente para evitar que dificulten su trabajo.
La corrupci¨®n suele ser un gran problema en los pa¨ªses en desarrollo. Pero los afganos afirman que el nivel que ha alcanzado en su pa¨ªs no tiene precedentes, tanto por la escala como por el descaro con el que se lleva a cabo. Transparency International, una organizaci¨®n alemana experta en corrupci¨®n, elabora anualmente una lista con los pa¨ªses m¨¢s honestos del mundo: Afganist¨¢n ocupaba el puesto 117? de los 180 pa¨ªses analizados en 2005. En la clasificaci¨®n del a?o pasado, cay¨® al puesto 176?.
En el barrio de Sherpur, en la capital, se huele la corrupci¨®n m¨¢s que en ning¨²n otro sitio del pa¨ªs. Antes de 2001, era una colina sin edificios. Hoy, es el lugar m¨¢s rico de Afganist¨¢n, con ostentosas y grandiosas mansiones valoradas en cientos de miles de d¨®lares. Los afganos suelen llamar a estos inmuebles casas amapola (en referencia a la planta con la que se produce el opio). El barrio ha sido bautizado, con iron¨ªa, como Char-pur (la ciudad del saqueo). Lo m¨¢s destacable de Sherpur es que algunos de los propietarios de estas viviendas son funcionarios del Gobierno, cuyos sueldos no dan para vivir en un sitio como ¨¦ste ni dos d¨ªas.
Una de las propiedades pertenece a Abdul Jabbar Sabir, un ex fiscal general que se hizo popular por declarar una yihad (guerra santa) contra la corrupci¨®n. Despu¨¦s de que Karzai le destituyera el a?o pasado, empez¨® a circular un v¨ªdeo en el que aparec¨ªa borracho y bailando y que fue un esc¨¢ndalo. Ahora, vive en Canad¨¢ y su casa en Sherpur se puede alquilar por 5.000 d¨®lares mensuales.
Mientras tanto, el jefe de la polic¨ªa de Kabul, Mahamed Ayob Salangi, es propietario de una mansi¨®n a¨²n m¨¢s grande, decorada con largas columnas y una enorme fuente. Se alquila por 11.000 d¨®lares al mes. El sueldo de Salangi no es p¨²blico, pero, a modo de comparaci¨®n, el presidente Karzai gana unos 600 d¨®lares al mes.
Amin Farhang, ministro de Comercio, explica en una larga conversaci¨®n en el sal¨®n de su casa, que pas¨® dos a?os intentando despedir al responsable de otorgar las licencias de apertura de nuevos negocios, que lo hac¨ªa a cambio de una suculenta comisi¨®n. No logr¨® deshacerse de ¨¦l porque, seg¨²n Farhang, sobornaba a otros miembros del Gobierno para que no lo echaran.
Muchos afganos responsabilizan del auge de la corrupci¨®n a Karzai, porque se ha visto incapaz de enfrentarse a los grandes corruptos. El ex ministro Ghani, que ahora contempla la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales, cuenta que dos temas marcaron su decisi¨®n de dimitir: los sobornos y comisiones ilegales relacionadas con el sector inmobiliario, y los relacionados con el sector de la aviaci¨®n.
La corrupci¨®n es palpable en los juzgados del centro de Kabul. Farooq Farani lleva siete a?os intentando recuperar la titularidad de su casa. La abandon¨® en 1990, cuando empez¨® la guerra civil y tuvo que salir del pa¨ªs. Cuando volvi¨®, en 2001, tras la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n, un extra?o ocupaba la vivienda. "Mi casa vale 50.000 d¨®lares y me han dicho que tengo que pagar 25.000 para recuperarla", cuenta.
La corrupci¨®n puede ser end¨¦mica, pero si existe alguna esperanza est¨¢ en gente como Farani, que se niega a pagar el soborno. "Es una cuesti¨®n de principios. No pagar¨¦. ?Nunca!", asegura. "Pero no tengo mi casa y no s¨¦ si alguna vez la recuperar¨¦".
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