El reactivo Zigic

Un solo remate, una sola jugada de gol. Suficiente para Zigic, suficiente para el Racing, que vino a Valladolid a esperar, a aguantar, a tener como objetivo poco m¨¢s que el empate y aguardar que Munitis y Zigic se asociasen como lo hicieron anta?o. El Valladolid se extravi¨® en la trampa de Mu?iz, no acert¨® a imponer su estilo y se qued¨® muy lejos del equipo que hab¨ªa despachado sus ¨²ltimos cinco partidos con tres goles en cada uno. En ¨¦ste apenas tuvo tres ocasiones.

El Racing quer¨ªa un partido atrancado. Tres minutos, dos patadas, las dos de Luccin, el primer encargado de manejar el juego subterr¨¢neo, de deshacer el rigor tradicional del medio campo vallisoletano. Pero el trabajo era largo y muy pronto todo el Racing se entreg¨® con ¨¢nimo estajanovista a la tarea de destruir todo lo que sugiriese el rival. Si Sesma buscaba hueco en una banda, ten¨ªa dos jugadores encima; si Pedro Le¨®n lo intentaba por la otra, los defensas se amontonaban para impedir el centro. El Valladolid dej¨® de intentar su f¨²tbol y busc¨® alternativas, pero no tiene un delantero alto que domine el juego a¨¦reo o, por lo menos, no ta alto como los centrales racinguistas y tampoco ha aprendido a no masticar el f¨²tbol, a lanzar pelotazos al ¨¢rea, a buscar balones sueltos. El ¨²nico peligro de la primera parte lleg¨® a bal¨®n parado y del pie derecho, un guante, de Pedro Le¨®n.

Mendilibar, en el descanso, orden¨® velocidad en todo: en la circulaci¨®n, en el desmarque. El partido ten¨ªa otra pinta. El Valladolid volv¨ªa a dominar, las bandas se alborotaban y al Racing no le alcanzaba para deshacerse del agobio. Apareci¨® entonces Zigic para recoger un centro blandito que el portero del Valladolid, Justo Villar, no alcanz¨® a despejar. El serbio se iba a encontrar otra vez con el gol y, con tranquilidad, recogi¨® el regalo y lo envi¨® a la red. Al Valladolid le tocaba reaccionar. Mendilibar movi¨® l¨ªneas, nombres, todo. Pero, con ventaja, el Racing fue a¨²n m¨¢s asfixiante.