Lentitud y rapidez en la historia
En 1972, el pensador estadounidense Gerard Piel public¨® un libro, La aceleraci¨®n de la historia. Seg¨²n ¨¦l, la ciencia y la tecnolog¨ªa hab¨ªan colocado la vida cotidiana de la humanidad ante el umbral de nuevos ¨¦xitos. Quedaba por dominar el ritmo cada vez m¨¢s acelerado del cambio cient¨ªfico y tecnol¨®gico, superando la ceguera, la estrechez de miras y el ego¨ªsmo de nuestras culturas pol¨ªticas. Ideas similares se expresaban en los centros de investigaci¨®n del bloque sovi¨¦tico, en forma de cr¨ªticas de la esclerosis moral y pol¨ªtica de sus reg¨ªmenes.
Hace pocos d¨ªas, Obama, presidente electo estadounidense, insisti¨® en que para su Gobierno el conocimiento cient¨ªfico tendr¨ªa una consideraci¨®n de lo m¨¢s positiva. Parece que ha vuelto a nacer el conocido v¨ªnculo entre desarrollo cient¨ªfico e incremento del bienestar social.
King ha perdurado m¨¢s que la polic¨ªa blanca sure?a y Mandela m¨¢s que sus carceleros
La utilizaci¨®n del poder militar es cada vez m¨¢s contraproducente
Las esperanzas que hace una generaci¨®n tuvieron los reformadores progresistas estadounidenses y sus colegas socialdem¨®cratas y democristianos europeos, as¨ª como los primeros partidarios del cambio en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus colegas en China, se han visto defraudadas. A¨²n antes de que la crisis del capitalismo destruyera las expectativas de prosperidad y estabilidad en m¨²ltiples ¨¢mbitos culturales y geopol¨ªticos, estaba claro que, en la actualidad, nuestro conocimiento social no sirve para orientar ni a los ciudadanos ni a los gobiernos. En cuanto a la religi¨®n y la filosof¨ªa, su ambiguo compa?ero laico, no cabe duda de que la proliferaci¨®n de conferencias, declaraciones y s¨ªnodos ha ahondado en nuestro conocimiento de las profundidades del ser humano, pero ni una ni otra han servido para arrojar m¨¢s luz sobre nuestra existencia ni para hacerla m¨¢s humana y plena. Las artes, como siempre, expresan fielmente esas penalidades, pero confirman nuestras peores sospechas. Somos prisioneros de procesos hist¨®ricos, viejos y nuevos, que representamos con dificultad y sin apenas control.
El fracaso de gran parte de la econom¨ªa contempor¨¢nea est¨¢ escrito en rojo. Los estudios culturales no pronosticaron los ¨²ltimos estallidos de intransigencia ¨¦tnica y religiosa. Hasta los psic¨®logos m¨¢s pesimistas han quedado conmocionados ante el persistente car¨¢cter homicida de la raza humana. Arque¨®logos e historiadores han perfilado el ascenso y ca¨ªda de civilizaciones anteriores, pero son reacios a ocuparse de nuestro propio destino. El futuro sigue siendo oscuro.
El ascenso pol¨ªtico-econ¨®mico de Asia, la par¨¢lisis de Europa, la renuencia de Estados Unidos a reconocer el fin de su condici¨®n de superpotencia, el regreso de Rusia a una hura?a ideolog¨ªa euroasi¨¢tica, el resentimiento ocasionado por la dependencia y la desafiante independencia de gran parte del resto delmundo son derivados de los grandes procesos.
La educaci¨®n y la transferencia de tecnolog¨ªa han diseminado la capacidad econ¨®mica por el mundo, la utilizaci¨®n del poder militar es cada vez m¨¢s contraproducente y las presiones demogr¨¢ficas han convertido a los j¨®venes en emigrantes presa de la desesperaci¨®n o rebeldes no menos desesperados.
No s¨®lo escasea el petr¨®leo, tambi¨¦n el aire, el agua y la tierra. Justo al sur de Estados Unidos, M¨¦xico es v¨ªctima de un gangsterismo galopante, pero en Europa encontramos el problema del sur de Italia y el caos de Grecia. Ser¨ªa una insensatez pensar que estos fen¨®menos no pueden migrar hacia el norte.
La cautela de los l¨ªderes chinos es comprensible: 4.000 a?os de revuelos din¨¢sticos les han llevado a recelar de cualquier entusiasmo que vaya m¨¢s all¨¢ del a?o en curso. Sin embargo, me viene a la cabeza el refr¨¢n estadounidense "cuanto m¨¢s grande, m¨¢s dura la ca¨ªda".
Es muy probable que el obsesivo miedo al desorden de los dirigentes chinos acabe provoc¨¢ndolo. Si hay futuro para la humanidad, puede que se encuentre en la obra de visionarios o profetas ejemplares, en aquellos que oponen su excepcional templanza a la dureza imperante.
Martin Luther King ha perdurado m¨¢s que la polic¨ªa blanca sure?a y Mandela m¨¢s que sus carceleros. Con todo, su templanza es otro tipo de fortaleza, claramente m¨¢s duradera. Es la fortaleza a la que se refer¨ªa Sigmund Freud al decir que la ciencia, aunque nos proporcione una certidumbre minuciosamente escueta, es lo ¨²nico que podemos utilizar. Caracteriza la inmensa paciencia de aquellos que, como Martin Luther King y Nelson Mandela (y tambi¨¦n Barghouti), creen que sus carceleros acabar¨¢n por reconocer la existencia de una misma humanidad.
Iniciamos un nuevo a?o en el que la historia se mover¨¢ todav¨ªa m¨¢s r¨¢pido. Pero la claridad en la reflexi¨®n tardar¨¢ mucho m¨¢s en llegar. La repetici¨®n sistem¨¢tica de opiniones manidas no suple el aut¨¦ntico pensamiento, que unas veces se adelanta a su tiempo y otras sigue su labor por detr¨¢s de los acontecimientos.
Para comprender c¨®mo se cohesionan las partes contradictorias de nuestra existencia, necesitamos un nuevo reloj que, sin retrasarse ni adelantarse, vaya al ritmo de nuestros prop¨®sitos, que no son s¨®lo cognitivos y descriptivos, sino cr¨ªticos y morales. El sector m¨¢s l¨²cido de la burocracia estadounidense en materia de pol¨ªtica exterior, el National Intelligence Council, explot¨® en 2005 los recursos intelectuales y los conocimientos del mundo para mostrar un panorama global, que public¨® con el nombre de Global Trends: 2025 [Tendencias mundiales: 2025].
Tambi¨¦n podr¨ªa haber comparado lo que se sab¨ªa y esperaba en 1925 con lo ocurrido desde entonces. As¨ª habr¨ªa recordado a nuestros l¨ªderes la fragilidad y fugacidad del poder.
El conocimiento de la naturaleza y la interpretaci¨®n de la sociedad ni convergen ni pueden converger. Es imposible hacer de la historia una ciencia natural: en nuestras ideas hay demasiada pasi¨®n. De manera que, para pensar en la historia de manera realista y descubrir posibilidades que ahora nos parecen remotas o ilusorias, es preciso cumplir un requisito previo: disciplinar esas pasiones. Si aprendemos a desarrollar proyectos nuevos con los que materializar nuestros propios fines, aunque la elaboraci¨®n de nuestro propio calendario nos pueda parecer dif¨ªcil y hoy en d¨ªa excesivamente laboriosa, el v¨¦rtigo hist¨®rico no tiene por qu¨¦ abrumarnos.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
Norman Birnbaum es catedr¨¢tico em¨¦rito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown.
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