La crisis devuelve a la FP su dignidad
Los recelos entre Educaci¨®n y Trabajo atascaron una reforma pendiente desde los noventa - 13 millones de trabajadores sin cualificaci¨®n requieren una v¨ªa para validar sus conocimientos
Francia y Reino Unido llevaron a cabo hace 30 a?os los primeros intentos en Europa para acreditar oficialmente lo que sab¨ªan hacer sus trabajadores gracias a su experiencia laboral. En Espa?a, aunque varias comunidades se han adelantado al Gobierno, algunas de forma experimental y cada una a su manera, el decreto que regule eso mismo en toda Espa?a llegar¨¢ en 2009, despu¨¦s de una g¨¦nesis normativa que se remonta a 1993. Si se echa un vistazo a la hemeroteca, da la impresi¨®n de que la formaci¨®n profesional (FP) es eso que siempre est¨¢ pendiente de ser dignificado y que s¨®lo cobra importancia p¨²blica cuando llegan las vacas flacas econ¨®micas. Como ahora.
As¨ª que esa acreditaci¨®n de la experiencia profesional de la que se empez¨® a hablar en Espa?a a principios de los noventa, vuelve a ocupar puestos importantes en la agenda pol¨ªtica. Y junto a ello, el anuncio de un plan para modernizar la FP y para coordinar y vincular de una vez la FP reglada (la de los institutos de secundaria, que conduce a un t¨ªtulo educativo) y la formaci¨®n continua y ocupacional (los cursos que dan un certificado profesional expedido por Trabajo). Ser¨¢ un plan que conecte los dos sistemas con un tronco com¨²n (es decir, que se parezca lo que se ense?a por una v¨ªa y por otra), y permita a estudiantes y trabajadores saltar de uno a otro, sumando siempre, algo que tambi¨¦n est¨¢ en los papeles oficiales desde 1993.
Algunas autonom¨ªas ya han probado estos procesos, pero las cifras son modestas
Los empleados quedar¨ªan exentos de cursar una parte del t¨ªtulo de FP
Educaci¨®n espera recuperar a j¨®venes que salieron al mercado sin un t¨ªtulo
La acreditaci¨®n oficial deber¨¢ tener efectos en los salarios
Ante estos precedentes, que pasaron a trav¨¦s de Gobiernos del PSOE y del PP, cabr¨ªa expresar poco m¨¢s que desaliento, de no ser porque, por primera vez, los ministros de Educaci¨®n, Mercedes Cabrera, y de Trabajo, Celestino Corbacho, est¨¢n juntos presentando una hoja de ruta para la formaci¨®n. ?Por qu¨¦ es tan importante que se hagan fotograf¨ªas juntos? Porque el culpable m¨¢s repetido de ese atasco durante tantos a?os es la falta de un trabajo conjunto de ambas carteras, que se han resistido a ver trastocadas sus cuotas de poder. Si los educadores no se fiaban de la formaci¨®n que dan empresas y sindicatos, ¨¦stos se re¨ªan de la desconexi¨®n entre lo que se ense?a en la FP educativa y lo que hace falta saber para desarrollar un oficio. Algunos sindicalistas tambi¨¦n hacen autocr¨ªtica, y dicen que la oferta de formaci¨®n para el trabajo sigue esquemas de hace 15 a?os. El caso es que ha habido recelos, desconfianza y estructuras dif¨ªciles de mover.
Pero ahora est¨¢n juntos, y Trabajo, Educaci¨®n, empresarios y sindicatos parecen ilusionados. Aunque lo que queda tampoco ser¨¢ f¨¢cil. Por ejemplo, ese decreto de reconocimiento de la experiencia profesional, cuyo primer borrador data de mayo de 2006, implica que la Administraci¨®n se desprenda, al menos en parte, del monopolio absoluto en la ense?anza y la formaci¨®n. No se trata, en ning¨²n caso, de que alguien consiga sin m¨¢s un t¨ªtulo de FP o un certificado de profesionalidad, sino de reconocer oficialmente lo que se ha aprendido a hacer trabajando, que coincidir¨¢ efectivamente con una parte, m¨¢s grande o m¨¢s peque?a, de lo que se aprende a hacer cursando uno de esos t¨ªtulos. As¨ª, en cualquier caso, el trabajador tendr¨¢ que estudiar para completar el diploma.
Para el profesor de la Complutense Francisco de As¨ªs Blas, no se deber¨ªan enfocar esos reconocimientos oficiales s¨®lo como un medio para conseguir un t¨ªtulo. "?A un trabajador de 30, 35, 40 o 45 a?os conseguir un t¨ªtulo de FP o un certificado de profesionalidad es lo que m¨¢s le interesa? Sinceramente, yo creo que no; creo que lo que le interesa es que se le valide o acredite la cualificaci¨®n profesional que ha adquirido mediante su experiencia, no s¨®lo para que se le reconozca a efectos salariales, sino tambi¨¦n -y esto no es irrelevante- para que se sienta motivado a incrementar su cualificaci¨®n, realizando programas de formaci¨®n continua". Adem¨¢s, los empresarios tendr¨ªan que reconocer en los convenios esas acreditaciones, algo que tambi¨¦n dificulta el cambio en la parte patronal, explica el profesor de la Universidad de Barcelona Rafael Merino.
En cualquier caso, las cifras en la media docena de comunidades que ya aplican sistemas parecidos son modestas. En el Pa¨ªs Vasco s¨®lo se han apuntado 2.180 trabajadores entre 2004 y 2007, de los que s¨®lo se acreditaron 1.424. En Catalu?a, se han acreditado 2.447 desde 2003 y en Galicia se han presentado unos 600 a tres convocatorias. Aunque multiplic¨¢ramos por 17 comunidades las cifras m¨¢s altas, las de Catalu?a, el resultado (saldr¨ªan unos 14.000 al a?o) quedar¨ªa incluso rid¨ªculo frente a los 13 millones de trabajadores espa?oles que no cuentan con ning¨²n tipo de cualificaci¨®n profesional oficial y que han sido se?alados como objetivo por los responsables ministeriales. Incluso si nos basamos en la previsi¨®n del Gobierno para las primeras convocatorias (ya con la normativa estatal), a partir de 2009 ser¨ªan unos 80.000, vinculados sobre todo a sectores emergentes como la educaci¨®n infantil o la Ley de Dependencia.
As¨ª, con prevenciones sobre euforias, s¨ª puede servir este proceso, en el contexto actual de crisis y p¨¦rdida de empleo, para que ese enorme grupo de j¨®venes que dejaron de estudiar despu¨¦s de la ESO (un 31%), se anime a retomar su formaci¨®n en FP si tiene el incentivo de ver convalidada una parte del t¨ªtulo. Al menos eso es lo que espera el Gobierno, cuyo objetivo es atraer esta legislatura a 200.000 alumnos m¨¢s a la FP de grado medio (al escal¨®n siguiente, la de grado superior, se accede desde el bachillerato) para atenuar uno de los puntos m¨¢s negros del sistema educativo, y que dibuja una pir¨¢mide deforme en la que los grupos m¨¢s numerosos de la poblaci¨®n activa son los que no tienen ning¨²n t¨ªtulo profesional (60%) y los que tienen el m¨¢ximo, que da la universidad (12%).
Las convalidaciones, los puentes entre las distintas formaciones (de la ense?anza b¨¢sica a la FP, de ah¨ª a la universidad, de cualquiera de ellos a las acreditaciones que da Trabajo...), son fundamentales en la estrategia del Gobierno, cuenta la secretaria de Estado de Educaci¨®n, Eva Almunia. Y en el centro de esa estrategia est¨¢n los programas de cualificaci¨®n profesional inicial (PCPI), de los que se quieren ofrecer 80.000 plazas en 2010.
Estos programas son la revisi¨®n de la antigua garant¨ªa social que consist¨ªa en recoger a los chavales que ya se hab¨ªan dado por perdidos en el sistema educativo para tratar de que salieran al mercado con, al menos, los rudimentos de un oficio. Desde este a?o, los PCPI dar¨¢n un certificado de profesionalidad de nivel 1, el m¨¢s bajo, pero un papel al fin y al cabo, de los que concede el Ministerio de Trabajo. Adem¨¢s, estudiando unos m¨®dulos opcionales, podr¨¢n sacarse tambi¨¦n el t¨ªtulo de ESO, aunque quiz¨¢ lo m¨¢s importante es que sin ellos tambi¨¦n podr¨¢n seguir estudiando en la FP de grado medio -ahora mismo se est¨¢ estudiando el procedimiento para facilitar ese paso-.
Estos chavales -ya hay 48.000 alumnos de PCPI este curso- son los que estrenan adem¨¢s la otra pata de toda esta reforma, el sistema nacional de las cualificaciones, es decir, ese tronco com¨²n para que lo que se estudie en formaci¨®n profesional a trav¨¦s de Educaci¨®n o de Trabajo est¨¦ basado en lo mismo. El sistema consiste en describir lo que debe saber hacer, por ejemplo, un electricista, un hostelero. Cada una de las cualificaciones se divide a su vez en tareas m¨¢s peque?as (las unidades de competencia) que es lo que se eval¨²a en las acreditaciones y lo que se debe ense?ar en cada asignatura de la FP y en cada certificado de profesionalidad.
En eso consiste el cambio, en tener un esqueleto com¨²n que permita saltar de uno a otro y anime a seguir form¨¢ndose (como dec¨ªa De As¨ªs Blas, es probable que los j¨®venes elijan la v¨ªa educativa y los mayores la formaci¨®n continua) donde m¨¢s le convenga al estudiante o al trabajador.
Ya se han definido unas 600 cualificaciones y ahora falta otro centenar, explica Francisca Arbizu, recientemente destituida como directora del Instituto Nacional de las Cualificaciones. Pero el n¨²mero que hay, hecho en colaboraci¨®n con sindicatos y empresas, es suficiente para echar a rodar, aseguraba Arbizu.
Ahora lo que hay que hacer es que empiecen a funcionar los t¨ªtulos de FP basados en esas cualificaciones, algunos de los cuales ya est¨¢n aprobados (aunque hay quien se queja de que no est¨¢n bien hechos y que todav¨ªa se ponen trabas, por descuido o interesadamente, a una convalidaci¨®n clara con el resto del sistema). Tambi¨¦n se tiene que reordenar y dar contenido a la oferta de formaci¨®n ocupacional. "Tenemos una oferta hecha con par¨¢metros de hace 15 a?os", dice Teresa Mu?oz, de UGT. Pero, sobre todo, la formaci¨®n continua: entre los cursos de la oferta estatal de 2006, un tercio eran de inform¨¢tica b¨¢sica (Word, Excel...), otro 9,2% de prevenci¨®n de riesgos laborales y un 8,7% de idiomas. Cosas que est¨¢n muy bien, pero que apenas aportan un verdadero engorde formativo de los trabajadores en su campo.
Pero har¨¢ falta dinero para todo esto. Y en tiempos de crisis... "Yo creo que aprovechando bien los recursos que hay ahora mismo se puede hacer; por lo menos, empezar", asegura Teresa Mu?oz. Se refiere a que todo el sistema de formaci¨®n para el trabajo lo mantienen con impuestos espec¨ªficos a trabajadores y empresarios y en 2009 habr¨¢ 2.287 millones de euros. En el otro costado, el presupuesto del Ministerio de Educaci¨®n para FP crecer¨¢ en 2009 hasta los 40 millones de euros -hace poco se repartieron seis entre las comunidades para la promoci¨®n de la FP-, pero la mayor parte se lo comer¨¢n las nuevas becas para que chavales sin estudios retomen su formaci¨®n trabajando media jornada. Adem¨¢s, la mayor parte del gasto en esta parte educativa corresponde a las comunidades aut¨®nomas y ese dinero no est¨¢ segregado del que se destina para toda la educaci¨®n secundaria.
Y el dinero hace falta, como m¨ªnimo, para montar en condiciones lo que para muchos es uno de los pilares de la reforma, los servicios de orientaci¨®n para que el estudiante o trabajador tenga una imagen completa de por d¨®nde puede tirar: que llegue all¨ª, diga qu¨¦ sabe hacer y qu¨¦ t¨ªtulos o certificados tiene y que el orientador le indique el mejor camino.
Una larga historia
- 1986. Se crea el Consejo General de Formaci¨®n Profesional, donde est¨¢n Educaci¨®n, Trabajo, sindicatos y patronales.
- 1988. Educaci¨®n presenta un proyecto que ya habla de una integraci¨®n mayor entre la formaci¨®n profesional reglada y la no reglada.
- 1990. La ley educativa LOGSE dice que una parte de las pruebas para acceder a un t¨ªtulo de FP puede quedar exenta en funci¨®n
de la experiencia laboral.
- 1993. El programa nacional de formaci¨®n profesional habla de crear un sistema nacional de cualificaciones y de establecer el sistema para convalidar lo aprendido en los t¨ªtulos de FP, los certificados de profesionalidad y la experiencia laboral.
- 1999. Un a?o despu¨¦s del segundo plan de FP, se crea el Instituto Nacional de las Cualificaciones con el objetivo de proponer el establecimiento y la gesti¨®n del Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales, establecer criterios para definir los requisitos y caracter¨ªsticas de las nuevas y sugerir un sistema
de acreditaci¨®n y reconocimiento profesional.
- 2002. La ley de las cualificaciones y la formaci¨®n profesional vuelve a recoger el tema de la acreditaci¨®n y de las correspondencias. Tambi¨¦n habla de los centros integrados con todas las opciones de formaci¨®n.
- 2008. Al sistema de las cualificaciones le faltan alrededor de 100 para estar completo. Se promete el decreto de acreditaci¨®n de la experiencia laboral (proceso del que ya hay experiencias en seis comunidades aut¨®nomas) y un impulso de la formaci¨®n.
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