China coloniza la tasca
Desde la barra del bar La Fuentecilla, en la calle de Toledo, uno puede explicar la colonizaci¨®n china en Madrid. Si usted acepta esta exageraci¨®n y contin¨²a leyendo, tenga en cuenta que La Fuentecilla es un local t¨ªpicamente espa?ol: cortado y tostadas para desayunar; calamares fritos, tortilla espa?ola y alb¨®ndigas como tapa de media ma?ana; televisor en altura para desnortarse a cualquier hora viendo una pel¨ªcula por ejemplo de Bud Spencer y Terence Hill; y decoraci¨®n est¨¢ndar que incluye imagen de Marilyn Monroe y la fotograf¨ªa Almuerzo en el rascacielos. Lo dem¨¢s, m¨¢quina de tabaco, barril de cerveza, pared de botellas, espejos y viandas iluminadas por luz hal¨®gena sobre la barra de madera y aluminio. Un bar espa?ol.
"A lo mejor no gusta que sirvamos comida espa?ola", dice Chen
Pero detr¨¢s de la barra hay un chino. Se llama Xiaochiao Chen, seg¨²n ¨¦l mismo escribe en una nota, tiene 29 a?os y lleva cinco en Espa?a. Chen cuenta en un castellano b¨¢sico que la due?a del bar se llama Jing Zhen, que es mucho m¨¢s simp¨¢tica que ¨¦l y que se hizo con el negocio hace tres meses. Por ahora lo han dejado como est¨¢. Para qu¨¦ cambiar si el bar ya tiene su clientela. "Esa forma de pensar es muy de nuestro pa¨ªs", dice Mo, profesor de chino y miembro de la asociaci¨®n Organizaci¨®n del Fondo Chino Espa?ol. "El restaurante chino ya no es negocio y ahora est¨¢ esta nueva moda. Ya hay algunos bares as¨ª en Madrid. Ver¨¢s como poco a poco habr¨¢ m¨¢s", vaticina Mo. En La Fuentecilla,
la madre de la due?a ve la pel¨ªcula de Spencer y Hill a trav¨¦s de la pared de espejo, dos chicas colombianas toman caf¨¦ en una de las mesas, una pareja de chinos hace lo mismo sin hablarse y una espa?ola fuma en una esquina mientras bebe un sol y sombra. Chen asegura que ha aprendido r¨¢pido a saber lo que es un sol y sombra, un caf¨¦ cortado, uno solo, con leche y todas las dem¨¢s variedades. Chen tambi¨¦n sirve tallarines. "Los chinos aprendemos r¨¢pido. A los espa?oles a veces no les gusta que tengamos negocios porque trabajamos muchas horas. Y hacemos dinero en muchos pa¨ªses. Ahora mis amigos me han dicho que hay negocio en Polonia".
Seg¨²n Chen, la due?a de la Fuentecilla puede que decida en los pr¨®ximos meses cambiar el bar y servir comida japonesa. "A lo mejor a los espa?oles no les gusta que nosotros le pongamos comida espa?ola", comenta mientras sirve un pincho de tortilla. La tortilla que sirve Chen en el bar estar¨¢ mejor o peor, seg¨²n los gustos, pero no hay duda de que es aut¨®ctona, si es que eso quiere decir algo en este local.
Hace unos meses, Enric Gonz¨¢lez se?alaba unas p¨¢ginas m¨¢s atr¨¢s, c¨®mo se nos escapa (a ustedes y a los periodistas) el florecimiento del nuevo imperio chino: "La cosa china es demasiado obvia, demasiado extensa, demasiado duradera. Empezamos a percibir su sombra (Darfur, Myanmar), sus pisadas (Nepal), su apetito (el consumo fabuloso de materias primas), pero se nos escapa la morfolog¨ªa detallada de la bestia. No nos es familiar".
La morfolog¨ªa del bar La Fuentecilla nos es conocida, pero quienes sirven en ¨¦l son como muebles de dise?o en una sala victoriana. Es decir, no se entiende nada. No hay nada que entender. El padr¨®n municipal de 2008 dice que hay 26.506 chinos en la capital, 15.000 m¨¢s que en 2003. Est¨¢n aqu¨ª porque han aprendido a sobrevivir a costa de trabajar m¨¢s y adaptarse a todo. No parece un modelo muy apetecible pero es un modelo. Mientras los espa?oles lo piensan y lo asimilan, Chen pone cortados en la calle de Toledo. A la espa?ola.
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