Y con amor
Unos cient¨ªficos de la Universidad Stony Brook de Nueva York han demostrado que el amor verdadero existe. ?Hab¨ªa alguna necesidad de hacerlo? Seguramente lo hemos experimentado todos y conocemos bien la ebriedad a la que nos somete, los espasmos, suspiros, delicias, ansiedades y sollozos en los que nos "aliena". Aunque, a veces dura tan poco...En realidad, dura siempre menos de lo que promet¨ªa su verdad. Pues bien, lo que han demostrado esos investigadores, seg¨²n informaba el "Sunday Times", es que el amor duradero existe, el que dura toda la vida, el que supera con ¨¦xito la prueba de su verdad. Lo han experimentado con parejas que llevaban conviviendo al menos 20 a?os y los resultados parecen concluyentes, si bien no dejan de ser algo desalentadores. En adelante, tendremos que rechazar la validez universal de los picos y valles amorosos, pero no se hagan ilusiones: el amor duradero lo vive muy poca gente, s¨®lo una de cada diez de esas parejas longevas a las que se les aplic¨® la investigaci¨®n.
?No ser¨ªa un milagro que, al ser cosa de dos, las naturalezas con el gen amor coincidieran siempre?
El descubrimiento echa por tierra la creencia convencional de que el amor y el deseo sexual alcanzan su pico al inicio de la relaci¨®n y declinan luego a medida que pasan los a?os. Investigaciones previas suger¨ªan que ese estado inicial comenzaba a decaer a los 15 meses y desaparec¨ªa por completo a los 10 a?os. Hay quienes se salvan, sin embargo, de esa consunci¨®n dom¨¦stica. El escaneo cerebral de esas parejas longevas ha mostrado que sus reacciones qu¨ªmicas, cuando se les presentaba una imagen de su amada/o, eran similares a las que se detectan en las parejas que viven la alborada del amor apasionado, la misma explosi¨®n de dopamina. Esas parejas, a las que los investigadores han apodado swans (cisnes) por la semejanza de su fidelidad er¨®tica con la de estos animales, han sorprendido a los mismos cient¨ªficos, incr¨¦dulos ante sus declaraciones de amor como en el primer momento, a las que consideraban meras ilusiones. El amor eterno existe, se?oras y se?ores, pero si son tan pocos los que lo viven, ?por qu¨¦ s¨®lo ellos y no todo el mundo?
Cuesti¨®n de naturaleza, dir¨¢n algunos, o cuesti¨®n de suerte, como dir¨¢n otros. Pero habr¨¢n de coincidir naturaleza y suerte para que estos cisnes congenien, pues qu¨¦ ocurre si mi propensi¨®n al amor eterno me lleva a enamorarme, y a ser correspondido, de alguien con propensi¨®n al amor a quince meses. ?Horrible tortura, que desencadenar¨ªa el lado oscuro de toda pasi¨®n incombustible! ?No explicar¨ªa esa circunstancia, ese desequilibrio amoroso, la espantosa recurrencia de tanto crimen conyugal? Hay, sin embargo, un dato en ese experimento que desautoriza esa interpretaci¨®n novelesca. El descubrimiento habla de cisnes, en plural, es decir, de parejas y no de individuos. Son los dos miembros de la pareja los que manifiestan esa intensa querencia mutua, y no se nos dice que en algunos casos fuera un solo miembro de la pareja el que la manifestara y el otro no. El amor eterno es, por lo tanto, cosa de dos, lo que me lleva a pensar que haya en juego algo m¨¢s que la naturaleza, que la suerte, o que una mezcla de ambas. ?No ser¨ªa un milagro que, al ser cosa de dos, las naturalezas con el gen amor eterno coincidieran siempre? ?O poseen alg¨²n tipo de detector espec¨ªfico que las lleva a encontrarse?
Hace ya m¨¢s de medio siglo que Denis de Rougemont public¨® El amor y Occidente, un libro luminoso y hoy casi olvidado. En ¨¦l enfrentaba a Eros y a ?gape, o el amor pasi¨®n y el amor convivencial y no ego¨ªsta. El amor pasi¨®n, que ¨¦l ejemplificaba con el mito de Trist¨¢n e Isolda, ser¨ªa, al fin y al cabo, una pasi¨®n y como tal destinado a la destrucci¨®n y la muerte. Modelo del amor eterno, y del amor occidental desde la Edad Media, servir¨ªa de pauta emocional incluso a los amores ef¨ªmeros. Cuando esos amantes longevos, esas parejas cisne, nos muestran la pervivencia de su pasi¨®n, ?no nos estar¨¢n se?alando la falsedad de esa oposici¨®n entre Eros y ?gape y anunciando que, m¨¢s all¨¢ de la naturaleza y de la suerte, su amor verdadero surge y se alimenta de la confluencia de ambos?
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