Amores literarios
El amor y la literatura siempre han estado ligados. Incluso hubo un tiempo en que la literatura serv¨ªa para ligar. Cuando ten¨ªa diecinueve a?os entr¨¦ en la Facultad de Humanidades. Un profesor fieramente laborioso advirti¨® que hasta los veinticinco a?os ¨ªbamos a leer las mejores novelas de nuestra vida, que despu¨¦s ya no ser¨ªa lo mismo. Ese profesor ten¨ªa cuarenta a?os, y se rumoreaba que sal¨ªa con una alumna que tendr¨ªa veinte.
Una noche los vi cenando en un restaurante del centro. Estaban al fondo de la sala, disimulados a la luz de una vela, pero demasiado cerca de la m¨¢quina de tabaco que necesitaba. Al o¨ªr las palabras Kafka y castillo, me entr¨® miedo. Dej¨¦ el cambio tintineando entre las m¨¦dulas del armatoste. La alumna todav¨ªa estiraba un s¨ª mientras yo hu¨ªa para contar el trance a los amigos.
Con menos de veinte a?os a¨²n se respeta al profesor y cualquier sugerencia es una orden. Me inici¨¦ en la labor de devorar libros ajeno a ¨¦pocas y movimientos. Ten¨ªa esa edad en que se termina todo lo que se empieza. ?Me quedaban menos de seis a?os para leerme el mundo! En clase estudi¨¢bamos a Homero y a la salida le¨ªa a Cort¨¢zar. Antes de entrar al aula con S¨¦neca terminaba Madame Bovary. En el recreo le¨ªa Bajo el volc¨¢n creyendo que entend¨ªa algo. Y entre clase y clase un relato de Carver, un poema de Carner, una escena de Ch¨¦jov. Todas las novias en una.
Pas¨® el tiempo.
Y cuando se terminaban mis veinticinco a?os estaba en Italia, enamorado de cuanto me rodeaba, sin leer nada, demasiado feliz. Entre delantales y mapas cre¨ª que se me hab¨ªa escapado el tiempo de leer y record¨¦ a mi autor preferido: Mars¨¦-Rodoreda. El d¨ªa despu¨¦s de cumplir los veintis¨¦is, empec¨¦ mi primera novela. No deb¨ª hacerlo, a¨²n quedaban rastros de la fiesta. Una primera novela es como una primera novia, pues m¨¢s que nada ense?a, corrige ¨ªmpetus, gu¨ªa. Se disfruta m¨¢s de las siguientes. Los primeros amores est¨¢n sobrevalorados.
Dicen que el amor es ficci¨®n y que no hay mejor forma de enamorarse que la literaria. Yo no s¨¦ si el amor es ficci¨®n, lo que s¨ª s¨¦ es que la ficci¨®n es amor. Cuando un escritor se adentra en una novela penetra en una historia de amor que poco a poco va haciendo suya. Entonces estar una ma?ana sin los personajes es una tortura. Estar un d¨ªa entero sin hacerlos hablar, sufrir o re¨ªr, es demasiado tr¨¢gico. Y pasar un fin de semana en la playa con tus primos y tus padres, sin las teclas y sus cuerpos, es algo tan desgarrador como tirar un caf¨¦ con leche encima del ordenador port¨¢til en el que est¨¢s escribiendo la novela y ver c¨®mo se apaga la pantalla sin haber guardado ninguna de las doscientas cincuenta y siete p¨¢ginas que llevas escritas.
Me gusta la literatura en carne viva. La que se escribe con el coraz¨®n, la cabeza, mucho caf¨¦, tiempo, y tambi¨¦n con las tripas. Como los amores, me gustan las novelas que te mantienen en vilo, que te descubren en ellas y que te hacen ser impuntual con tu chica en el restaurante donde recordar al profesor con su alumna. En definitiva, la literatura que enamora. Porque aunque sea literario ?viva el amor! -
Use Lahoz (Barcelona, 1976) es escritor. En Alfaguara publicar¨¢ pr¨®ximamente la novela Los Baldrich.
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