La Espa?a de Valle-Incl¨¢n

El itinerario del poeta ciego Max Estrella a trav¨¦s de una noche del Madrid de los a?os veinte se halla entre los viajes m¨¢s brillantes de la historia del teatro espa?ol. No en vano el personaje principal de Luces de bohemia, de Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n, una de las piezas literarias m¨¢s importantes del siglo XX espa?ol, se ha convertido en un s¨ªmbolo, un raro privilegio s¨®lo al alcance de muy pocos. Paradigma del intelectual menospreciado en un pa¨ªs inculto, mezquino y desagradecido, Max Estrella vagabundea por las calles de la capital en busca de algo de dinero mientras se topa con escritores vanidosos, obreros condenados a muerte por negarse a ir a la guerra de Marruecos, polic¨ªas corruptos, ministros c¨ªnicos, periodistas cobardes y sumisos, prostitutas desquiciadas e incluso compa?eros de juerga sin escr¨²pulos.

Sin duda alguna, resulta dif¨ªcil de igualar la espl¨¦ndida galer¨ªa de tipos que desfilan por Luces de bohemia en un texto que alumbr¨® el esperpento, esa forma de tragedia a la espa?ola "inventada por Goya", seg¨²n nos relatan al final de la obra. Aunque Valle-Incl¨¢n cre¨® con Luces de bohemia todo un estilo de escribir teatro, el texto est¨¢ muy ce?ido a la ¨¦poca y no ahorra referencias concretas al rey Alfonso XIII, a pol¨ªticos caciquiles de la Restauraci¨®n como Maura o Romanones o a toreros de moda entonces, como El Gallo o Belmonte. Irreverente hasta la caricatura e iconoclasta hasta la crueldad, Valle-Incl¨¢n no deja t¨ªtere con cabeza en una obra llena de intenci¨®n, cr¨ªtica y mala leche. Por estas razones y por la vigencia que mantiene esta pieza, pese a los 90 a?os transcurridos desde que fuera escrita, Luces de bohemia ha pasado a ser un cl¨¢sico que deber¨ªa representarse con mucha frecuencia. Es m¨¢s, deber¨ªa ser cita obligada para estudiantes de Secundaria, al igual que los anglosajones hacen con sus autores de referencia.

As¨ª pues, un montaje de Luces de bohemia, texto complicado de llevar a escena por la multitud de personajes y de situaciones, ha de ser bienvenido. No obstante, la compa?¨ªa aragonesa Teatro del Temple solamente ha levantado un espect¨¢culo sencillo y un tanto plano, lejos del derroche de imaginaci¨®n esc¨¦nica y de trabajo de actores que requiere una obra tan significativa. Con cuatro plataformas m¨®viles para cambiar decorados y ocho actores que han de desdoblarse en infinidad de papeles -entre los que sobresalen Ricardo Joven y Pedro Rebollo-, el empe?o de representar Luces de bohemia con fuerza se convierte en una quimera.