Turismo desde el sof¨¢
El drag¨®n de la mueca histri¨®nica no es una buena bienvenida. Ah¨ª, en medio del inmenso patio gris, con esos pelos de punta y la mirada hueca, impone. Eso es lo que ha helado la sangre del eunuco. Podr¨ªa ser un drag¨®n maldito. ?Una se?al de los cielos? ?Lo habr¨¢ mandado colocar el emperador? Peores cosas se han visto en la Ciudad Prohibida de Pek¨ªn. Bah, que sea lo que tenga que ser. El eunuco, gorro, casulla y lazo al cinto, se envalentona. Entra al templete de columnas rojas y silencio mortuorio. Mira a un lado y otro. El pasadizo est¨¢ cerca. Ning¨²n soldado a la vista. Menos mal. En la China del siglo XVII, un domingo a las tres de la tarde, podr¨ªa haber pasado cualquier cosa. El torneo de tiro con arco est¨¢ al otro lado, tras el bosque de columnas, dorados y rojos. Es el objetivo.
"Avance, por favor". En la Espa?a del siglo XXI, el mismo d¨ªa a id¨¦ntica hora, el panorama de una familia sentada en un sof¨¢ es m¨¢s sopor¨ªfero. Fuera llueve. Dentro, la televisi¨®n dispara a bocajarro im¨¢genes sangrientas de Gaza. El eunuco lanza la flecha y traba amistad con una doncella. "Hola, ?quieres conocer al emperador?", le pregunta. ?l, que no se ha visto en otra ocasi¨®n mejor, acepta conocer a su todopoderoso amo, se?or de todo lo que ha visto en la vida. La familia mira donde quiere.
Cuatro siglos en una habitaci¨®n. Este fin de semana no ha habido escapada, pero el ordenador despliega un mundo de una est¨¦tica diferente, de una ¨¦poca misteriosa, de un exotismo reluciente. Otro universo. La p¨¢gina www.beyondspaceandtime.org, puesta a punto por IBM, propone tours por la China m¨¢s imperial. ?sta s¨®lo es la punta del iceberg. Un buen pu?ado de portales se han lanzado en los ¨²ltimos meses a eliminar las fronteras entre tiempo y espacio con los ciberviajes. No hace falta moverse. Algunos de ellos incluyen un avatar o personaje creado por cada usuario (el eunuco, por ejemplo) para aportar mayor realismo. Inmersi¨®n instant¨¢nea. As¨ª que uno puede tumbarse y matar el tiempo como siempre o ser un turista virtual. Pasear, sentirse cosmopolita hoy, traspasar los siglos como quien corre una cortina. Con todo lo que eso implica: interacciones y emociones. No es una experiencia solitaria.
-Se?or emperador, mis respetos.
La puerta de la Armon¨ªa Suprema de la Ciudad Prohibida se cierra. Espera el r¨ªo Dorado. Un mapa se despliega y el eunuco decide explorar el palacio. Luego echar¨¢ una partida de weiqi, un juego de mesa chino, con un viejo de perilla relamida que es m¨¢s listo que el hambre. Le ganar¨¢, por cierto. IBM, que ha tardado tres a?os en reconstruir meticulosamente este espacio tur¨ªstico y ahora de fantas¨ªa, ya se ha autoproclamado l¨ªder en mundos virtuales. Y es cierto que ¨¦ste es el primero dedicado a la herencia cultural de un pa¨ªs. Henry Chow, presidente de IBM en China, designa a los suyos casi como visionarios: "Esta iniciativa lleva la experiencia online a un nuevo nivel de innovaci¨®n con ricos contenidos, historias educativas y aspectos sociales y comunitarios que representan la pr¨®xima generaci¨®n de aplicaciones en 3D". Pero el gigante inform¨¢tico se ha quedado con ganas de m¨¢s: ya planea otro entorno parecido para la biblioteca del Vaticano y las pir¨¢mides de Egipto.
La alerta se ha lanzado al aire. Google, siempre con las pilas cargadas, no pierde detalle. Ha puesto sus ojos sobre las piedras de una civilizaci¨®n cuya expectaci¨®n jam¨¢s acaba. "Prep¨¢rate para explorar la ciudad como nunca antes la hab¨ªas imaginado" es el lema. El proyecto, dentro de su monstruo Google Earth, es mareante: la reconstrucci¨®n de Roma tal como era en el a?o 320 antes de Cristo, con m¨¢s de 6.000 edificios en 3D. Casi tesela a tesela. "Es la primera vez que incluimos una ciudad antigua en Google Earth. Volver atr¨¢s en el tiempo presenta nuevos retos", ha subrayado Bruce Polderman, product manager del subproducto. Los usos educativos no han tardado en aparecer. "Es la creaci¨®n de una m¨¢quina del tiempo virtual que nuestros hijos y nietos usar¨¢n para estudiar la Historia", ha matizado Bernard Fisher, director de Rome Reborn, el proyecto de la Universidad de Virginia que ha proporcionado los datos para la reconstrucci¨®n. Se han basado en la gigantesca maqueta del Museo della Civilt¨¤ Romana, construida por Italo Gismondi a principios del siglo XX. Las piedras aguantan.
El vuelo rasante deja a Pablo, de ocho a?os, con los ojos como platos. "?Y yo qu¨¦ soy, gladiador o esclavo?", inquiere mientras se asoma al interior del Coliseo. La imagen se acerca en un zoom a ras de las gradas. No hay muros destruidos, sino un enorme anfiteatro orgullo de una metr¨®poli. "?S¨ª, gladiator!". Entre templos, a Pablo se le va el santo al cielo. Entra en el foro de Julio C¨¦sar, admira el Tabularium y aprende, a trav¨¦s de unos paneles informativos, que el r¨ªo T¨ªber se desbord¨® el d¨ªa de la inauguraci¨®n del teatro Balbo y muchas de las personalidades tuvieron que llegar en barco hasta la puerta. O que el elegante templo de Vesta albergaba el fuego sagrado de la ciudad. El emperador Constantino puede mantener a un chiquillo de la generaci¨®n hiperactiva quieto y sin rechistar en una silla. Qu¨¦ cosas.
El fen¨®meno acaba de aterrizar. Esta nueva generaci¨®n de mundos virtuales es hija de una familia bien. El padre fue Second Life, con sus otras vidas que incluso gastaban dinero, y la madre fue Google Earth, con sus paisajes a vista de p¨¢jaro. El v¨¢stago les ha salido trotamundos. Sus hermanos mayores fueron las vistas panor¨¢micas, como la de 360 cities, de Google Earth, con la que se puede obtener la fotograf¨ªa panor¨¢mica de un paisaje que introduce al espectador en otra dimensi¨®n. Las maquetas de ciudades como la de Nueva York, Google Earth, han enganchado a una legi¨®n de entusiastas que quieren ver hasta la ¨²ltima voluta del ¨²ltimo edificio.
Esta revoluci¨®n en ciernes est¨¢ siendo caldeada por herramientas como Street view, propiedad del ubicuo Google. Cada vez son m¨¢s las ciudades que se unen a la n¨®mina de lugares fotografiados calle a calle, manzana a manzana, bloque a bloque. Sin secretos. Cualquiera se sorprender¨¢ en el primer vistazo que eche. Y la verdad es que todo esto, la claridad de las fotograf¨ªas y la posibilidad de seguir con el cursor el bullicio est¨¢tico, es incre¨ªble. En Espa?a, la aplicaci¨®n s¨®lo est¨¢ disponible para Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. En Europa, la mayor¨ªa de las capitales cuentan con ella.
La torre Agbar de la capital catalana, un fractal quebrado por los colores, brilla por el sol. Laura, una gaditana de 25 a?os con un trabajo de media jornada que aborrece y una carrera de fot¨®grafa en suspense, mira la escena y va paseando por la Diagonal. "Es lo ¨²nico que me queda ahora que no tengo dinero y no puedo viajar". ?Qu¨¦ va a hacer? "Por lo menos estoy entretenida". La imaginaci¨®n deber¨¢ mandar.
Pues que haga y deshaga. Sin embargo, los cibertours a¨²n andan a gatas. Las propuestas necesitan un tiempo que a la generaci¨®n de Internet le parecen siglos. El documental y el videojuego se acercan. La prueba es Hiroshi, uno de los alter ego que ofrece www.jneys.com, un sitio a¨²n en fase alfa, por lo que puede dar lugar a fallos. Necesita algunos meses m¨¢s. Hiroshi es un estudiante japon¨¦s fuera de casa. Tiene un viol¨ªn, una pasi¨®n desmesurada por las matem¨¢ticas y unos tirantes que le sujetan los pantalones. Se mete las manos en los bolsillos. El reclamo de Jneys es: "S¨¦ el mejor viajero desde la facilidad de tu silla".
Veamos. Hiroshi adquiere su propio veh¨ªcu-lo, un globo aerost¨¢tico, y parte rumbo al sur de Espa?a. Entre las rutas que le ofrecen, elige visitar los puntos clave para practicar surf en todo el planeta. Los escenarios son fotograf¨ªas de calidad que incluyen notas. Hiroshi se ha cansado de olas y tira para Sevilla. Facilidad para desplazarse hay, desde luego.
Si los turistas y los museos van indisociablemente unidos, en los recorridos por Internet no va a ser menos. Los de El Cairo, el Hermitage de San Petersburgo, el Louvre de Par¨ªs, el MOMA de Nueva York y el Thyssen de Madrid apuestan en sus sitios por recorridos virtuales por cada sala. Incluso se puede mirar de cerca algunas de las obras m¨¢s importantes y escuchar explicaciones. El arte es un fil¨®n y as¨ª lo ha visto www.eternalegypt.org, donde uno puede sentirse un fara¨®n al contemplar animaciones sobre c¨®mo se construyeron las pir¨¢mides de Giza, web cams sobre el valle de Karnak y visiones tridimensionales de bustos de la ¨¦poca.
En este auge de los cibertours, algo tendr¨¢ que ver el descalabro de los desplazamientos reales y la crisis de los demonios. Todo el mundo necesita evadirse. Eso cree Javier Garc¨¦s, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Estudios Psicol¨®gicos y Sociales. "Los ciberviajes tienen mucho m¨¢s que ver con las vivencias de ficci¨®n (como nos sucede cuando vemos una pel¨ªcula) que con los recorridos propiamente dichos. Este tipo de p¨¢ginas va a abrir un mundo de posibilidades, pero los viajes imaginarios con la misma fuerza que los reales est¨¢n muy lejos", contin¨²a Garc¨¦s. "Har¨ªa falta que se introdujera mentalmente a la persona en el escenario, es decir, provocar sue?os artificiales. Eso s¨ª ser¨ªa un aut¨¦ntico viaje virtual". Por ahora, es ciencia-ficci¨®n.
Mientras eso llega, la familia entra en sopor ante el mando a distancia. El eunuco quiere retar de nuevo al anciano. All¨¢ ¨¦l.
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