Vejeces indumentarias
Los columnistas disfrutamos del singular privilegio de crear amigos desconocidos que nos regalan su tiempo y, a veces, escriben animosas cartas de felicitaci¨®n y puntualizaci¨®n sobre asuntos que enriquecen nuestras historias. Tambi¨¦n, alg¨²n bilioso desocupado nos denuncia, de forma an¨®nima, con la esperanza de que su leg¨ªtima disconformidad lleve a la direcci¨®n a ponernos de patitas en la calle. Como es norma, los libelos no son cursados y a¨²n me duele el tiempo perdido en contestar a un sujeto que facilit¨® se?as falsas.
Es otro, el caso de don Jos¨¦ Fern¨¢ndez-Cormenzana, cuyas noticias recibo a trav¨¦s de EL PA?S. Misiva que nos rejuvenece a ambos, pues me llega con dos meses de retraso. Resulta que don Jos¨¦, adem¨¢s, es un colega confeso, lo que se echa de ver en el estilo suelto y preciso de sus escritos. Le sospecho m¨¢s joven pues, ?maldito sea el queso!, pocos me sobrepasan en edad. Quiz¨¢ disfrute de la jubilaci¨®n hace tiempo y escribe a mano las cartas con clara y firme caligraf¨ªa.
Los columnistas disfrutamos del singular privilegio de crear amigos desconocidos
Se refiere este comunicante a la cita que hice del gigante con zancos, que anunciaba la sastrer¨ªa Flomar por las calles de Madrid, ya antes de la Guerra Civil como hombre s¨¢ndwich vertical. Me aclara que la palabra une las s¨ªlabas iniciales del propietario: Florentino Mart¨ªnez, uno de los pioneros en la publicidad radiof¨®nica. A¨²n me resuena el estribillo, de otro competidor modernizado: "Carmena se llama el sastre / que viste a la gente bien. / Hace trajes y hace abrigos / como muy pocos se ven". Descendiente directa es una destacada miembro de la Magistratura, Manuela Carmena, que le ha tomado las medidas a muchos maleantes.
Aquel Florentino -?qu¨¦ predestinaci¨®n!- pas¨® del jaboncillo y el metro amarillento colgado del cuello, al metro cuadrado, seg¨²n me informa el amigo Fern¨¢ndez-Cormenzana, convirti¨¦ndose en poderoso promotor inmobiliario, adelantado en urbanizaciones de lujo, con campos de golf incorporados "como -le cito textualmente- Las Lomas y El Bosque, de la que se dijo que era la mejor urbanizaci¨®n ilegal de Espa?a por estar construida sobre terrenos no urbanizables, lindando literalmente con la cuenca del Guadarrama". Los sastres y los camiseros eran personas destacables y conocidas en la sociedad madrile?a. Yusti, otro adalid de la aguja, podr¨ªa ser considerado el precursor de las ventas a plazos, el puente que un¨ªa las orillas de quienes no pagaban tradicionalmente al sastre y los que tampoco pod¨ªan hacerlo por el progresivo incremento de los precios. Siento no aclarar a mi amable corresponsal, si el atropello de El Bosque tuvo que ver con el parentesco pol¨ªtico con el general Casta?¨®n Mena, jefe de la casa civil o el cuarto militar de Franco. La corrupci¨®n era conocida de antiguo, ya Tito escuch¨® de su padre, el emperador Vespasiano, que el dinero no tiene olor, aunque proceda de las cloacas. Yo mismo, habito la mayor parte del a?o en una de las torres que envilecen la cant¨¢brica playa de Salinas, erigidas con la complicidad de Arias Navarro, el ¨²ltimo presidente franquista. Desde el piso noveno de esa corrupci¨®n contemplo feliz las encrespadas rabietas del Cant¨¢brico, justo debajo del mirador.
Me ha conmovido el recado de Fern¨¢ndez-Cormenzana, porque reaviva, como una oportuna firma de la badila, las brasas cubiertas ya por la ceniza de aquellos recuerdos. Para las generaciones actuales no tienen sentido las precisiones del corresponsal y la afirmaci¨®n de que los hombres se hac¨ªan los ternos a medida, igual que las mujeres, si no pod¨ªan permitirse ir a la sucursal de Balenciaga, a Pedro Rodr¨ªguez o a Marbel, dispon¨ªan de una costurera profesional que confeccionaba en su taller o a domicilio. Se iba bien o mal vestido seg¨²n la habilidad del alfayate. Flomar era un adelantado del pr¨ºt-¨¤-porter y fue el oficio sartorio el que se diluy¨® entre la oferta de las dos o tres tallas para todos. Paralelo, pero diferente destino, el de los cocineros, retenidos en las mansiones se?oriales, hac¨ªan los guisos en las tabernas, figones y los escasos mesones reputados del Madrid de entonces. Hoy, algunos son inaccesibles estrellas, grandes sacerdotes del gaznate, seres s¨®lo vistos por una reducida clientela y por los m¨¢s avisados reporteros de la prensa, la radio y la televisi¨®n.
Por extravagante que parezca, los periodistas, abogados, m¨¦dicos, funcionarios o peritos cal¨ªgrafos ten¨ªan un traje oscuro en su armario, el traje de los domingos, azul marino o gris marengo, para las ocasiones de respeto. Y los que no pod¨ªan permitirse el esmoquin, lo alquilaban. Marchitas verduras de las eras.
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