El 'decretazo' de Ortega
El presidente de Nicaragua gobierna a golpe de decreto ignorando la Constituci¨®n y la asamblea
El pa¨ªs m¨¢s pobre de Am¨¦rica Central, Nicaragua, despu¨¦s de casi 20 a?os de gobernaci¨®n democr¨¢tica, est¨¢ retrocediendo hacia los modos autoritarios propios de la antigua dictadura somocista.
En 1979 un movimiento de izquierda aparentemente no dogm¨¢tica derrocaba a Anastasio Somoza, tras un valeroso combate de varios a?os. El sandinismo, bajo la presidencia de Daniel Ortega, manej¨® Nicaragua en a?os dif¨ªciles con un autoritarismo relativamente templado que muchos le perdonaban por lo grav¨ªsimo de la situaci¨®n econ¨®mica y la oposici¨®n de Estados Unidos bajo el presidente Reagan, que financiaba una contra-guerrilla para desestabilizar Managua. El r¨¦gimen convoc¨® unas elecciones en 1990 que fueron impecablemente democr¨¢ticas, en las que gan¨® una coalici¨®n de partidos, b¨¢sicamente liberales, con do?a Violeta Chamorro, viuda de Pedro Joaqu¨ªn, pr¨®cer asesinado por los esbirros de Somoza, como presidenta.
Pero la derecha, sin suficiente ayuda de Washington, que reprochaba a la presidenta un pacto con el sandinismo que le reconoc¨ªa el control del Ej¨¦rcito, fue incapaz de sacar al pa¨ªs de su atraso, en medio de un clima de esc¨¢ndalos econ¨®micos. As¨ª, un sandinismo que no hab¨ªa aprendido nada en la oposici¨®n, siempre dirigido por Ortega, recuperaba el poder en las elecciones de 2006, aunque sin mayor¨ªa suficiente en la asamblea.
En una muestra de contorsionismo pol¨ªtico, Ortega hizo las paces con la Iglesia, por la que nunca hab¨ªa mostrado afecto especial, al precio de prohibir el aborto, y no es exagerado decir que para mantenerse en el poder pod¨ªa haber pactado con el lucero del alba. Pero la aparici¨®n del dadivoso presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, con su proyecto de socialismo bolivariano, cualquiera que sea lo que eso quiera decir, le ha permitido a Ortega bru?ir sus antiguos ideales sandinistas. Y eso ha significado la progresiva miniaturizaci¨®n de la democracia en Nicaragua.
Las elecciones municipales de noviembre fueron, al decir de todas las fuentes internacionales, un mega-fraude en Managua, pero Ortega, no contento con atribuirse 105 de 146 ayuntamientos -aunque eso no quita que probablemente ganara en voto popular- orden¨® por decreto que el Consejo Supremo Electoral diera por buenos los resultados, sin recuento, luz, ni taqu¨ªgrafos, como exig¨ªa la oposici¨®n; y en diciembre, otro decretazo obligaba a incorporar al presupuesto las enmiendas dictadas por el presidente, paralizadas en la asamblea por la oposici¨®n, que as¨ª trataba de forzar al aprendiz de tirano a declarar nulas las municipales.
Nicaragua no es una dictadura, pero las crecientes libertades que el orteguismo se est¨¢ tomando con la Constituci¨®n, presagian el peor de los futuros, en un rumbo que parece casi mim¨¦tico al de la propia Venezuela. Aquel sandinismo de juventud cometi¨® graves errores, pero no impidi¨® el restablecimiento de la democracia. El actual s¨®lo es un enga?o.
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