Un optimista que lee a P¨¢niker
El director de la Fnac de Callao cree que la cultura sigue siendo una buena inversi¨®n
De su perchero cuelga, a modo de reliquia, uno de aquellos chalecos marrones que luc¨ªan los empleados cuando la Fnac desembarc¨® en Callao, all¨¢ por 1993. Ning¨²n departamento de imagen corporativa aceptar¨ªa hoy una prenda de aspecto tan a?ejo y solemne, y menos para un establecimiento cuyo director coloca los tris¨ªlabos "juventud" y "libertad" en el frontispicio de su catecismo comercial.
Jos¨¦ Manuel Cuesta lleva 12 a?os en la casa -siete meses al frente de la mastod¨®ntica tienda de Callao- y hace mucho que hubo de cambiar el chaleco de vendedor por la americana (sin corbata) de ejecutivo, pero hoy accede a la sugerencia del fot¨®grafo para recuperar su atuendo pret¨¦rito. Le cuesta disimular, eso s¨ª, la cara de guasa; la misma que le dedican sus colaboradores cuando le ven emerger de tal guisa por los pasillos. S¨ª, estamos en crisis, tal vez hayan o¨ªdo comentar algo estos ¨²ltimos tiempos. Y las navidades han sido "complicadas", corrobora sin pesta?ear este economista leon¨¦s de 40 a?os cumplidos en plenas fiestas y responsable de una plantilla cercana a los 250 trabajadores. Pero Jos¨¦ Manuel comparte algo de ese optimismo antropol¨®gico que se le atribuye a un ilustre paisano suyo empadronado en La Moncloa desde hace ya algunos a?os. "No podemos bajar los brazos", razona. "Hay que luchar, cada uno desde nuestro ¨¢mbito. Ya s¨¦ que es dif¨ªcil relativizar, porque aspiramos a seguir comiendo a diario, pero estas circunstancias son consustanciales al sistema. Entre la gente de mi equipo acostumbro a avisar de que a¨²n vivir¨¢n cuatro o cinco crisis m¨¢s antes de que se jubilen...".
"Un libro ofrece seis o siete horas de una experiencia muy intensa"
"Aviso a mi equipo de que a¨²n vivir¨¢n cuatro o cinco crisis antes de jubilarse"
De acuerdo: seamos optimistas. En semejante tesitura, ?hay noticia de gente dispuesta a rascarse el bolsillo en libros, discos, pel¨ªculas o cachivaches electr¨®nicos? "?Claro!", exclama Cuesta. "Un libro proporciona por menos de 20 euros entre seis y siete horas de una experiencia muy intensa. Es una buena inversi¨®n, porque la relaci¨®n entre precio y satisfacci¨®n resulta francamente favorable. Y no perdamos de vista la perspectiva hist¨®rica: la Gran Depresi¨®n, por ejemplo, aliment¨® una ¨¦poca dorada de los musicales".
Por necesidad de evasi¨®n, ansia por descubrir nuevas realidades o pura voracidad cultureta, m¨¢s de 20.000 almas franquean a diario las puertas de la Fnac en Callao. De ellas, s¨®lo la mitad acabar¨¢ pasando por caja. Si no hemos entendido mal, ?unos 10.000 visitantes diarios se evaporan sin desembolsar un triste c¨¦ntimo? "Es la filosof¨ªa de la casa", se sonr¨ªe el director. "Ofrecemos un f¨®rum de encuentros diarios gratuitos en la calle de Preciados, la m¨¢s cara de Espa?a. Puede parecer poco rentable, pero se trata de generar un ambiente caracter¨ªstico. Aqu¨ª hay libertad para tocar, leer, escuchar. La cultura y la tecnolog¨ªa se conciben como una forma de vida, aunque no todas nuestras aventuras tengan una viabilidad econ¨®mica clara".
En efecto, los chicos y chicas del chaleco nunca se acercan al potencial comprador para preguntarle por sus intenciones. La conversaci¨®n ha de surgir en sentido inverso: el visitante consulta y el vendedor asesora, a menudo, con cierto tino. Son chavales casi siempre j¨®venes, propensos a lucir piercings, tatuajes o melenas te?idas. Y enteradillos. Dicen que antes lo eran m¨¢s, pero su m¨¢ximo responsable se resiste a aceptarlo. "Cuando trabajaba en L'Illa de Barcelona ten¨ªamos en la secci¨®n de discos a la presidenta del club de fans de Marilyn Manson. Era una autoridad en la materia, imag¨ªnese. Algunos de ahora quiz¨¢ flojeen un poco en pop y rock, que es en lo que nos hemos quedado anclados los de mi generaci¨®n, pero son enciclopedias de m¨²sica urbana. Y gracias a mis chicos de cine he descubierto a Aronofsky, el de Pi, o rarezas muy curiosas de Jim Jarmusch".
Cuesta debut¨® en 1996 como vendedor de microinform¨¢tica. Trabajaba en el Continente de Barcelona, el d¨ªa que supo del desembarco espa?ol de la Fnac por un art¨ªculo en las p¨¢ginas sepia de este peri¨®dico. Jam¨¢s hab¨ªa escuchado mencionar tales siglas, pero aquella informaci¨®n result¨® premonitoria. Hoy invierte demasiadas horas al d¨ªa en su despacho de la quinta planta de Preciados, con vistas privilegiadas, pero se las ingenia para ojear una buena pila de libros que descansan sobre una repisa. Terminar¨¢ compr¨¢ndoselos casi todos justo cuatro pisos m¨¢s abajo. ?sos y una buena remesa de c¨®mics y cine mudo para los reyes de su casa, dos chavales que andan por los ocho y cuatro a?os.
"Lo mejor que he le¨ªdo estos ¨²ltimos meses es Asimetr¨ªas, de Salvador P¨¢niker", anuncia sin atisbo de presunci¨®n. "No figura entre los autores m¨¢s vendedores, pero a m¨ª me ha cambiado la vida. Ayuda a comprender este mundo h¨ªbrido y cambiante, de anarquistas religiosos, que hoy nos rodea y a veces nos desconcierta". Intuye que en su traslaci¨®n de ciertos ingredientes de la filosof¨ªa oriental a nuestra visi¨®n de occidentales urbanitas radica algo parecido al equilibrio. Y a la felicidad.
?La felicidad a 21,90 euros? Si as¨ª fuera, entran ganas de hacerse con un ejemplar. O de ojearlo, cuando menos, en el hemiciclo de lectura de la tercera planta. Es gratis total.
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