Consejos para candidatos
Si van a leer esto, vayan por adelantado tres disculpas. La primera, por contarles mi vida. A comienzos de este siglo, pas¨¦ de llamarme oficialmente Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Pereiro a Xos¨¦ Manuel Pereiro S¨¢nchez. M¨¢s que nada por adecuarlo a la realidad (a m¨ª me llaman como me llaman) y de paso para que mis hijos no tuviesen denominaci¨®n de mantequer¨ªa madrile?a o de productores de jabugo -S¨¢nchez Romero-. No les quiero aburrir con lo prolijo de los tr¨¢mites, en teor¨ªa sencillos, pero que, por ejemplo, hicieron que durante medio a?o tuviese documentaci¨®n y tarjetas bancarias con todas las combinaciones posibles de dos nombres y dos apellidos. La mayor¨ªa de las veces, porque el escribiente de turno -por mucho que tuviese el nuevo DNI delante de sus narices- consideraba, consciente o inconscientemente, que un Xos¨¦ no deja de ser un Jos¨¦ de toda la vida. Curiosamente, tambi¨¦n, sobre todo fuera de Galicia, hubo quien me apunt¨® como Xox¨¦, en la creencia quiz¨¢s de que cambiar una jota por una equis no deja de ser un vicio auton¨®mico o ganas de amolar, y por lo tanto uno no se conforma con hacerlo una vez si puede repetir.
Los funcionarios no tienen culpa de que la burocracia no funcione y se exija una hemorragia de papeleo
El caso es que, hace muy poco, tuve que asentar -creo que se dice as¨ª- a la hija mediana en el registro municipal de Oleiros, procedente del de Madrid, en el que figuraba con los apellidos mantequeros. Esgrim¨ª el Libro de Familia, mi DNI y el del hijo mayor, como prueba de que los apellidos legales de la criatura eran Pereiro Romero. "Nosotros s¨®lo podemos escriturar lo que mandan del Registro Central. Tiene que arreglarlo en el registro de A Coru?a", me dieron como ¨²nica soluci¨®n.
En cuestiones de burocracia, nunca alcanzo a entender los argumentos y me limito a hacer lo que me dicen. As¨ª que emple¨¦ otra ma?ana libre en afrontar el desconcierto amable de los funcionarios coru?eses: "Claro, al cambiar usted los apellidos, deber¨ªan haberlo comunicado a todos los registros...", fue m¨¢s o menos lo que entend¨ª. El caso es que tampoco all¨ª me valieron las pruebas documentales que llevaba. "Es que el Libro de Familia puede estar mal" -de hecho, bien no est¨¢: uno de mis tres v¨¢stagos aparece como hijo de Jos¨¦ y los otros dos de Xos¨¦-, me dijeron, y me convocaron a ir de nuevo provisto de mi partida de nacimiento para demostrar que yo era quien era. A todo esto, yo pensaba que existe una ley que exime a los ciudadanos de aportar documentaci¨®n que la Administraci¨®n tiene ya en su poder, pero ahora tengo bastantes ma?anas libres.
Casi tantas como necesit¨® un conocido para apuntarse al paro. La primera vez que fue al Inem, sobre las doce, se encontr¨® con que se hab¨ªan acabado los n¨²meros para entregar la solicitud de prestaci¨®n. Al d¨ªa siguiente, una hora antes, tampoco hab¨ªa. Pregunt¨® sobre qu¨¦ hora era buena y le dijeron que sobre las diez. El tercer d¨ªa, a las diez menos cuarto, estaban agotados. "Es que, como hay mucha gente, s¨®lo se dan 60 n¨²meros", le explicaron. A pesar de no entender c¨®mo el exceso de demanda determina la reducci¨®n de la oferta, el cuarto d¨ªa decidi¨® ir antes de que abriesen la oficina. A las 8.45 se encontr¨® con una cola de un centenar de personas. Obtuvo el n¨²mero 54 y a las 9.02 dejaron de darlos. Le recogieron la documentaci¨®n cinco horas exactas despu¨¦s, a las 13.45. Me acord¨¦ de una rueda de prensa, tiempo ha, en la que anunciaron que a partir de entonces los parados podr¨ªan tramitar todo por internet, y as¨ª los funcionarios podr¨ªan centrase en buscarles trabajo.
La segunda disculpa es a los funcionarios, que no considero que, en general y salvo excepciones (eso s¨ª, campantes), tengan la culpa de que la burocracia no funcione. Ellos no son los responsables de que los registros no est¨¦n informatizados, o de que los que lo est¨¢n no est¨¦n interconectados, como no lo est¨¢n. O de que exijan una hemorragia de papeleo del que la Administraci¨®n dispone a un golpe de clic, como demuestra la eficac¨ªsima Agencia Tributaria. Y de que ante cualquier duda, la reacci¨®n inmediata no sea aplicar el sentido com¨²n, sino solicitar otro papel. Incluso te llaman por tel¨¦fono, si algo est¨¢ mal: a mi amigo, que tambi¨¦n invirti¨® los apellidos, lo llamaron para que se pasase de nuevo con el DNI.
La tercera disculpa es por dar consejos a los candidatos a las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. Dejen, por sus madres, de prometer infraestructuras incumplibles -y lo que es peor, por lo general innecesarias-, o de reproducir argumentos como aquel que versific¨® Lorca: "En el Caf¨¦ de Chinitas dijo Paquiro a su hermano: soy m¨¢s eficiente que t¨², tan gallego y m¨¢s gitano". Ya sabemos que, como dec¨ªa Charles Bukowski, la diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en una democracia se puede votar antes de obedecer las ¨®rdenes, y que la pol¨ªtica no arregla cosas como el paro, pero procuren centrarse en lo que s¨ª est¨¢ en su mano. Intenten que la cosa funcione.
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