Comercios y librer¨ªas
Una de las causas que explican el surgimiento de las ciudades es la necesidad de concentrar en el espacio las actividades de comercio: el intercambio entre oferentes y demandantes es m¨¢s sencillo cuando todos se encuentran cara a cara. El comercio electr¨®nico supone un cambio sustancial en este enfoque de la actividad comercial. Es verdad que las ventas por cat¨¢logo existen desde hace tiempo (y son de hecho muy populares en pa¨ªses como Francia), pero el comercio es Internet es otra cosa. Ofrece un enorme mercado virtual en el que puedes entrar y salir sin moverte de casa; aunque la tuya se encuentre en una aldea de Os Ancares. Basta con disponer de conexi¨®n Internet a una velocidad razonable.
Las tiendas de los centros de la ciudades tienen un inter¨¦s que va m¨¢s all¨¢ de lo comercial
De forma paralela aunque independiente, se consolidan las grandes superficies comerciales incluso en ciudades peque?as y villas. Superficies que tienden a ubicarse fuera del centro, buscando suelo m¨¢s barato y accesos directos por carreteras de alta capacidad.
En esta tesitura, y ante el futuro del comercio minorista en el centro de nuestras ciudades, caben dos posturas. La primera es la del laissez faire. Que el juego del mercado, las decisiones de los consumidores y la habilidad de cada comercio decida el futuro. Si los consumidores prefieren comprar por Internet en tiendas situadas a miles de kil¨®metros o en grandes superficies donde aparcan gratis su coche y pasan la tarde sin mojarse; si las tiendas tradicionales no saben adaptarse, qu¨¦ se le va a hacer.
La segunda opci¨®n es asumir que el comercio del centro de las ciudades tiene un valor que va m¨¢s all¨¢ del inter¨¦s del comerciante, que supone un activo para nuestras ciudades y que en una fase en la que todos nos preocupamos por la planificaci¨®n estrat¨¦gica a escala local es un sinsentido abandonarlo a su suerte. Yo me decanto por esta posici¨®n. El comercio en el centro de las ciudades aporta alegr¨ªa ("ilumina las calles") y dinamismo; es el que puede ofrecer originalidad y conocimiento especializado frente a la estandarizaci¨®n y el no lugar de las grandes superficies y las cadenas comerciales; y puede decantar la visita tur¨ªstica a una ciudad o a otra, cuando las grandes superficies se repiten por doquier y el tren de alta velocidad elimina barreras.
Por supuesto, lo anterior no significa vetar el comercio electr¨®nico o la instalaci¨®n de grandes superficies; algo que ser¨ªa imposible o dudosamente legal. De lo que se trata es de fortalecer el comercio del centro, utilizando como palanca el tejido asociativo existente y las competencias locales y auton¨®micas disponibles, al tiempo que se es prudente a la hora de tomar decisiones sobre la ubicaci¨®n de nuevas superficies o los horarios comerciales.
Si lo anterior es verdad para el conjunto del comercio, adquiere dimensi¨®n especial en el caso de las librer¨ªas. Su rol de intermediarias culturales las convierte en doblemente valiosas.
Las librer¨ªas venden un producto comercialmente heterog¨¦neo. Por un lado, best sellers y libros de texto. Por otro, el resto. Lo primero es lo que genera m¨¢s ingresos y comparativamente menos esfuerzo. Lo segundo es fundamental para autores, editoriales, y la propia sociedad. Las librer¨ªas se convierten en insustituibles interfaces entre productores y lectores: Internet a¨²n no ha podido igualar la percepci¨®n que se obtiene al hojear los libros f¨ªsicos.
Por ello, creo que deber¨ªamos proteger e impulsar nuestra red de librer¨ªas, en ciudades, villas y pueblos. ?C¨®mo hacerlo? Sin ¨¢nimo de exhaustividad, se me ocurren algunas ideas: evitar que se les haga competencia desleal (grandes superficies, ventas directas en centros escolares...) en la parte m¨¢s lucrativa de su negocio y la que de hecho sostiene las cuentas de explotaci¨®n; patrocinar actividades culturales (cuentacuentos, presentaci¨®n de libros...) en las librer¨ªas que, mediante incentivos, adapten sus espacios para albergar este tipo de actividades; en fin, dar a las librer¨ªas en el sector cultural la importancia que tienen para que los ciudadanos de ciudades, villas y pueblos sean m¨¢s cultos y nuestra sociedad m¨¢s rica.
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