Ibarretxe se hace gallego
Es buena verdad que hay crisis, y m¨¢s habr¨¢. Tambi¨¦n es muy espa?ol el vivir ag¨®nicamente, siempre el cataclismo en la puerta, y muy gallego el tener interiorizado que estamos condenados a ser poquita cosa. Pero Espa?a, con sus debilidades estructurales que har¨¢n m¨¢s aguda nuestra crisis, se ha transformado cualitativamente desde que entr¨® en la Uni¨®n Europea, y Galicia tambi¨¦n.
Podemos tirarnos de los pelos y discutir por la palabra "naci¨®n", "Espa?a", "Estado espa?ol", "Galiza", "autonom¨ªa" y lo que queramos, pero estamos viviendo sin darnos cuenta en un experimento hist¨®rico en curso en el que Galicia tiene una relativa capacidad de autogobierno y en el que se est¨¢n dando unas relaciones pol¨ªticas dentro del Estado que son casi federales.
Galicia depende de la buena voluntad que tenga quien ocupe la presidencia del Gobierno
La negociaci¨®n de la financiaci¨®n de las autonom¨ªas que est¨¢ llevando a cabo el Gobierno es un ejemplo de ello. El presidente, aficionado al baloncesto al cabo, usa cintura y corre por la cancha y con su vicepresidente econ¨®mico de la mano hace una ronda de negociaci¨®n con los presidentes de comunidades aut¨®nomas. Escucha las distintas necesidades y busca como encajarlas en una propuesta global. Esto desconcierta y horroriza a la derecha, que parecer a?orar a un presidente tieso como palo de escoba y que no est¨¢ en casa y no recibe, como hizo Aznar en su segunda legislatura. ?Y es que ya no hay hombres! Pero esta negociaci¨®n es un ejercicio pr¨¢ctico de respeto y reconocimiento pol¨ªtico de las comunidades aut¨®nomas y de negociaci¨®n bilateral, federal. Que desde la derecha se crea que el traspaso de competencias y fondos a una comunidad aut¨®noma va en contra del bien com¨²n y del Estado refleja que creen que el Estado son ellos y que reside en Madrid. Una visi¨®n muy alejada de la realidad demogr¨¢fica, cultural, econ¨®mica y pol¨ªtica espa?ola.
Aunque esa misma ronda negociadora tambi¨¦n muestra la debilidad de este momento federal, pues se basa en la voluntad pol¨ªtica del actual Gobierno: podr¨ªa no hacerse as¨ª. Podr¨ªa asignarse una financiaci¨®n auton¨®mica sin di¨¢logo ni negociaci¨®n: ¨²nicamente el Pa¨ªs Vasco, Catalu?a y, en la estela de ¨¦sta e imit¨¢ndola, algunas comunidades que han renegociado sus estatutos fijando condiciones para su financiaci¨®n. Galicia, no es de ¨¦sas. Galicia depende de la buena voluntad, de la ecuanimidad y de la cultura democr¨¢tica que tenga quien ocupe la presidencia del Gobierno. Y eso porque no renov¨® su estatuto de autonom¨ªa... ?sa es la responsabilidad que asumi¨® en su d¨ªa el PP de Galicia, no s¨¦ si la opini¨®n p¨²blica lo comprende y lo juzga, pero es una responsabilidad grande.
Pero este Estado de las autonom¨ªas en el que muchos entramos pensando que ser¨ªa transitorio parece que ya es una soluci¨®n hist¨®rica y que es aqu¨ª donde tenemos que movernos unos y otros. Tambi¨¦n vascos y catalanes. Luego de tantos a?os ya de democracia y autonom¨ªa y de ensayar distintas soluciones, tanto el nacionalismo vasco como el grueso de las fuerzas catalanas parece que debieran analizar d¨®nde est¨¢n y revisar sus realidades y sus estrategias hist¨®ricas. S¨®lo la debilidad y el agotamiento pol¨ªtico pueden explicar, por ejemplo, la decisi¨®n del lehendakari de convocar las elecciones vascas coincidiendo con las gallegas. Pues con esa convocatoria lo que hace es confundir, confundirse en un proceso electoral m¨¢s amplio, desdibujar en suma el perfil pol¨ªtico de Euskadi. Es una decisi¨®n est¨¦ticamente penosa e impensable hace unos a?os para un Pa¨ªs Vasco con marcado car¨¢cter nacional y contenido pol¨ªtico, gobernado adem¨¢s por un partido nacionalista. Desde luego que le resta perfil propio a las elecciones gallegas. El PNV va a lo suyo, pero sobre todo rebaja el perfil propio vasco.
Seguramente que en la decisi¨®n pesa el creer que es perjudicial para su principal rival electoral, el Partido Socialista, pero m¨¢s bien es un reconocimiento de que necesita desdramatizar la din¨¢mica pol¨ªtica vasca, necesita rebajar dramatismo y reducir el dilema un tanto desestabilizador que ¨¦l mismo le plante¨® a Euskadi con su plan: escoger entre un proyecto que cuestiona el marco del Estado o apostar por la continuidad, reformando el estatuto vigente. Es parad¨®jico que un gobernante que plante¨® primero opciones bastante radicales tenga ahora que rebajar el car¨¢cter de las elecciones que son m¨¢s propias a los vascos. Ibarretxe se hizo-7d9294e120de2
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