Los retos de 2009
El a?o 2008 ha terminado con gran preocupaci¨®n y desconfianza de todos los agentes econ¨®micos y sociales. La desconfianza est¨¢ provocada por los efectos de la crisis financiera internacional y espa?ola, el temor de los inversores a la aparici¨®n de nuevas noticias de quiebras y fraudes que pueden mermar sus ahorros, el temor de los trabajadores a perder sus empleos; la ca¨ªda de las ventas, que, junto a la escasez de cr¨¦dito, dificultan el funcionamiento de las empresas, hacen que las magnitudes fundamentales para el funcionamiento de la econom¨ªa como son la producci¨®n, el consumo y la inversi¨®n presenten tendencias muy negativas y expectativas poco esperanzadoras.
Aunque comencemos 2009 con este panorama tan negativo, todos, empezando por los Gobiernos (estatal, auton¨®micos y locales), y continuando por los financieros, empresarios y ciudadanos en general, debemos plantearnos c¨®mo acometer el a?o, cada uno con sus propias responsabilidades, para conseguir salir cuanto antes de esta situaci¨®n. En mi opini¨®n, ya no cabe la negaci¨®n de las dificultades y los retos del nuevo a?o, que son muchos; los resumir¨ªa en dos categor¨ªas: corregir los excesos cometidos y recuperar la confianza.
Incluso en el escenario m¨¢s optimista de recuperaci¨®n habr¨ªa que corregir defectos estructurales de la econom¨ªa
En la primera categor¨ªa, los excesos cometidos en la ¨²ltima d¨¦cada han sido muchos y se han visto en especial reflejados en el excesivo nivel de endeudamiento del pa¨ªs. Confiados en la facilidad de financiaci¨®n exterior, la deuda del pa¨ªs ha excedido el 10% del PIB, la tasa m¨¢s elevada de toda Europa. El gasto por encima de los ingresos que ha generado ese endeudamiento se ha hecho en todos los ¨¢mbitos econ¨®micos.
En primer lugar, las administraciones p¨²blicas, la mayor¨ªa de las auton¨®micas y locales que, excepto el Estado, se han excedido con mucho en los gastos realizados por encima de sus capacidades de ingresos, endeud¨¢ndose para muchas generaciones. Las instituciones financieras que han invertido en activos de riesgo cada vez m¨¢s complicados y opacos, sin conocer siquiera cu¨¢l era la verdadera valoraci¨®n de los mismos, ofreci¨¦ndoselos posteriormente a sus clientes como activos de calidad. Las grandes empresas que, olvidando el verdadero objetivo de su negocio, han realizado inversiones burs¨¢tiles y otras compras de activos con la expectativa de obtener f¨¢ciles beneficios. Los peque?os inversores que, animados por la obtenci¨®n inicial de ganancias f¨¢ciles, se han endeudado por encima de su capacidad de financiaci¨®n. Tambi¨¦n ha habido excesos grandes en los gastos corrientes: gastos de viajes, sueldos y bonus desmesurados en las grandes empresas, crecimiento excesivo de los gastos corrientes de las administraciones p¨²blicas, culto a los gastos corrientes de las familias a veces en base al endeudamiento de las mismas. El culto al gasto ha sido generalizado. La avaricia y la ostentaci¨®n han sido dos variables no econ¨®micas que han provocado la crisis actual.
Y ahora toca ajustarse. Parte del ajuste vendr¨¢ obligado por la escasez de liquidez del sistema y la dificultad para financiar las deudas, pero el ajuste deber¨ªa llevar a actitudes voluntarias m¨¢s realistas y sensatas. Como consecuencia de estas actitudes, algunos, que no son precisamente los m¨¢s responsables, ya est¨¢n pagando caro estos excesos de la sociedad espa?ola. Son los asalariados y aut¨®nomos que se quedan sin trabajo y las peque?as y medianas empresas que, adem¨¢s de ver disminuir sus ventas, no disponen del cr¨¦dito necesario para mantener el negocio.
Por otra parte, la falta de confianza es generalizada. La desconfianza internacional hacia la capacidad de Espa?a para superar la crisis hace m¨¢s dif¨ªcil y m¨¢s cara la financiaci¨®n de la deuda. Acabamos de conocer la posible reducci¨®n de la valoraci¨®n de la deuda espa?ola, que incidir¨¢ en su precio. La desconfianza de los inversores con expectativas de que los precios de los activos puedan continuar cayendo impide una m¨ªnima recuperaci¨®n de la inversi¨®n. Los precios de las viviendas deben retroceder a niveles m¨¢s acordes con las rentas y salarios de los ciudadanos para que se pueda absorber el exceso de oferta del mercado. La desconfianza de los consumidores, con temor de que su situaci¨®n personal y familiar pueda empeorar, les hace m¨¢s prudentes en los gastos. Es, por tanto, necesario hallar el camino para recuperar la confianza perdida y que las empresas puedan producir m¨¢s y mejor; los inversores, invertir con seguridad y obtener rendimientos razonables, y los consumidores, comprar sin temor pero ajust¨¢ndose a sus capacidades.
Sin embargo, una vez hechos los ajustes, contamos con algunos aspectos positivos en los que apoyar la deseada recuperaci¨®n. Las autoridades monetarias est¨¢n haciendo los esfuerzos necesarios para recuperar la estabilidad financiera aportando liquidez al sistema y bajando dr¨¢sticamente los tipos de inter¨¦s. Por otra parte, los precios del crudo y las materias primas se han moderado, eliminando uno de los factores desencadenantes de la crisis y provocando una reducci¨®n de la inflaci¨®n que afectar¨¢ positivamente a la renta de las familias.
Pero no hay que confiarse. Incluso en el escenario m¨¢s optimista planteado en estos momentos con una posible recuperaci¨®n de la econom¨ªa en la ¨²ltima parte de 2009, es absolutamente necesario corregir los defectos estructurales de la econom¨ªa productiva. El sector financiero tiene que recuperar su objetivo fundamental y conceder liquidez a las empresas de forma responsable. Las empresas deben ser m¨¢s competitivas reduciendo costes y buscando huecos en mercados internacionales. El mercado laboral tiene que ganar en flexibilidad y adecuarse a las nuevas condiciones de los mercados. Las administraciones p¨²blicas, m¨¢s eficaces pensando en el servicio a los ciudadanos, facilitando los tr¨¢mites burocr¨¢ticos, agilizando la justicia, especialmente en asuntos administrativos.
El Gobierno tiene su parte de responsabilidad y, adem¨¢s de asumirla, podr¨ªa ayudar a que el ajuste sea m¨¢s eficaz. No est¨¢ mal que ayude a aliviar a los m¨¢s desfavorecidos, con pol¨ªticas sociales, a soportar la crisis. Pero no basta con eso, la recuperaci¨®n vendr¨¢ necesariamente por la v¨ªa de las empresas que pueden crear empleo y actuar como catalizador de la confianza de todo el sistema. Hay que pensar en el medio y largo plazo, corregir las rigideces de nuestro mercado e invertir a futuro en educaci¨®n, formaci¨®n e innovaci¨®n de procesos y productos. Los nuevos par¨¢metros para la pr¨®xima d¨¦cada deber¨ªan ser trabajo, eficacia y austeridad.
Carmen Alcaide es economista y ex presidenta del INE.
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