Presidente Obama
Mientras le¨ªa el pasado noviembre las cr¨®nicas de los enviados especiales a Estados Unidos, y, especialmente, el vibrante discurso de Barack Obama en el Grant Park de Chicago, la noche de su triunfo electoral, me parec¨ªa que caminaba por el t¨²nel del tiempo.
Me sorprend¨ªa sentirme de nuevo emocionado junto a millones de personas, algo que cre¨ªa ya definitivamente imposible o superado. Ya en 1963, los j¨®venes de entonces sufrimos la primera frustraci¨®n que nos deparaba el sue?o americano: el asesinato de John F. Kennedy y de su Nueva Frontera dirigida a ayudar a los pobres. El asesinato en 1968 de Martin Luther King, con su Tengo un sue?o convertido luego en pesadilla de napalm que regaba los campos de Vietnam, ahond¨® m¨¢s la amargura del des¨¢nimo.
Estos ¨²ltimos ocho a?os parec¨ªan habernos vacunado ya de toda esperanza.
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