Gas sin escr¨²pulos
Pese al acuerdo con Ucrania, Europa no puede seguir reh¨¦n de los designios energ¨¦ticos de Putin
El acuerdo ayer entre Rusia y Ucrania para restablecer el suministro de gas a la antigua rep¨²blica sovi¨¦tica, y por extensi¨®n a buena parte de Europa, pone final aparente a una larga pelea entre vecinos mal avenidos, pero dista de asegurar tranquilidad a los pa¨ªses que llevan tres semanas tiritando. En la ¨²ltima fase de este contencioso intermitente, iniciado en 2006 y al que la geopol¨ªtica ha convertido en conflicto de amplias repercusiones, necesidades b¨¢sicas de millones de personas, como calentarse en invierno, han sido supeditadas por el Kremlin a su conveniencia pol¨ªtica. Mosc¨² y Kiev han perdido en el proceso, si ten¨ªan alguna, cualquier credibilidad como interlocutores de una Uni¨®n Europea que, por su parte, paga un elevado precio por su ambig¨¹edad e indecisi¨®n respecto a los designios energ¨¦ticos de Vlad¨ªmir Putin.
De la eficacia del compromiso solemnizado por Putin y Timoshenko tendremos noticia cuando el gas comience a llegar a las cocinas y radiadores de b¨²lgaros, eslovacos, h¨²ngaros, rumanos o serbios, entre los grandes perdedores. Acuerdos anteriores, como en octubre, se convirtieron en papel mojado en horas; al igual que el conseguido el fin de semana en Bruselas con la UE de por medio. A la postre, la guerra del gas es el trasunto comercial, aderezado por intermediarios filodelictivos, de una enraizada disputa pol¨ªtica entre Mosc¨² y Kiev. Si Rusia solventa en parte con ella su profunda animadversi¨®n por los gobernantes prooccidentales de Ucrania, en la antigua y empobrecida rep¨²blica sovi¨¦tica sirve para prolongar la impresentable y paralizante confrontaci¨®n entre el presidente Yushenko y su primera ministra Timoshenko, ambos en permanente campa?a electoral.
La falta de escr¨²pulos del Kremlin le invalida como socio fiable de la UE, pero la indefensi¨®n europea ante los hechos consumados resulta alarmante. La enorme dependencia del gas ruso, casi el 30%, exige de Bruselas, ninguneada por el Kremlin en la exhibici¨®n de picaresca pol¨ªtica que se inici¨® el 1 de enero, decisiones inmediatas y relevantes. Los l¨ªderes europeos, que con tanta frecuencia invocan un mercado ¨²nico y transparente del gas, deben poner manos a la obra. Uno de los mayores bloques econ¨®micos mundiales no puede ser reh¨¦n en su desarrollo y bienestar de un interlocutor como Mosc¨². La cumbre europea de marzo, en este sentido, deber¨ªa ser, de una vez por todas, la de los hechos.
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