Identidad del mutante
Es el fin. Es el reino de la muerte. Y la celebraci¨®n de un ser humano en plena mutaci¨®n. El mundo que ha creado Marina N¨²?ez se hace eco de los delirios pict¨®ricos que poblaron la cabeza de El Bosco o Brueghel para erigir un tenebroso, a la vez que fr¨ªo, paisaje urbano futurista. La exposici¨®n que se inaugura el pr¨®ximo d¨ªa 31 en el Musac se titula FIN y sigue la estela de la serie Ciencia Ficci¨®n y del trabajo que hizo el a?o pasado para la catedral de Burgos, donde se le encarg¨® hacer una representaci¨®n iconogr¨¢fica actual del infierno. Pero a Marina N¨²?ez (Palencia, 1966) lo que le interesa no es un vac¨ªo ejercicio de prospecci¨®n o fantas¨ªa. M¨¢s all¨¢ del cuerpo f¨ªsico del mutante, lo que cuenta son las transformaciones que ¨¦ste sufre en su identidad como ser humano. FIN ser¨¢ un recorrido por cuatro grandes espacios del museo leon¨¦s. V¨ªdeos de cr¨¢neos mutantes de cristal negro en los que se refleja el rostro del espectador. Un ondulante paisaje mar¨ªtimo con inquietantes seres-probeta; el hombre de Vitruvio que dibuj¨® Leonardo, convertido en ar¨¢cnido y ardiendo en llamas; una megaciudad en la que lo humano se funde con lo arquitect¨®nico, construido a partir de huesos, desechos y poblada de esqueletos de seres fant¨¢sticos. Un trabajo minucioso, pese a la ayuda de ordenadores y programas avanzados de 3D. "En un v¨ªdeo de 59 segundos empleo tres meses de trabajo", explica. La tecnolog¨ªa se da la mano con lo artesanal.
"Parece que es posible que el cuerpo pueda cambiar de forma dr¨¢stica pero que tu subjetividad permanezca intacta"
PREGUNTA. Vamos a empezar por el fin. No s¨®lo porque ese sea el t¨ªtulo de la exposici¨®n, sino porque la del fin es una idea recurrente en su obra, relacionada con lo poshumano.
RESPUESTA. La idea general es m¨¢s metaf¨®rica que literal. No hablo del fin del hombre -que deja de vivir en la tierra, etc¨¦tera- sino c¨®mo ciertas caracter¨ªsticas de lo humano, que me parece que est¨¢n anquilosadas, desfasadas y que vienen de otra ¨¦poca, se mantienen de manera implacable. Parece que es posible que el cuerpo pueda cambiar de forma dr¨¢stica pero que tu subjetividad permanezca intacta. No tiene l¨®gica, puesto que somos cuerpo, no somos otra cosa. Es una idea muy cl¨¢sica de la vieja cultura occidental, esa dualidad entre alma y cuerpo. O entre esp¨ªritu y cuerpo. O entre raz¨®n y cuerpo. No tiene ning¨²n sentido porque si el cuerpo muta, la identidad muta.
P. ?Lo que quiere decir es que no hay muchas interpretaciones o an¨¢lisis filos¨®ficos o psicol¨®gicos sobre los cambios mentales o de identidad tras los cambios f¨ªsicos?
R. Los fil¨®sofos s¨ª hablan de ello, los que no lo hacen son los que trabajan con la ciencia-ficci¨®n popular. Hay algunos libros de este g¨¦nero que s¨ª, que trabajan con transformaciones corporales y tambi¨¦n de identidad. Pero, en general, en el cine no sucede. Es curioso porque los cuerpos mutan y se mantienen algunas caracter¨ªsticas perniciosas como, por ejemplo, la identidad humana como algo r¨ªgido, frente a la idea -mucho m¨¢s interesante- de la identidad humana como algo metam¨®rfico. O, como dice Judith Butler, la identidad como performance. Algo que se construye y reconstruye en cada interacci¨®n social, y que no est¨¢ fijado desde que nacemos como algo esencial de una vez y para siempre. Como si tuviera un origen divino y no pudiera cambiar. Que se manifiesta com¨²nmente en la cultura cuando dices: es que yo soy as¨ª. ?Pero c¨®mo? Todo el mundo va cambiando.
P. Ahora cada vez m¨¢s gente quiere modelar artificialmente su cuerpo.
R. En este momento, ese cambio es posible, pero tambi¨¦n el de la identidad. El ejemplo claro son los sitios de Internet donde la gente se inventa su personalidad en una especie de patchwork. Una especie de Frankenstein discursivo: te inventas la edad, la ocupaci¨®n, el g¨¦nero, todo lo que es tu vida, tus relaciones. Y todo es fantas¨ªa o mentira. Pero suele ser una personalidad que cumple muchos de tus anhelos. De eso que en la sociedad, de alguna manera, es m¨¢s dif¨ªcil de cambiar. De manera que la gente est¨¢ empezando a comprender que todo es m¨¢s fluido y menos inm¨®vil.
P. La literatura siempre dio la posibilidad de vivir otras vidas, pero de una forma algo pasiva. Con los avatares que se crean en el mundo virtual, es uno mismo el que los moldea y vive con ellos.
R. Y haciendo de ti un personaje, lo que tambi¨¦n es muy interesante. Porque eso permite que te veas un poco desde fuera. Otra de las ideas b¨¢sicas que me gustan es la de lo unitario -que es lo que considero desfasado- frente a lo m¨²ltiple. Tiene que ver con lo mismo, el que no somos una cosa sola sino muchas cosas que se van superponiendo o yuxtaponiendo, de manera que jugamos muchos roles. Sin embargo, en la cultura popular todav¨ªa no lo asimilan. Desde el feminismo se ha hablado mucho de eso cuando se dec¨ªa que las mujeres ten¨ªan que cumplir varios roles, desde la eficiente profesional, fr¨ªa y ambiciosa, del trabajo hasta volver a casa y convertirse en la madre cuidadora y tierna. La idea es que si formamos como sujetos imagen seg¨²n estereotipos, por lo menos, multipliqu¨¦moslos. Luego, otra de las ideas cl¨¢sicas es la del cuerpo humano como algo alejado del entorno, en la que la piel act¨²a como una especie de membrana o armadura que nos a¨ªsla tanto del mundo de los objetos como de otros seres vivos. Frente a eso la idea de lo poshumano se expresa f¨ªsicamente a trav¨¦s del cuerpo cableado como conexi¨®n con el entorno. Esa imagen puede significar para m¨ª una actitud de empat¨ªa con la diferencia, m¨¢s que de hostilidad contra ella. Y cuando digo diferencia me refiero a todo lo que no eres t¨².
P. En este trabajo est¨¢ muy presente la muerte, pero s¨®lo como una fr¨ªa ausencia de vida. Abundan los esqueletos, los huesos, los cr¨¢neos. Es un escenario casi medieval en lo apocal¨ªptico, a pesar de su p¨¢lpito de futuro.
R. Ese mundo me fascina, esos cuadros como el de Brueghel. Me imagino que eso de la frialdad vendr¨¢ de la est¨¦tica de la imagen. Los ¨¢ngeles que hay en la exposici¨®n tienen un punto intermedio entre una est¨¦tica de 3D y un acabado e iluminaci¨®n muy barroca. Es el punto central entre una imagen contempor¨¢nea -que se asocia al ordenador- junto con la imagen cl¨¢sica del barroco, que alude para m¨ª m¨¢s a ese mundo tortuoso.
P. Pese a la utilizaci¨®n de la tecnolog¨ªa en su obra, ?prevalece su formaci¨®n como artista pl¨¢stica?
R. Estoy muy arraigada en el arte contempor¨¢neo. Mi formaci¨®n es ¨¦sa, particularmente la pict¨®rica. Desde que empec¨¦ a pintar al ¨®leo hasta lo que hago ahora con ordenadores ha habido una transici¨®n totalmente suave. No hay cambios bruscos, s¨®lo medios m¨¢s afines a lo que quiero pintar.
P. En momentos anteriores, ha tratado asuntos como el cuerpo y la mujer.
R. Las reflexiones sobre el g¨¦nero, que eran antes centrales en mi obra, se extienden en los momentos actuales pero de otra forma. De hecho, fue el feminismo el primero que plante¨® toda la teor¨ªa sobre la diferencia, que sigue siendo central en mi trabajo. A partir de ello han surgido una serie de teor¨ªas muy interesantes sobre el peso brutal de la imagen can¨®nica, del hombre blanco heterosexual, sobre el resto de la gente que no se ajustaba a ese canon. Pienso que todo eso, aunque no haya en FIN im¨¢genes de mujeres, est¨¢ pesando sobre mi obra desde el principio. Porque yo siempre estoy hablando de la diferencia. De lo que no est¨¢ estipulado, de lo que no es normativo, de los seres aberrantes. Ese ser que a la vez es otra cosa. Alguien que, a la vez que nos repele, nos fascina. Precisamente porque todos tenemos ese doble interior, que puede ser el loco o el monstruo. Lo que hicieron los ensayos feministas fueron articular eso como una teor¨ªa que me impact¨® mucho. Hay libros como el de Donna Haraway, sobre el manifiesto Cyborg; los estudios de Griselda Pollock sobre la historia del arte desde una perspectiva distinta o, por supuesto, los libros de Judith Butler. No estoy nada cansada del tema del g¨¦nero. El problema es que si la gente s¨®lo ve eso, cierra la lectura de la obra. En general, es peligroso. Lo que interesa es que las piezas tengan capacidad de resonancia amplia y variada, y si quedas catalogada como artista feminista -contra lo cual yo no tengo nada- las obras ser¨¢n siempre vistas desde esa ¨®ptica.
P. Trabaja en esta serie con una est¨¦tica anclada en la historia del arte. Con referencias a Piranesi o El Bosco, pero tambi¨¦n a
Apocalypse Now. El arte y la muerte, las vanitas...
R. Las referencias en mi obra son claramente tres, que pueden ser cuatro: la historia del arte, que siempre me ha entusiasmado y pesa mucho porque es mi formaci¨®n; el cine, en mi desordenada afici¨®n, me he quedado con muchas im¨¢genes de pel¨ªculas; la literatura, que quiz¨¢ sea la fundamental y, dentro de ella, los ensayos de gente como Foucault, Haraway o Butler. Gente que revisa con otra visi¨®n inesperada las viejas nociones con las que hemos sido educados. La literatura es una constante en mi vida.
P: ?Teme a la muerte?
R. A la de los otros. En la m¨ªa no pienso demasiado. En todo caso las im¨¢genes que utilizo no reflejan estados de ¨¢nimo u obsesiones, son m¨¢s bien intelectuales. Son representaciones metaf¨®ricas de cosas, pero no son personales. Es pura ficci¨®n.
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