Marx y el estado catal¨¦ptico
"El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, de la cabeza hasta los pies".
El Capital, K. Marx
Oculto tras una desali?ada barba de casi 150 a?os prolijamente acicalada, sonriendo a diestra y siniestra a los fans, qu¨¦ digo fans, a las masas populares enardecidas que aplauden a rabiar la presencia del ¨ªdolo, desciende, de una limusina negra como el futuro, el personaje m¨¢s deseado del momento. Sin despegarse de su lado, alguien que ha sido su sombra desde aquellos lejanos d¨ªas de vino y rosas pasados en el tormentoso apartamento del Soho londinense en el que juntos comenzaban a dar forma a la obra, qu¨¦ digo a la obra, al revolucionario suceso que les dar¨ªa fama y prestigio internacional, le susurra al o¨ªdo la apretada agenda del d¨ªa: desayuno y apret¨®n de manos con un taxista y el presidente del Gobierno; almuerzo y entrevista exclusiva con Ana Rosa Quintana televisiva; siesta obligada, que los siglos no vienen solos, y sesi¨®n de firma de camisetas en El Corte Ingl¨¦s...
?Toma ya! Pero si son los buenos de Karl Marx y Friedrich Engels enfilando el triunfal camino de regreso, volviendo por sus fueros despu¨¦s de que la Feria de Francfort constatara que El Capital ha visto incrementadas sus ventas un 300%, de que saltara la noticia de que el personal de las agencias tur¨ªsticas de Tr¨¦veris no da abasto para recibir a los m¨¢s de cuarenta mil curiosos que, en 2008, se acercaron a fisgonear en la casa natal del "gran pensador" -como alguna vez lo llam¨® Max Weber-, y sobre todo tras la alegr¨ªa que a Karl le ha dado haber sido incluido en el ranking en el que The Times da cr¨¦dito a "los diez Houdinis de la contracci¨®n crediticia que han conseguido escapar de la crisis financiera".
?Resucita Marx cual ave f¨¦nix de sus cenizas o nunca se hab¨ªa muerto del todo? En cualquier caso, analizar con ¨¦l, gracias a ¨¦l, la vida de las sociedades presentes resulta un saludable ejercicio para comprender, sin ir m¨¢s lejos, c¨®mo las crisis peri¨®dicas y la tendencia al monopolio inherentes al funcionamiento del sistema capitalista, procesos tan finamente delineados en El Capital, mantienen l¨ªnea directa con la privatizaci¨®n de un Estado que hoy financia con dinero p¨²blico-es decir, con el nuestro: ?contribuyentes del mundo, un¨ªos!- el rescate de una banca especuladora que ninguna intenci¨®n tiene de abandonar el bot¨ªn del atraco y dejar de hacer caja a punta pala. O entender c¨®mo la lucha de clases ha "desaparecido" del mapa por aplastamiento de las gotas, mientras la clase vencedora agita orgullosa su cola de pavo real, indiferente ante la miseria y el hambre, impasible ante la muerte que fabrica. O tal vez puede que Marx sirva de post-it que nos recuerde que la violencia es la partera de la historia -con min¨²scula, a ver si todav¨ªa despierta de su letargo-, por ejemplo cuando en sus Manuscritos econ¨®micos y filos¨®ficos de 1844 se?alaba la alienaci¨®n del obrero como consecuencia de un proceso de trabajo que acababa, que empezaba, que contin¨²a convirti¨¦ndolo en "criatura de sus creaciones". Y claro, por pedir que no quede, ya nos gustar¨ªa encontrar en alg¨²n mass media el an¨¢lisis de un comunicador con la inteligencia y la honestidad de ese animal pol¨ªtico y filos¨®fico, de esa bestia po¨¦tica y literaria que fue Marx para que nos contara por favor, con el rigor absolutamente necesario, la irrupci¨®n de Obama en el escenario internacional como ¨¦l hizo con la figura de Napole¨®n III en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, evitando caer en el t¨®pico del cesarismo y rescatando la complejidad del inconsciente social asumiendo que "el valor no lleva escrito en la frente lo que es". Qu¨¦ placer a?adido supondr¨ªa que dicha reflexi¨®n abriera su alocuci¨®n diciendo: "Hegel comenta en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen dos veces. Pero se olvid¨® de agregar: una vez como tragedia y otra como farsa
La crisis -con may¨²scula, a ver si todav¨ªa se enfada-, ese estado catal¨¦ptico en el que parece suspenderse toda actividad hasta nuevo aviso, esa sensaci¨®n de muerte aparente que requiere que el Capital pase un tiempo prudencial en la UVI para que pueda despejar la equis de la ecuaci¨®n -que no es otra que hacer el recuento de las bajas que ha provocado en aquellos a quienes devora para alimentar su insaciable sed de plusvalor- y para prometerle a su ombligo que por supuesto sigue y seguir¨¢ vivito y coleando, ha vuelto a poner de moda, al menos comercialmente, la obra de Karl Marx. Aprovechemos pues el tir¨®n, que la fama es puro cuento y dura lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks, para leerlo no como ansiol¨ªtico que calme la angustia de la incertidumbre, ni como recetario en el que puedan hallarse los ingredientes que den en la tecla de la reencarnaci¨®n, sino como arma a la hora de agitar conciencias propias y ajenas y, sobre todo, para recordar una vez m¨¢s que existe una dermis en la que los due?os del Capital y sus cipayos jam¨¢s podr¨¢n posar sus garras manchadas de lodo y de sangre: la lucidez para pensar libremente y actuar en consecuencia y en la realidad.
Que tampoco falta tanto para que descongelen a Walt Disney...
El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Alianza. 192 p¨¢ginas. 6 euros. El fetichismo de la mercanc¨ªa y su secreto; La llamada acumulaci¨®n originaria, en El Capital. Grijalbo, Fondo de Cultura Econ¨®mica, Siglo XXI, Akal, Edicions 62. La historia de El Capital. Francis Wheen. Debate. 160 p¨¢ginas. 14 euros.
Manuscritos de econom¨ªa y filosof¨ªa de 1844. Alianza. 245 p¨¢ginas. 7,90 euros.
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