Pr¨®xima parada, Zaha Hadid

Para llegar hay que salirse del plano tur¨ªstico. El destino no es el g¨®tico de la catedral ni el paseo por esclusas a trav¨¦s de los canales de un barrio medieval.

Las l¨ªneas paralelas del tranv¨ªa chocan con un pliegue de hormig¨®n que desde el suelo se divide en v¨¦rtices y hendiduras hasta formar una cubierta. Es la terminal Hoenheim Norte de Estrasburgo, que, junto a un aparcamiento, forma el proyecto realizado por la arquitecta Zaha Hadid, premio Pritzker, de origen iraqu¨ª, con estudio en Londres, que consigui¨® con esta obra el Mies van der Rohe 2003 que concede la Uni¨®n Europea y la Fundaci¨®n Mies van der Rohe de Barcelona. Es la autora del pabell¨®n puente de la Expo de Zaragoza.

La capital alsaciana particip¨® de la fiebre de ciudades francesas, como Toulouse y Burdeos, que apostaron por el tranv¨ªa ante la saturaci¨®n del centro urbano para resolver los problemas de movilidad y contaminaci¨®n. En 1994, la red ten¨ªa una extensi¨®n de 53 kil¨®metros en cinco l¨ªneas. La ciudad aprovech¨® el TGV (tren de alta velocidad) para modernizar la antigua estaci¨®n de recuerdo berlin¨¦s (la historia y el Rin est¨¢n muy cerca) con una visera de cristal y acero que ha cambiado la imagen de la plaza de la estaci¨®n. Bajo los nuevos espacios pasa una estaci¨®n de tranv¨ªa, que tiene unos mensajes luminosos de la artista Barbara Kruger dirigidos a los viajeros.

Al final de la l¨ªnea B

El encargo a Zaha Hadid se sit¨²a fuera del centro, al final de la l¨ªnea B, que de sur a norte anuncia su paso desde Lingolsheim Tiergarten hasta Hoenheim Gare, con 25 paradas. Era un proyecto para hacer ciudad y paisaje, para jugar con el urbanismo y disponer de 25.000 metros cuadrados para un aparcamiento de 700 coches y, al lado, otros 3.000 metros cuadrados para una terminal de tranv¨ªa.

La provocaci¨®n de pedir el proyecto a quien practica la arquitectura como "geometr¨ªa fragmentada y movilidad fluida" forma parte de ese turismo por los hitos de las estrellas medi¨¢ticas.

Subirse a la l¨ªnea B es como seguir las pistas de los personajes de la pel¨ªcula En la ciudad de Sylvia, de Jos¨¦ Luis Guerin. Sin la referencia del mapa quedan ocho estaciones en el vac¨ªo, por los suburbios de viviendas, con la compa?¨ªa de estudiantes y la parada De Gaulle.

La estaci¨®n no es una estaci¨®n. El edificio es una cubierta de hormig¨®n visto que se apoya en pilares inclinados, y el aparcamiento, un solar marcado con rayas blancas y postes de iluminaci¨®n tambi¨¦n inclinados.

El proyecto controla todos los movimientos. En los alrededores se mueven los tranv¨ªas en dos andenes, salen y entran autobuses (l¨ªneas 6 y 6a), los viajeros llegan andando (escasos), en coche y en bici (que pueden aparcar en una jaula junto a las v¨ªas). Incluso hay cerca un apeadero de tren, en el l¨ªmite de un bosque. Esta movilidad es la que ha fascinado a la arquitecta, que la distribuye bajo techo con los m¨ªnimos elementos y casi a cielo abierto. Adem¨¢s del veloparc hay unos aseos (que no se libran de las pintadas), m¨¢quinas para los billetes, unas papeleras y bancos con un ¨²nico anclaje que brotan del pavimento. En el desnudo aparcamiento de veh¨ªculos, los trazos blancos escriben geometr¨ªas con las luces y sombras.

Los usuarios ya han perdido la novedad, pero la estaci¨®n siempre tiene testigos interesados por las formas que registran con detalle en sus c¨¢maras los cortes de la plancha de hormig¨®n, los encuentros en ¨¢ngulos, las marcas de la construcci¨®n, los huecos como fluorescentes que est¨¢n vac¨ªos o dan luz, los grupos de pilares en una danza de azar. Tambi¨¦n comparten el "espacio energ¨¦tico y atractivo" que ofrece Zaha Hadid al plantear "transiciones espaciales y materiales".

La excusa de peregrinar a una pieza de Zaha Hadid y ponerla en el mapa de Estrasburgo incluye un recorrido transversal por la ciudad en la misma l¨ªnea de tranv¨ªa. Se puede tomar en la zona de la Petite France m¨¢s visitada, donde se sit¨²an los puentes cubiertos, fortificaciones y la presa Vauban, con un corto paseo entre jardines y barcazas para llegar al Museo de Arte Moderno y Contempor¨¢neo, un contenedor de cristal con m¨¢s espacio que colecciones (hasta el 15 de febrero dedica una visi¨®n completa de Hans Jean Arp) que vigila en lo alto un caballo de Paladino.

El tranv¨ªa recorre plazas como la del Hombre de Hierro o la de Kl¨¦ber, que merece una parada en el edificio L'Aubette, donde se reconstruye la decoraci¨®n vanguardista de Arp y Van Doesburg de los a?os veinte. En la plaza de la Rep¨²blica, m¨¢s fachadas alemanas en el palacio del Rin, el teatro y la biblioteca nacional, con otra parada obligada en el museo del ilustrador Tomi Ungerer (presenta ahora una nueva selecci¨®n de sus dibujos y carteles sat¨ªricos, er¨®ticos, publicitarios y para ni?os). Desde las paradas del centro hist¨®rico se pueden recorrer los canales en barco hasta los edificios de las instituciones europeas, visitar los museos del palacio de los Rohan y extasiarse ante la fachada de la catedral para ver dentro el reloj astron¨®mico. El turista no llega a descubrir, en el lado izquierdo del transepto y frente al Prendimiento en el huerto de Getseman¨ª, una sirena que amamanta a su sirenita.