Presidente eterno
C¨®mo el l¨ªder de la autonom¨ªa de Madeira mantiene el control de la isla desde hace 30 a?os
Alberto Jo?o Jardim, 65 a?os, es un pol¨ªtico fuera de lo com¨²n, que ostenta el r¨¦cord mundial de permanencia en el poder por v¨ªa democr¨¢tica. Nada menos que 30 a?os como presidente del Gobierno Regional de Madeira, entidad aut¨®noma de soberan¨ªa portuguesa, ganando elecci¨®n tras elecci¨®n por mayor¨ªa absoluta. S¨®lo Muammar el Gaddafi acumula m¨¢s tiempo como l¨ªder supremo de Libia (39 a?os), pero el coronel nunca se ha sometido al veredicto de las urnas.
Adorado y odiado, Jardim no deja indiferente a nadie. Su car¨¢cter histri¨®nico y el talante caudillesco le llevan a despreciar, insultar e incomodar a sus adversarios pol¨ªticos, y tambi¨¦n a quienes est¨¢n en su bando, el Partido Social Dem¨®crata (PSD). Estas cualidades personales no son impedimento para que el presidente regional de Madeira sea miembro de las m¨¢s altas instancias portuguesas, como el Consejo de Estado y el Consejo Superior de la Defensa Nacional.
El dinero de la UE y el fondo portugu¨¦s de insularidad ayudan a Jardim a ganar una elecci¨®n tras otra
Jardim es un producto genuinamente madeirense, catapultado a partes iguales por la Iglesia y el antiguo r¨¦gimen. Durante la dictadura fue el protegido del hombre del salazarismo en Madeira, su t¨ªo Agostinho Cardoso, cuyo pensamiento derechista qued¨® reflejado en las columnas, a veces incendiarias, que publicaba en La Voz de Madeira, altavoz del dictador en la isla. Hoy, Jardim es el caudillo local del PSD, cuya versi¨®n madeirense poco tiene que ver con el primer partido de oposici¨®n a escala nacional en Portugal. En Madeira, son del PSD viejos cuadros del salazarismo que conservan cargos locales.
Treinta a?os en el poder y el pueblo le sigue votando. ?Cu¨¢l es la clave del ¨¦xito? El dinero, en primer lugar. Madeira ha sido durante d¨¦cadas la regi¨®n portuguesa que, proporcionalmente, m¨¢s se ha beneficiado de la solidaridad nacional y de la Uni¨®n Europea (UE). El r¨¦gimen auton¨®mico le permite recaudar ¨ªntegramente todos los impuestos que se pagan en el archipi¨¦lago, sin devolver nada a Lisboa; el Estado portugu¨¦s aporta unos 300 millones de euros por a?o para compensar los efectos de la insularidad; y, durante d¨¦cadas, la UE ha inyectado grandes sumas de dinero: 2.000 millones de euros en los fondos comunitarios de los ¨²ltimos 15 a?os. Con este colch¨®n, ?qui¨¦n no gana unas elecciones por mayor¨ªa absoluta? "En estas condiciones, ni el Papa ser¨ªa capaz de derrotar a Jardim", dice el diputado socialista Carlos Pereira, uno de sus cr¨ªticos m¨¢s mordaces.
En medio del Atl¨¢ntico, a 313 millas marinas de la tierra firme m¨¢s pr¨®xima (la costa africana) y a dos horas de vuelo de Lisboa, est¨¢ la isla de Madeira, con 200.000 habitantes. Otros 600.000 viven en el exterior como emigrantes, repartidos sobre todo entre Venezuela y Sur¨¢frica. Destino tradicional del turismo de la tercera edad, con predominio brit¨¢nico, y escala de grandes cruceros que surcan el Atl¨¢ntico, la isla ha cambiado de cara en los ¨²ltimos 30 a?os, dejando atr¨¢s parte de la pobreza ancestral, con la construcci¨®n de t¨²neles, viaductos y v¨ªas r¨¢pidas que permiten el acceso hasta las zonas m¨¢s alejadas. La obra p¨²blica fue desde el primer d¨ªa la gran apuesta de los Gobiernos de Jardim. Contaba para ello con los cuantiosos fondos recibidos desde Lisboa y Bruselas. "Con millones hago inauguraciones, con inauguraciones gano elecciones", fue el lema que le permiti¨® triunfar por mayor¨ªa absoluta en nueve comicios consecutivos. Haciendo caso omiso a las recomendaciones del Tribunal Constitucional, las inauguraciones se han convertido en actos de campa?a, con comidas pagadas a la poblaci¨®n.
En Madeira, la l¨ªnea que separa medios de comunicaci¨®n y propaganda es imperceptible. El Telejornal de la cadena p¨²blica RTP Madeira es conocido popularmente como TeleJardim. De la decena de emisoras de radio privadas, todas reciben subsidios del Estado. El Jornal de Madeira, anta?o propiedad de la Iglesia, es el ¨²nico diario estatal en Portugal como instrumento de propaganda pol¨ªtica. La ley impide que sea gratuito y se vende al precio simb¨®lico de 10 c¨¦ntimos.
"Jardim gana siempre porque tiene una maquinaria de propaganda gigantesca. Aparece todos los d¨ªas en la televisi¨®n local, donde no existen los debates. La prensa est¨¢ amordazada y hay miedo a informar", dice Carlos Pereira, portavoz del grupo socialista en el Parlamento regional, que vivi¨® en carne propia el clima pol¨ªtico agobiante para los disidentes que impera en Madeira. En 2005 era director del Centro Internacional de Negocios, zona franca libre de impuestos, cuando decidi¨® competir por la alcald¨ªa de Funchal en las municipales de aquel a?o. "Perd¨ª tras una tremenda campa?a del miedo. Pero lo m¨¢s grave fue la persecuci¨®n personal y discriminaci¨®n social. Hasta el grupo de compa?eros con los que corr¨ªa los domingos se apart¨® de m¨ª. Finalmente, lograron mi dimisi¨®n como director de la Zona Franca".
Los 30.000 funcionarios repartidos en dependencias de la administraci¨®n regional, ayuntamientos y servicios de la Rep¨²blica son un pilar fundamental del r¨¦gimen de Jardim. Es una cifra que habla por s¨ª sola para una poblaci¨®n activa de 120.000 personas y que absorbe el 23,9% del presupuesto de Madeira. No es preciso preguntar por qui¨¦n vota este ej¨¦rcito de bur¨®cratas en cada consulta electoral.
Los ministros rara vez comparecen para rendir cuentas. Y temas no faltan. La deuda global, por ejemplo, asciende a 3.000 millones de euros, que equivale a la mitad del PIB regional. S¨ª acude a la C¨¢mara, en alguna ocasi¨®n, el presidente, a quien el reglamento le autoriza a hablar sin l¨ªmite de tiempo y no le obliga a responder eventuales preguntas de los diputados. El debate brilla por su ausencia en un Parlamento que no ejerce sus funciones de fiscalizaci¨®n, y en cuya Mesa s¨®lo est¨¢ representado el PSD, partido oficialista. Sus se?or¨ªas, adem¨¢s, no est¨¢n sujetas a ning¨²n r¨¦gimen de incompatibilidades, caso ¨²nico en Portugal, lo que les permite hacer negocios con o al margen del Gobierno.
"La democracia es una apariencia en Madeira", afirma Jo?o Marques de Freitas, ex fiscal general adjunto, que reconoce que la manera de vivir tranquilo es "no meterse en pol¨ªtica". Por eso, "mejor hablar de f¨²tbol y de Cristiano Ronaldo".
Para anomal¨ªas, la registrada el mes pasado en una sesi¨®n plenaria de la C¨¢mara, en la que el diputado Jos¨¦ Manuel Coelho, del grup¨²sculo opositor Partido Nueva Democracia (PND), acus¨® al Gobierno de Jardim de "nazi-fascista", tras lo cual exhibi¨® una bandera con la cruz gamada. Al d¨ªa siguiente, agentes de seguridad privada impidieron la entrada del diputado en las dependencias parlamentarias.
La oposici¨®n, sea de izquierda o de derecha, coincide en que el r¨¦gimen pol¨ªtico de Madeira tiene todos los tics de una rep¨²blica bananera. En plena Europa. "El Gobierno confunde mayor¨ªa absoluta con poder absoluto", subraya Jos¨¦ Manuel Rodrigues, presidente del Centro Democr¨¢tico Social (CDS), el partido que ejerce como oposici¨®n de derecha.
Pese a la unanimidad de las cr¨ªticas, que el presidente Jardim ha rehusado comentar en las p¨¢ginas de este peri¨®dico, en 30 a?os no ha cuajado un frente opositor. La explicaci¨®n, probablemente, no hay que buscarla en Madeira, sino en Lisboa, donde hay un gran desconocimiento y desinter¨¦s sobre lo que ocurre en aquella isla en el Atl¨¢ntico. "No hay voluntad pol¨ªtica de mirar a Madeira como parte de Portugal", lamenta Carlos Pereira. -
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