M¨¦ritos propios
El canto al mestizaje humano del nuevo presidente de Estados Unidos s¨®lo tiene un sentido en plena crisis: aqu¨ª hacemos falta todos: hombres, mujeres, blancos, negros, amarillos, j¨®venes, adultos, viejos. Cada uno, con su capacidad y habilidad, con sus ideas, es necesario para construir un futuro habitable. La exclusi¨®n ha quedado, provisionalmente -ya sabemos lo que la historia ense?a-, aparcada. Pero Obama, y lo que significa, pesa mucho: tanto que el esfuerzo, personal y colectivo, se revaloriza por s¨ª solo frente a la superficialidad de la cultura que ha entronizado la competencia y ha olvidado la colaboraci¨®n como forma de relaci¨®n. Una nueva etapa comienza.
Con los pies en la tierra, las generaciones que han vivido sin guerras y con crisis menores se enfrentan ahora a las consecuencias de unas alegr¨ªas y excesos que, en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, han amargado -y m¨¢s que eso- la vida colectiva. Apertura, integraci¨®n, realismo, inteligencia, significa, en s¨ªntesis: no a la exclusi¨®n, no a los privilegios, no al clientelismo. Un mensaje universal que obliga a dejar atr¨¢s monumentales errores que tambi¨¦n nos afectan aqu¨ª mismo. Hay barbaridades, recientes, que habr¨¢ que subsanar para subirse al carro de un nuevo presente.
En la cultura catalana es normal hacer carrera por contactos m¨¢s que por val¨ªa y responsabilidad personal
Vamos a ejemplos concretos, aqu¨ª y ahora. Con gran juerga, este pa¨ªs se permite jubilar a gente que a¨²n no ha cumplido los 50 a?os. Tal fue la propuesta de Telef¨®nica y hay muchas similares: un desperdicio de talento, de vidas dedicadas al aprendizaje de un oficio y, tambi¨¦n, del esfuerzo colectivo por dotarnos de ese valor social -p¨²blico- de la experiencia. Circula un chiste mal¨¦volo sobre el papanatismo que encarna la generaci¨®n que acaba de cumplir 40 a?os y no ha conocido otro viento cultural que el de compite porque todos son tus enemigos. ?Ah, las escuelas de negocios! Ese viento que s¨®lo ve en la sanidad, por ejemplo, un mont¨®n de oro.
Una barbaridad como ¨¦sta se traduce en la reciente marcha del ginec¨®logo Santiago Dexeus del centro que lleva su apellido. No ha contado la experiencia acumulada, su vida activa, su dedicaci¨®n, su m¨¦rito constante: se le ha tomado el nombre, como si lo ¨²nico que importara es la marca Dexeus, no la sabidur¨ªa de quien la encarna. Se trata de alguien que, con su padre y hermano, ha creado escuela; se trata de un m¨¦dico que ha sacado a las espa?olas -su actividad divulgadora sobre los anticonceptivos, por ejemplo, permite generalizar sin problema- de la ignorancia sobre s¨ª mismas; se trata de una persona que ha hecho mucho por nuestra colectividad al hablar claro y decir lo que piensa aunque eso no fuera lo correcto. Dexeus es respetado por respetar al g¨¦nero humano y porque piensa por su cuenta, y eso tampoco acaba de gustar a las anquilosadas estructuras m¨¦dicas catalanas: premiado con el nobel (brit¨¢nico) de la ginecolog¨ªa mundial, su candidatura a nuestra academia fue descartada no hace tanto. As¨ª las gastamos por aqu¨ª.
No es un caso reciente, aislado. Ah¨ª est¨¢ el ¨²nico eurodiputado conocido m¨¢s por su trabajo incansable que por su partido, Ignasi Guardans, defenestrado de las listas electorales. A¨²n no se sabe bien por qu¨¦ (en su caso), pero los partidos pol¨ªticos catalanes -en su totalidad- reclaman de sus huestes docilidad ciega, servil: s¨®lo as¨ª, parece, se logra el premio de concurrir en una lista o acceder a una poltrona, carguito o prebenda en cualquiera de sus infinitas formas. La independencia o el m¨¦rito propio, trabajado, devienen as¨ª contraindicaciones para lo que deber¨ªa ser considerado un servicio p¨²blico.
Tan poco edificante af¨¢n se plasma en organismos p¨²blicos o semip¨²blicos a los que se accede como recompensa a servicios prestados o como garant¨ªa de los que se van a prestar. El reciente Consejo Nacional de las Artes y la Cultura es el ¨²ltimo ejemplo. De sus numerosos miembros, s¨®lo tres -Silvia Munt, Rosa Verg¨¦s y Juli Capella- son conocidos por m¨¦ritos propios y por su esforzado trabajo a favor de una cultura libre. En el mundo cultural catal¨¢n es normal hacer carrera por contactos m¨¢s que por val¨ªa y responsabilidad personal. Un bochorno que apunta en una direcci¨®n: la burocratizaci¨®n bajo el paraguas de nuestros peque?os poderes como sistema de supervivencia garantiza la exclusi¨®n del talento libre e independiente (que no es lo mismo, claro, que independentista).
Esta lacra exclusivista y excluyente produce delirios y derroches como esas embajadas catalanas, s¨ªmbolo in¨²til de afirmaci¨®n externa, mientras descuidamos y hasta destruimos el talento capaz de abrirse paso sin la muleta p¨²blica. Es una mala digesti¨®n de la modernidad: ese af¨¢n por el estatus, visible en la pol¨ªtica y en la cultura, produce una sociedad cerrada, mediocre e incapaz de reconocer sus carencias. Me llegan tres ejemplares (?por qu¨¦ tantos?) de un muy correcto libro Enfortint Catalunya, dos anys de Govern, lleno de buenas intenciones. Nadie duda de esos esfuerzos reales. L¨¢stima que a¨²n quede tanto para cambiar el chip, la lacra.
m.riviere17@yahoo.es
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