La dura resaca despu¨¦s del amor
Resulta dif¨ªcil olvidar el duelo interpretativo en la gran pantalla de Jack Lemmon y Lee Remick cuando uno asiste, como espectador de teatro, a una funci¨®n de D¨ªas de vino y rosas. Concebida originalmente como una pieza teatral para televisi¨®n, la historia de J. P. Miller se convirti¨® en 1962, de la mano del director Blake Edwards, en una de las mejores pel¨ªculas sobre el alcoholismo y en una de las m¨¢s desgarradoras historias amorosas llevadas al cine. Ambos actores obtuvieron todo tipo de reconocimientos y premios, incluidas nominaciones a los Oscar.
El adaptador David Serrano y la directora Tamzin Townsend se han atrevido a recorrer de nuevo el camino hacia el original teatral de D¨ªas de vino y rosas, aunque desde la primera escena dejan bien claro que vamos a presenciar una versi¨®n espa?ola de la obra. En un arranque alegre, desenfadado y lleno de encanto, los dos personajes nos cuentan que son unos madrile?os que viajan a Nueva York: ¨¦l para asumir un trabajo de relaciones p¨²blicas en un equipo de baloncesto y ella para disfrutar de un periodo sab¨¢tico, de una pausa en su aburrido puesto de funcionaria.
D?AS DE VINO Y ROSAS
De J. P. Miller. Adaptaci¨®n espa?ola de David Serrano. Direcci¨®n: Tamzin Townsend. Actores: Carmelo G¨®mez y Silvia Abascal. Teatro Lara, de Madrid. Hasta finales de marzo.
La qu¨ªmica teatral funciona entre Carmelo G¨®mez y Silvia Abascal
A partir de ah¨ª y sin desvirtuar en absoluto el hilo argumental de la pieza de Miller, los personajes se sit¨²an en el aqu¨ª y ahora, a comienzos del siglo XXI y no a mediados de la centuria pasada. En ese enamoramiento fulgurante, que termina en un r¨¢pido matrimonio y en el nacimiento de un hijo, ya aparece el alcohol como sin¨®nimo de diversi¨®n y de euforia. Luis arrastrar¨¢ a la abstemia Sandra a compartir la petaca o la botella con ¨¦l para evitar convertirse en un bebedor solitario. Como tramposas pruebas de amor se emborrachar¨¢n juntos y como s¨ªmbolo del autoenga?o que recorrer¨¢ toda la obra, Luis llegar¨¢ a decir que "la gente que no bebe, es que no tiene nada que celebrar". Ca¨ªdas, reconciliaciones y prop¨®sitos de enmienda y nuevas ca¨ªdas ir¨¢n jalonando la degradaci¨®n de una pareja que se ama, pero que se muestra incapaz de renunciar al alcohol. Por el camino destruyen su propio amor y el respeto hacia su hijo o hacia sus compa?eros y amigos.
Desde los toques de humor del principio a la desolaci¨®n del final, D¨ªas de vino y rosas est¨¢ construida a partir de una imprescindible complicidad entre los dos protagonistas. Y no cabe duda de que la qu¨ªmica en el escenario funciona entre Carmelo G¨®mez y Silvia Abascal. Actores famosos del cine y de la televisi¨®n, ambos se han formado en un teatro al que regresan, una y otra vez, como enriquecimiento personal y art¨ªstico. No era, desde luego, f¨¢cil el desaf¨ªo de encarnar a unos personajes que, para muchos espectadores, cuentan con unos rostros muy determinados en el cine. Pero Carmelo G¨®mez y Silvia Abascal salen airosos del empe?o con unas magn¨ªficas interpretaciones de muy variados registros entre la comedia y el drama.
La directora Tamzin Townsend ten¨ªa claro que necesitaba a esos dos actores en concreto para llevar D¨ªas de vino y rosas a las tablas, y esper¨®, lo que hizo falta, para tenerlos a sus ¨®rdenes. Obra teatral de dos actores -en la que el hijo de la pareja o sus amigos s¨®lo est¨¢n presentes a trav¨¦s de su relato a diferencia de la pel¨ªcula- y devastadora cr¨®nica de un amor destruido por el alcoholismo, esta versi¨®n espa?ola de una historia ya cl¨¢sica demuestra que la fuerza del teatro radica en unos actores brillantes al servicio de un texto inteligente y conmovedor. Una fuerza que los espectadores de teatro siempre agradecen.
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