La alta costura en busca de sentido
El alcance de la crisis sobrevuela la jornada inaugural de los desfiles de Par¨ªs
?Tiene sentido la alta costura en medio del hurac¨¢n econ¨®mico? M¨¢s all¨¢ de la l¨®gica comercial de un producto al que jam¨¢s (con crisis o sin ella) pudo acceder la mayor¨ªa, ?siguen import¨¢ndole al mundo las m¨¢s teatrales fantas¨ªas de los mejores dise?adores del mundo y la perfecta ejecuci¨®n de sus talleres? Son dudas que ayer, en Par¨ªs, sobrevolaron la jornada inaugural de la semana de la alta costura. En un momento en que el t¨¦rmino lujo ha pasado a tener connotaciones un tanto obscenas, algunos siguen apelando a su m¨ªstica. "Un desfile tan formidable como ¨¦ste te permite olvidarte de la crisis", argumentaba Bernard Arnault, propietario de Christian Dior, tras el desfile de la firma ideado, una vez m¨¢s, por John Galliano.
Las bodas y el mercado de Oriente Pr¨®ximo son ahora el objetivo
En un clima de moderado optimismo, el presidente de la compa?¨ªa, Sidney Toledano, iba incluso m¨¢s lejos en la defensa de su poder redentor: "Sufrimos las consecuencias de lo peor que tiene el ser humano, la avaricia. La alta costura, en cambio, muestra lo m¨¢s bello de lo que es capaz".
El nefasto 2008 fue, con todo, un buen a?o para un oficio artesanal que se daba por muerto un lustro atr¨¢s. Chanel y Dior aseguran que sus ventas crecieron en cifras de dos d¨ªgitos; Givenchy sit¨²a el aumento de sus beneficios en el 80%. Nadie aspira a que la tendencia se mantenga en 2009, pero tampoco se prev¨¦n (con los dedos bien cruzados, eso s¨ª) dr¨¢sticas ca¨ªdas. Las bodas y Oriente Pr¨®ximo son ahora mismo el objetivo. "Creo que el negocio se va a mantener estable", apuntaba ayer Toledano. "No todo el mundo est¨¢ igual de mal y nuestro espa?ol-ingl¨¦s va a conseguir insuflar optimismo, tal como hizo, Christian Dior en 1946, en un Par¨ªs mucho m¨¢s deprimido por la II Guerra Mundial".
El "espa?ol-ingl¨¦s" es, claro est¨¢, Galliano que, en sinton¨ªa con el esp¨ªritu, titul¨® su colecci¨®n de ayer M¨¢s Dior que Dior. Excepcionalmente risue?o, a pesar de que una hora antes de la presentaci¨®n en el Museo Rodin todav¨ªa se daban las ¨²ltimas puntadas, Galliano defend¨ªa su peculiar acercamiento a la estructura y el corte del maestro sazonado con referencias a la pintura holandesa: los colores de Vermeer y las siluetas de Van Dyck. "En pleno hurac¨¢n he querido ir al alma de Dior", dijo.
Pero la po¨¦tica premisa no cuaj¨® esta vez en una colecci¨®n inspirada. Su gran apuesta fueron unas aparatosas faldas con grandes tirabuzones inspirados en el tr¨¦bol, un amuleto de buena suerte que apelaba al car¨¢cter mani¨¢ticamente supersticioso de Dior. Pero desprovista de la intangible magia de la inspiraci¨®n, la costura tiene un aire de vodevil y es dif¨ªcil que algo tan circense parezca relevante en un tiempo de necesidades acuciantes. Puede, a lo sumo, resultar entretenido.
Ya es m¨¢s de lo que consigui¨® Alexis Mabille a primera hora de la ma?ana con una colecci¨®n que pretend¨ªa ser rom¨¢ntica y acab¨® pecando de sentimental. El suyo es un acercamiento fresco y l¨²dico a la alta costura, con profusi¨®n de lazos y de ideas presuntamente juguetonas como un esmoquin-ch¨¢ndal. Tal vez hace seis meses eso hubiera parecido una chiquillada graciosa. Ahora su inanidad resulta un tanto deprimente.
Son la clase de tonter¨ªas de las que nadie ha podido acusar a Giorgio Armani en sus 25 a?os de carrera. Anoche jug¨® la manida carta del orientalismo, pero cuando se mantuvo fiel a su pragm¨¢tico esp¨ªritu, su colecci¨®n adquiri¨® altura. Armani, todo un s¨ªmbolo de la muy industrial moda italiana, le ha cogido la medida al oficio de los costureros y ha encontrado c¨®mo articular con ¨¦l un discurso fundamentalmente personal.
Es verdad que ayer, a ratos, fue demasiado literal y en otros se enred¨® en los caprichos del exceso (?una falda con estampado de inspiraci¨®n Coromandel con una chaqueta-nudo en dorado?), pero tambi¨¦n que dibuj¨® precisos trajes chaqueta de ajustad¨ªsimas faldas y perfectos hombros pagoda. Y que consigui¨® hacer concisos los vestidos de c¨®ctel iridiscentes, pegados a la piel como las escamas de una sirena, y hasta los encajes de chiner¨ªa. Por no hablar de que varios de sus modelos (un vestido linterna roja de interminables flecos u otro coral, de espectacular drapeado lateral) ten¨ªan ganado su pasaporte a la alfombra roja. Y esa s¨ª es una dial¨¦ctica entre creaci¨®n y comercio cuyo sentido no se discute. Ni siquiera con la que est¨¢ cayendo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.