La creatividad en tiempos de crisis
Desde que comenz¨® la crisis me froto las manos a la espera de un inminente estallido de creatividad que por fin nos depare la Gran Novela Catalana, o la Gran Novela Espa?ola o la Gran Novela Zul¨². No es de extra?ar, pues desde que tengo uso de raz¨®n he tropezado una y otra vez con la creencia de que, cuanto m¨¢s dura es la vida, m¨¢s interesante resulta las producciones literaria y art¨ªstica. Y viceversa. Ya lo dec¨ªa John Cheever en su diario: Trabajamos con nuestro dolor. Lo mismo sosten¨ªa Fernando S¨¢nchez Drag¨® cuando, en Encuentros con las letras, el programa de televisi¨®n que dirig¨ªa en los a?os setenta, lanz¨® la pol¨¦mica afirmaci¨®n de que prefer¨ªa que en la Uni¨®n Sovi¨¦tica tuvieran menos mantequilla y m¨¢s Dostoievskis, en alusi¨®n a la irrelevante producci¨®n literaria durante el r¨¦gimen socialista. Eso sin mencionar el hecho de que las vanguardias hist¨®ricas nacieran en una ¨¦poca de profunda crisis de valores.
Un joven investigador en biolog¨ªa acudi¨® a registrar un descubrimiento, pero se neg¨® a ense?arlo
En mi impaciencia por que llegue el momento de poder disfrutar de la obra definitiva que resuma el esp¨ªritu de nuestra ¨¦poca, me voy al Registro de la Propiedad Intelectual, convencida de que all¨ª encontrar¨¦ la confirmaci¨®n de mi sospecha de que el ciudadano atribulado por la crisis produce m¨¢s y mejores ideas.
Dos individuos que han acudido a registrar una historia del protocolo en Espa?a, escrita a cuatro manos, abonan mi esperanza. Sin embargo, y para frustraci¨®n m¨ªa, las empleadas que me atienden con irreprochable solicitud no dejan lugar a dudas: en el registro se produce cada d¨ªa una media de 30 a 40 entradas de obras literarias, fotograf¨ªas, dibujos, composiciones musicales y programas audiovisuales entre otros, y no s¨®lo el n¨²mero de registros no ha aumentado en los ¨²ltimos tiempos, sino que incluso ha experimentado un leve retroceso. Pero no soy la ¨²nica decepcionada: al parecer, muchas de las personas que acuden aqu¨ª se quedan perplejas y defraudadas al descubrir que no se puede registrar ideas, sistemas, m¨¦todos ni, por ejemplo, modelos de negocio. "Los conceptos no valen", aclara Nati Vidal, "aqu¨ª s¨®lo podemos registrar obras, es decir, cosas que poseen una concreci¨®n f¨ªsica, ya sea un texto escrito, una partitura o un cuadro del que el autor pueda dejar una fotograf¨ªa". En otras palabras, a efectos del registro, las ideas no son nada y, por lo tanto, no quedan amparadas por la ley y pertenecen a cualquiera que desee desempolvarlas. Lo ¨²nico que cuenta es su plasmaci¨®n: la obra original. Es cierto que cabe registrar la explicaci¨®n de una idea o el resumen de una obra, siempre y cuando esa explicaci¨®n tenga contenido art¨ªstico. "No hay un m¨ªnimo ni un m¨¢ximo de l¨ªneas exigidos, aunque es obvio que tres o cuatro l¨ªneas no son suficientes, pero cuando hay un margen de interpretaci¨®n la decisi¨®n final pertenece al registrador".
Tampoco se puede registrar dibujos sencillos ni pictogramas. "Hay quien pretende registrar algo de uso extendido como, por ejemplo, el pictograma distintivo de los lavabos o cualquier otra cosa por el estilo, con ¨¢nimo de sacarle un rendimiento. Creen que han dado con una mina de oro y nuestra misi¨®n es disuadirlos, porque se gastar¨ªan en vano los cuatro euros con sesenta c¨¦ntimos que cuesta cada entrada".
Picarescas aparte, quiz¨¢ la an¨¦cdota m¨¢s curiosa que ha vivido Nati tuvo lugar cuando un joven investigador en biolog¨ªa acudi¨® a registrar un descubrimiento, pero se neg¨® a ense?arlo, aterrado ante la posibilidad de que la empleada le copiara la f¨®rmula, y se march¨® sin hacer efectivo el registro. Me pregunto entonces si es posible que la Gran Novela Catalana o la Gran Novela Espa?ola o la Gran Novela Zul¨² ya est¨¦n escritas pero su autor la tenga bien guardada bajo llave, aterrado ante la idea de que alguien se la plagie.
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