Encrucijada en el sistema econ¨®mico
Las ¨¦lites financieras, pol¨ªticas y period¨ªsticas que se re¨²nen en Davos siguen teniendo sus ra¨ªces, sobre todo, en los respectivos territorios nacionales. La crisis actual quiz¨¢ lo acent¨²e a¨²n m¨¢s
El Hombre de Davos, el mam¨ªfero m¨¢s evolucionado del planeta, deber¨ªa pedir perd¨®n por el l¨ªo econ¨®mico en el que nos ha metido, seg¨²n un peque?o e incisivo art¨ªculo publicado en The Times de Londres por el periodista y parlamentario conservador brit¨¢nico Michael Gove. Al repasar la lista de participantes en la asamblea de este a?o del Foro Econ¨®mico Mundial, veo el nombre del l¨ªder del Partido Conservador brit¨¢nico, David Cameron. Si no recuerdo mal, Cameron tambi¨¦n fue un Hombre de Davos el a?o pasado. De modo que Grove est¨¢ claramente pidiendo al jefe de su partido que pida perd¨®n.
Esta man¨ªa de echar la culpa a otros en la que nos encontramos inmersos tiene algo de previsible y de rid¨ªculo: los pol¨ªticos responsabilizan a los banqueros, los banqueros responsabilizan a los reguladores, los reguladores responsabilizan a los pol¨ªticos, y as¨ª sucesivamente. Si, como le dijo Barack Obama a Joe el fontanero, debemos repartir un poco m¨¢s la riqueza, tambi¨¦n debemos repartir un poco m¨¢s las culpas, y de forma m¨¢s selectiva.
Nos dedic¨¢bamos a acumular deudas y no preguntamos d¨®nde se estaban invirtiendo nuestros fondos
Madoff era un pillo. Lo importante es saber c¨®mo se las arregl¨® para ejercer impunemente durante tanto tiempo
Los que no somos expertos en finanzas estamos empezando s¨®lo ahora a comprender qu¨¦ es lo que fall¨® en lo que George Soros ha calificado como un superboom seguido de una supercrisis (si quieren un cursillo intensivo, recomiendo el informe especial sobre el mundo de las finanzas en el ¨²ltimo n¨²mero de The Economist y una conferencia pronunciada recientemente por el responsable de la Autoridad de Servicios Financieros de Gran Breta?a (FSA), Adair Turner, disponible en la p¨¢gina web de la FSA). Por las pruebas de las que disponemos hasta ahora, parece l¨®gico que los que aparecen a continuaci¨®n se pregunten qu¨¦ parte de responsabilidad les corresponde. Con la excepci¨®n de la primera categor¨ªa y la ¨²ltima, cada uno de los encabezados deber¨ªa matizarse con un algunos. Como es natural, se trata de una lista meramente indicativa.
Los pillos. Bernie Madoff era (da la impresi¨®n, a la espera de lo que decidan los tribunales) un pillo, un defraudador y alguien que se aprovechaba de la confianza depositada en ¨¦l. Siempre habr¨¢ gente como ¨¦l entre nosotros. Lo importante es saber c¨®mo se las arregl¨® para ejercer sus actividades impunemente durante tanto tiempo y a una escala tan inmensa.
Banqueros. Algunos banqueros muy prestigiosos y respetuosos con la ley hicieron apuestas muy arriesgadas y cometieron horribles errores de c¨¢lculo a nuestra costa, pero ellos lograron salir con primas multimillonarias mientras dejaban que los accionistas y los contribuyentes pagaran la factura. Hubo otros que no actuaron as¨ª.
Reguladores. En esta categor¨ªa hay muchos fallos para repartir. "?Es una errata?", pregunt¨®, por lo visto, un funcionario de la Comisi¨®n del Mercado de Valores estadounidense cuando vio que las p¨¦rdidas ocasionadas por Madoff ascend¨ªan a 50.000 millones de d¨®lares. "?No querr¨¢ decir 50 millones?".
Pol¨ªticos. Est¨¢ muy bien que los pol¨ªticos alcen la voz indignados contra Wall Street y los banqueros, pero esto ocurri¨® bajo el mandato de George Bush y Gordon Brown. "Los animadores de las finanzas", escribe Edward Carr en el excelente informe de The Economist, "no estaban dispuestos a reconocer que la vivienda era demasiado cara y el riesgo demasiado barato". Es cierto, pero lo mismo puede decirse de los animadores que jaleaban la pol¨ªtica brit¨¢nica y norteamericana.
Economistas. He aqu¨ª un gremio en el que ser¨ªa ¨²til que oy¨¦ramos algo m¨¢s de autocr¨ªtica, sobre todo por parte de los economistas cuantitativos, cuyos modelos matem¨¢ticos contribuyeron a llevar a los inversores por el mal camino. ?C¨®mo va a poder seguir diciendo la econom¨ªa que es una ciencia si su capacidad de predicci¨®n es tan escasa? Imaginemos qu¨¦ pasar¨ªa con la f¨ªsica newtoniana si las manzanas empezasen a caer hacia arriba.
Periodistas. S¨ª, algunos pronunciaron advertencias, igual que las pronunciaron algunos economistas excepcionales como Nouriel Roubini; pero ha habido que esperar hasta ahora para que el lector medio de las p¨¢ginas de econom¨ªa pudiera comprender lo arriesgadas que eran sus inversiones. ?Fall¨® el periodismo econ¨®mico?
Nosotros, la gente. Algunos de nosotros, por lo menos, nos dedicamos a acumular deudas, sobre todo en Gran Breta?a y Estados Unidos, apoy¨¢ndonos en unos precios de la vivienda inflados que nos daban una falsa sensaci¨®n de seguridad, y no hicimos suficientes preguntas sobre d¨®nde se invert¨ªan nuestros fondos de pensiones.
El sistema. Las acusaciones generalizadas contra un supuesto sistema desnaturalizado y despersonalizado suelen dejar al descubierto una actitud incoherente revestida de indignaci¨®n. Pero en estos momentos existe el sentimiento de que el sistema financiero mundial se hab¨ªa vuelto tan amplio, tan complejo y tan poco transparente que era imposible que ni siquiera los principales actores en los mercados pudieran comprenderlo, ni mucho menos controlarlo. Y era un sistema en el que unas decisiones aparentemente racionales y a corto plazo, tomadas por la mayor¨ªa de los participantes individuales, produjeron un resultado que ha perjudicado de forma colectiva a todo el mundo.
La primera conclusi¨®n que extraigo tiene que ver con el conocimiento y la transparencia. Lo que muchas de estas categor¨ªas tienen en com¨²n es que sus miembros, ya fueran banqueros, reguladores, pol¨ªticos, periodistas o due?os corrientes de fondos de pensiones, no vieron ni comprendieron suficientemente lo que estaba ocurriendo. Hab¨ªa demasiadas cajas negras y mu?ecas rusas sin abrir, como las de las obligaciones de deuda garantizadas y envueltas en otros paquetes. Se dice que el propio Soros, el legendario maestro inversor, desconfiaba de las inversiones derivadas porque "no entend¨ªa del todo c¨®mo funcionaban". Me dir¨¢n: "Y si Soros no lo entend¨ªa, ?c¨®mo demonios iba a entenderlo yo?". Pero se puede dar la vuelta al argumento y decir: "Siga la regla de Soros: no invierta en una cosa que no comprenda del todo". Si un n¨²mero suficientemente grande de inversores, tanto individuales como institucionales, aplicara esa norma, ese nuevo paradigma tendr¨ªa la ventaja de aplicar los mecanismos de mercado para imponer disciplina en ellos. Ofr¨¦zcame m¨¢s transparencia o no le doy mi dinero. No servir¨ªa para sustituir a una mejor regulaci¨®n por parte de los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales, pero s¨ª ser¨ªa un complemento formidable para ella.
Mi segunda conclusi¨®n nos lleva de nuevo al Hombre de Davos, un t¨¦rmino t¨¦cnico acu?ado por el difunto Samuel Huntington para referirse al miembro de una nueva clase dirigente mundial, liberado de lealtades nacionales y despreciativo de las fronteras; una especie de cosmopolita implacable. El Hombre de Davos siempre fue lo que los especialistas en ciencias sociales llaman un tipo ideal. En la pr¨¢ctica, Davos es el lugar de reuni¨®n de distintas ¨¦lites empresariales, pol¨ªticas y de los medios de comunicaci¨®n. Muchas de las compa?¨ªas multinacionales, los bancos y los medios aqu¨ª representados tienen planes y estrategias empresariales de dimensi¨®n mundial, pero siguen teniendo sus ra¨ªces en una cultura empresarial o medi¨¢tica nacional. CNN tiene alcance mundial, pero es, al mismo tiempo, muy estadounidense; BBC World llega a todo el mundo pero es muy brit¨¢nica; Nestl¨¦ es internacional pero es profundamente suiza.
En cuanto a los dirigentes pol¨ªticos que vienen a Davos, en su mayor¨ªa, siguen teniendo su base m¨¢s firme en la pol¨ªtica nacional. Aqu¨ª arriba, en la monta?a m¨¢gica, presentan sus visiones y sus intereses nacionales ante un p¨²blico internacional en los t¨¦rminos m¨¢s cosmopolitas de los que son capaces, como hicieron el mi¨¦rcoles el primer ministro chino Wen Jiabao y el primer ministro ruso Vlad¨ªmir Putin. Pero siempre son perfectamente conscientes de c¨®mo van a transmitirse sus palabras a trav¨¦s de sus medios nacionales a la opini¨®n p¨²blica de sus respectivos pa¨ªses.
El mayor peligro hoy para el sistema econ¨®mico mundial no es un exceso de internacionalismo al estilo de Davos, es el refuerzo del nacionalismo econ¨®mico. Davos nunca ha sido m¨¢s que una peque?a parte de un esfuerzo m¨¢s amplio, no para suplantar la competencia internacional, sino para situarla en un marco m¨¢s s¨®lido de cooperaci¨®n internacional.
Ahora nos encontramos en una encrucijada. Un camino nos devuelve al nacionalismo econ¨®mico, el proteccionismo y las pol¨ªticas de empobrecer al vecino. Otro nos lleva hacia delante, a una mayor cooperaci¨®n internacional, que incluya m¨¢s regulaci¨®n y m¨¢s transparencia. Si no hacemos un esfuerzo consciente, la din¨¢mica de la pol¨ªtica, tanto democr¨¢tica como antidemocr¨¢tica, que sigue siendo nacional, nos empujar¨¢ por el primero de esos dos caminos. Dentro del Hombre de Davos est¨¢n encerrados su predecesor y su posible sucesor, siempre luchando entre s¨ª para salir a la superficie. Si no les gusta lo que han visto del Hombre de Davos, ya ver¨¢n cuando se encuentren con el Hombre Nacionalista. -
www.timothygartonash.com Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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