Concertaci¨®n social
Los sindicatos m¨¢s representativos, UGT y CC OO, han apremiado al Gobierno andaluz para que convoque el pacto de concertaci¨®n social de Andaluc¨ªa y se intente detener la sangr¨ªa del desempleo. El presidente del Gobierno andaluz, no s¨¦ si a instancia de los sindicatos o a iniciativa propia, pero bas¨¢ndose en la realidad social, est¨¢ en esta tarea, y ha destacado que va a dialogar hasta la extenuaci¨®n. No s¨¦ si cuando habla de dialogar hasta la extenuaci¨®n se refiere a que va a hablar con la banca para que conceda pr¨¦stamos y abra las puertas de la liquidez o si se refiere a que va a hablar con Arenas que, al igual que el visir Iznogoud, pretende ser califa en lugar del califa -recomiendo la lectura de este visir para entender a Arenas y el caso del espionaje en Madrid- y entiende el paro en t¨¦rminos de desgaste del Gobierno y no de ocupaci¨®n, lo cual agota a cualquiera por muy presidente que se sea. Las manifestaciones de la patronal andaluza son de otro mundo. No se comprenden en cuanto que cree que "como las competencias claves son del Gobierno central, la Junta no tiene nada que decir".
Seguro que fue un desajuste temporal porque estas expresiones no se corresponden a la realidad legal y auton¨®mica, y pensaba que estaba en Libia. El Gobierno andaluz, conforme a sus competencias actuales y al propio Estatuto de Autonom¨ªa, alguna responsabilidad tiene en esto de lograr ocupaci¨®n en la comunidad, am¨¦n de que la propia existencia de una patronal andaluza con representante a la cabeza nos est¨¢ diciendo que contamos con agentes econ¨®micos importantes en estos menesteres, tal y como han destacado los sindicatos.
De todas formas, este apremio de los sindicatos y esta respuesta del presidente del Gobierno no son nada nuevo. Se sabe, cuando menos desde los Pactos de Toledo y del Acuerdo Nacional de Empleo (ANE), que la concertaci¨®n social; que la presencia de gobiernos, sindicatos y empresas as¨ª como sus acuerdos hacen m¨¢s competitivas las empresas y pueden generar empleo. En todo caso, no est¨¢ mal destacar que, a¨²n estando en tiempos de crisis, hay que seguir garantizando el progreso social alcanzado.
Hace unos d¨ªas se ha dictado en EE UU una ley que se conoce como ley de Obama: garantiza que hombres y mujeres ganen lo mismo, y que no prescriban sus derechos porque trascurran 180 d¨ªas desde que empezaron a cobrar menos. Esta ley viene a hacer un reconocimiento no s¨®lo a favor de Ledbetter -esta persona, cuando iba a jubilarse, conoci¨® que por su condici¨®n de mujer y de color ganaba menos que otras personas que hac¨ªan lo mismo que ella, y no pudo resarcirse porque s¨®lo ten¨ªa 180 d¨ªas para reclamar- sino que ha sido en reconocimiento de todas las personas que cobren menos por razones discriminatorias. Sus derechos son ya imprescriptibles mientras se mantenga su discriminaci¨®n.
En Espa?a, desde la Constituci¨®n, no necesitamos de esta ley. Los actos discriminatorios son imprescriptibles. Viene este recuerdo a esta Ley de Obama, y a la ley espa?ola, a decir que s¨ª; que est¨¢ muy bien la concertaci¨®n social; que los sindicatos est¨¢n para llamar al orden a los gobiernos y a sus responsabilidades -por cierto, qu¨¦ piensan los sindicatos de la huelga de jueces que se nos cae encima por falta de medios cuando muchos trabajadores van en motillo al tajo y con el bocata para no perder tiempo- pero no podemos olvidar los logros alcanzados. En tiempos de crisis es f¨¢cil que algunos empresarios aprovechen para establecer condiciones econ¨®micas y laborales inferiores a las convencionales, como est¨¢ ocurriendo en el campo de Ja¨¦n. S¨ª, pues, a la concertaci¨®n social, pero ni un paso en falso ni atr¨¢s que obligue a desandar un camino que no necesita de Ley Obama ni hacer la vista gorda ante actos de esclavitud laboral para que sigan siendo la excepci¨®n.
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