Ni bien ni mal, sino todo lo contrario
La lluvia condiciona un partido que el Athletic domin¨® al principio y el Sevilla gan¨® en el descuento
El agua es a la pelota lo que el viento a la muleta, el peor enemigo. Y el debate del agua condicion¨® un partido que, inevitablemente, traslada el protagonismo al delantero centro. Con agua, con mucha agua (nada extra?o en invierno), no se puede conducir, no se puede correr, no se puede combinar y no se puede ceder al portero. Son asuntos que quedan borrados del planeamiento general, llev¨¢ndose de paso a algunos jugadores que sin lo anterior quedan reducidos a la m¨ªnima expresi¨®n. L¨¦ase Navas: si no puede correr, conducir, regatear, no es Navas. L¨¦ase Yeste: si no puede caracolear, si no puede retener la pelota, no es Yeste. Y crecen m¨¢s de lo habitual tipos como Llorente o Kanout¨¦, los tallos largos, los rematadores, los capacitados para recoger los golpeos largos, lo llovido del cielo. Y sobre todo es el reino del bal¨®n parado, la opci¨®n m¨¢s sincera de gol, la m¨¢s directa, la m¨¢s real. Y esa la caz¨® el Athletic a la primera de cambio. Es decir, la caz¨® Llorente en un c¨®rner bien tocado por David L¨®pez que el delantero riojano lo cabece¨® reculando, pero ganando la acci¨®n a la salida apresurada de Palop y un punto de apat¨ªa de su marcador. Es lo que tienen los estados de gracia. Es el territorio habitual de Llorente, el que busca lo que hay y lo que no hay. Y entre lo uno y lo otro encontr¨® el gol que reclamaba Caparr¨®s para que San Mam¨¦s sea decisivo el 4 de marzo en el partido de vuelta.
SEVILLA 2 - ATHLETIC 1
Sevilla: Palop; Mosquera, Escude, Squillaci, F. Navarro; Duscher, Romaric; Navas, Renato (Acosta, m. 45), Adriano (Capel, m. 59); y Kanoute. No utilizados: Varas, Drago y Cordero.
Athletic: Iraizoz; Iraola, Ocio, Amorebieta (Ustaritz, m. 90), Koikili; David L¨®pez, Orbaiz, Javi Mart¨ªnez, Yeste (Balenziaga, m. 70); Ion V¨¦lez (Toquero, m. 61) y Llorente. No utilizados: Armando y Gurpegi.
Goles: 0-1. M. 42. Saque de esquina que cabecea Llorente ganando la acci¨®n a Palop. 1-1. M. 60. Duscher resuelve un barullo. 2-1. M. 92. Acosta en el ¨¢rea peque?a.
?rbitro: Velasco Carballo. Amonest¨® a Orbaiz, Llorente, Yeste, Koikili y Adriano.
Unos 25.000 espectadores en el S¨¢nchez Pizju¨¢n.
El agua desnud¨® a los equipos. M¨¢s al Sevilla que tuvo que cambiar el gui¨®n apresuradamente. No es que el Athletic se encontrara como pez en el agua, pero acusaba en menor medida el cambio de planes que la meteorolog¨ªa impon¨ªa a la pizarra. En resumen, el Athletic est¨¢ m¨¢s acostumbrado a buscar desesperadamente a Llorente, que el Sevilla a Kanout¨¦.
Acus¨® el Sevilla que la lluvia se tragase a Navas conduciendo al equipo de Nervi¨®n a la desorientaci¨®n total, un argumento que exacerb¨® la autoestima rojiblanca. Ni Romaric ni Duscher ten¨ªan las ideas claras, confundidos entre la realidad y el deseo, mientras el Athletic sab¨ªa lo que quer¨ªa que no era mucho, apenas alcanzar jugadas aisladas, llegar a Llorente, buscar libres directos o indirectos. El f¨²tbol b¨¢sico, primigenio, ordenado, f¨ªsico. F¨²tbol de invierno cuando hab¨ªa invierno.
Pero nunca llueve a gusto de todos. O quiz¨¢s llueve democr¨¢ticamente. Probablemente, llovi¨® a favor del Athletic antes del partido, poni¨¦ndole el campo a la medida de sus deseos. Pero en el descanso, sin lluvia, con el campo pisado y pinchado por los operarios, el bal¨®n comenz¨® a correr. Es decir, comenz¨® a correr a Navas con el efecto futbol¨ªstico y contagioso que tiene en sus compa?eros. Rodando el bal¨®n, el Sevilla meti¨® una velocidad m¨¢s y el Athletic le dio una mordida m¨¢s al freno de mano confiado en su gol, en su fortuna, en su autoestima.
Correr el bal¨®n y acularse el Athletic fue todo uno. Jim¨¦nez, con el cambio meteorol¨®gico, apost¨® por Capel cuando el bal¨®n corr¨ªa y el Sevilla se pareci¨® al Sevilla, en la misma medida que el Athletic parec¨ªa difuminado, asustado, encogido.
El gol del Sevilla fue el vivo reflejo del partido que se presum¨ªa en la segunda mitad. Un acoso absoluto, un sinf¨ªn de rebotes, un despeje ag¨®nico de Amorebieta precedi¨® al gol de Duscher con seis o siete jugadores sevillistas en el ¨¢rea rojiblanca.
La lluvia, tan democr¨¢tica, dio y quito a partes iguales. Un tiempo para cada uno, una oportunidad para exhibir lo m¨¢s visceral de cada uno. Lo aprovech¨® mejor el Sevilla, cuando menos en la sensaci¨®n de peligro, de superioridad. El Athletic se agarr¨® al gol de Llorente concediendo al rival la creatividad, el acoso, la imaginaci¨®n, el remate. Resistir era la consigna tras el bot¨ªn obtenido. Resistir por impotencia, por miedo. O por el agua, que reconven¨ªa el encuentro al punto de partida.
Curioso. Siendo protagonista el agua, el Athletic jugaba con fuego. Y se quem¨®. Un penalti de Javi Mart¨ªnez a Kanout¨¦ lo malgast¨® el delantero sevillista estrellando el disparo contra el poste. Pero apareci¨® Acosta, ah¨ª en un barullo, en la prolongaci¨®n, rodeado de futbolistas para fusilar a Iraizoz cuando se miraba al ¨¢rbitro. La historia contin¨²a.
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