Esqueletos muy desmejorados
Restos ¨®seos que muestran dolencias componen una l¨®brega exposici¨®n en el Museo Egipcio de Barcelona
"Estoy mareada". "?Qu¨¦ mal rollo!". "?La leche!". Son tres de los sentidos comentarios de algunos de los primeros visitantes de la impactante exposici¨®n Esqueletos enfermos, que ha convertido la planta s¨®tano del Museo Egipcio de Barcelona en un osario. Organizada por el centro catal¨¢n y compuesta por 150 piezas (en su mayor parte huesos humanos) de 32 instituciones de todo el mundo, la exhibici¨®n (hasta el 30 de junio) muestra a trav¨¦s de la paleopatolog¨ªa -la ciencia que estudia las enfermedades en los restos antiguos de los seres vivos- una visi¨®n de las dolencias y lesiones a lo largo de los tiempos. Buena parte de lo que se expone es de a¨²pa: huesos con terribles golpes de espada, cr¨¢neos que muestran los efectos atroces de la s¨ªfilis o la lepra, miembros deformados por dolencias degenerativas, traumatismos o pr¨¢cticas culturales; trepanaciones, tremendas fracturas, tumores, quistes, abortos, tristes monstruos dignos de los barracones de Barnum y momias. Tambi¨¦n cosas tan extraordinarias como la v¨¦rtebra de la cola de un dinosaurio mordida por otro, el f¨®sil de un trilobite de 540 millones de a?os que, con una malformaci¨®n cong¨¦nita o infestaci¨®n, se considera el testimonio m¨¢s antiguo de enfermedad en el mundo; piedras de ri?¨®n tardorromanas y un c¨¢lculo biliar de ¨¦poca carolingia, que ya es maravilla.
El conjunto incluye viejos cr¨¢neos trepanados, huesos rotos y momias
Muy interesante es un cr¨¢neo escita con evidencias de que le arrancaron la cabellera. Entre las piec¨¨s de r¨¦sistance, una retorcida momia tiwuanaco a la que s¨®lo le falta hablar, la de un chico h¨²ngaro del XVII aquejado de una brutal deformidad tuberculosa, el esqueleto de un ni?o enano del XV o el de un patizambo.
Aunque la muestra -dirigida a todos los p¨²blicos- est¨¢ planteada desde una perspectiva rigurosamente cient¨ªfica, cuesta mantenerse imp¨¢vido ante el melanc¨®lico cuerpecillo de un min¨²sculo feto momificado, o el de su compa?ero de vitrina con aire de E. T., afectado de hidrocefalia. Qu¨¦ decir del abultado cr¨¢neo de Jacinto -as¨ª, en plan simp¨¢tico (!), le conocen los cient¨ªficos-, con displasia fibrosa. Tambi¨¦n tiene nombre propio Marcial¨ªn, el resto de un individuo de la Edad del Bronce con el raquitismo m¨¢s antiguo de Europa. Los comisarios, los m¨¦dicos Assumpci¨® Malgosa y Albert Isidro, y Mari¨¤ngela Taul¨¦, la directora del museo, pasean durante la presentaci¨®n de la muestra como si tal cosa. No ven nada morboso en la exposici¨®n, ni consideran que se apunte a la moda de los chinos plastificados; al contrario: subrayan su dimensi¨®n cient¨ªfica y pedag¨®gica. En ese sentido, abonan la frase Mortui viventes docent, "los muertos ense?an a los vivos", el lema de asociaci¨®n internacional de paleopatolog¨ªa. Isidro dice que las enfermedades apenas han variado con el tiempo. Apunta que el caso m¨¢s antiguo de c¨¢ncer es el de un dinosaurio. Hay que recordar que el fara¨®n Merneptah ya sufr¨ªa una patolog¨ªa a¨®rtica y que a la momia de John Paul Jones -preservada felizmente en alcohol- le diagnosticaron estenosis de renales. "Lo que se ve aqu¨ª no son cosas tan alejadas de nosotros", resume el paleopat¨®logo, y es dif¨ªcil no sentir un escalofr¨ªo.
El recorrido se cierra con la Dama de Kemet, momia egipcia que ofrece una imagen pl¨¢cida hasta que Isidro recuerda que le hicieron una endoscopia y encontraron que estaba llena de necr¨®fagos escarabajos del jam¨®n.
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