El tablero de ajedrez
Estamos en un balneario, cuya decrepitud y abandono aumentan al hilo de las 100 p¨¢ginas de la novela, a la escucha del mon¨®logo de un personaje an¨®nimo (no aparece un solo nombre en el decurso de aqu¨¦lla) que rumia o discurre sobre el fracaso de su vida y de su carrera, fracaso que atribuye a la desdichada relaci¨®n con su pareja, la ex directora de una cl¨ªnica privada ansiosa de ser madre, de tener un hijo suyo. La humillaci¨®n que significa para ¨¦l la prueba de su fuerza gen¨¦tica ante el temor de que padezca andropausia agrava a¨²n m¨¢s su rencor -"ning¨²n sufrimiento en la vida es comparable al que dos amantes son capaces de infligirse mutuamente", "ser padre es de una vulgaridad aberrante", etc¨¦tera-. Hacer lecho aparte, teclear la m¨¢quina de escribir como una ametralladora para fastidiar a su c¨®nyuge -su oficio es escritor-, son parte de su estrategia agresiva frente a la incomunicaci¨®n rec¨ªproca: "No puedo decir nada sin que se sienta atacada, ella no puede decir nada sin que de inmediato organice mi contraofensiva; nos odiamos la mayor parte del d¨ªa (y de la noche)". Vivir a dos, estima (y ¨¦l tiene la experiencia de haber matrimoniado dos veces antes de la desastrosa uni¨®n con la tercera), anula la individualidad de los componentes de la pareja y la contamina con una mezcla de odio y de frustraci¨®n.
Mate jaque
Javier Pastor
Mondadori. Barcelona, 2009
112 p¨¢ginas. 13,90 euros
El hu¨¦sped del balneario o m¨¢s bien de una residencia para pacientes de la tercera edad, que abusa del alcohol y fuma porros a escondidas, recibe un d¨ªa la visita de una bella muchacha pelirroja que le tutea familiarmente, se interesa por su salud, quiere acompa?arle a su habitaci¨®n y le causa un violento respingo cuando le llama pap¨¢.
Para aliviar su soledad y ensimismamiento, el ma?tre del establecimiento le invita a una partida de ajedrez. Su jaque mate, le dice al terminarla, reproduce jugada por jugada la que enfrent¨® en el tablero a Madame de Remusat con Napole¨®n en 1802. Estamos en la p¨¢gina 50 de la novela, bisagra entre las dos mitades del libro. De modo imperceptible pasamos a otra partida con un mate jaque en el que el ma?tre asume el papel de Napo o de Le¨®n, y ella (no ¨¦l) el de Madame de Remusat: al "perm¨ªtame, Madame" del maestresala, sucede un "no tengo inconveniente en llamaros Napo, respondo abanic¨¢ndome con br¨ªo". Como en un pase de prestidigitador, el novelista ha dado un vuelco al relato: en adelante escucharemos la voz o leeremos los pensamientos de una mujer.
?Qui¨¦n es ella? Su mon¨®logo interior o su expresi¨®n a rega?adientes son sim¨¦tricos a los del personaje masculino que ya conocemos. Ex directora de una cl¨ªnica de lujo, de la que fue despedida por su inmoderada inclinaci¨®n al trago, evoca a salto de frase la alergia que provoc¨® a su pareja el af¨¢n de ser madre, su frecuentaci¨®n asidua de los bares, la degradaci¨®n y ruina del balneario en el que se siente atrapada sin remedio. La visita inesperada de un joven pelirrojo del que emana una c¨¢lida inmediatez traducida en tuteo y besos, y su sonrisa de hombre enamorado, le inducen a creer en un flechazo. Pero a la busca instintiva de sus labios, seguir¨¢ el grito escandalizado de ??pero mam¨¢!! que corta abruptamente el idilio. A partir de esta escena -r¨¦plica de la de su ex pareja con la joven pelirroja-, breves claros de lucidez le llevan a preguntarse si no rueda cuesta abajo hasta el desvar¨ªo, si no est¨¢ volvi¨¦ndose loca, si no es una enferma rodeada de enfermos de su misma condici¨®n.
La ruina del balneario convertido en asilo de ancianos, su bata de rudo algod¨®n gris impuesta a todos sus pares por la direcci¨®n del establecimiento, agravan su pesimismo respecto a s¨ª misma y al mundo que la rodea. En sus paseos por el jard¨ªn, ella, la Madame de Remusat de la partida de ajedrez, se cruza con un Napo envejecido y encorvado. "No hay que detener al enemigo cuando comete un error", le susurra ¨¦l. A lo que ella a?adir¨¢: "Hay que mantener la fe en la destrucci¨®n del otro". La coexistencia en el odio de la pareja aquejada de demencia senil (el autor no lo dice, pero el lector lo comprende) concluir¨¢ con su salida simult¨¢nea del manicomio. Sus respectivas familias, la joven y el joven pelirrojos, vienen a hacerse cargo de ellos, fundidos los dos en uno por el arte del novelista. "Al besarme, ella ha susurrado Hola pap¨¢. Al besarme, ¨¦l ha susurrado Hola mam¨¢". Las dos partes del relato, separadas por el giro de la bisagra, se cierran. El libro ha concluido.
Mate jaque desdibuja h¨¢bilmente la trama que acabo de resumir. El autor no describe a los personajes: ¨¦stos fluyen como n¨¢ufragos en la corriente de sus soliloquios. Corresponde al lector -mejor dicho el relector- la tarea de rescatarlos. La propuesta literaria de Javier Pastor es la de un orfebre que oculta su arte y artificio a quienes se plantean la lectura como una incursi¨®n en un ¨¢mbito nuevo: no el de la novela de aventuras sino el de las aventuras de la novela.
El odio que destilan ?l y Ella -verdadero material del libro- me trae a la memoria una ingeniosa frase de Juan Aranzadi: "La pareja es la primera c¨¦lula terrorista del mundo". Mate jaque convierte esta pesimista y desenga?ada aserci¨®n en una aguijadora creaci¨®n art¨ªstica. -
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