El copista de Kubrick
1 - Regreso a Nueva York despu¨¦s de unos d¨ªas en Boulder, junto a las Monta?as Rocosas, cerca de Denver, Colorado. All¨ª no he dejado de pensar en Cosas que hacer en Denver cuando est¨¢s muerto, aquella pel¨ªcula cuyo clima de fatalidad y horror no se olvida f¨¢cilmente. No ten¨ªa muchas cosas que hacer en Boulder, pero en medio de la apabullante desolaci¨®n del lugar me encant¨® descubrir que la ciudad ten¨ªa historia. A Stephen King se le hab¨ªa ocurrido all¨ª el argumento de The shining (El resplandor). Eso ameniz¨® levemente mis horas en aquella especie de destierro y, adem¨¢s, me permiti¨® comprender mejor por qu¨¦ Kubrick, en su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de El resplandor, le hac¨ªa decir a Jack Torrance (Jack Nicholson) esa frase que siempre me hab¨ªa parecido tan misteriosa: "?Podr¨ªa volver como un aut¨¦ntico escritor y conquistar Boulder!".
2
- Al regresar a Nueva York jugando a volver "como un aut¨¦ntico escritor", la nieve segu¨ªa ah¨ª. Me pareci¨® una casualidad no muy casual que al presidente Obama le fuera comunicada la renuncia de dos de sus altos cargos cuando estaba con su mujer, Michelle, leyendo a ni?os de una escuela de Washington un cuento sobre astronautas, Moon over star. Inevitable recordar que el 11 de septiembre Bush estaba en una escuela de Florida, tambi¨¦n con un cuento infantil en las manos.
Cuando le lleg¨® la noticia de las dimisiones, Obama acababa de decirles a los ni?os que ¨¦l y su mujer, Michelle, hab¨ªan ido all¨ª porque estaban cansados de estar en la Casa Blanca. "?Nos han dejado salir! ?Nos han dejado salir!", a?adi¨® Michelle Obama, y los peque?os re¨ªan. Y en eso lleg¨® la noticia de las dos dimisiones. En pleno cuento infantil.
Tampoco es que, con el tiempo que hac¨ªa ayer en toda la regi¨®n, apeteciera mucho salir, ni tan siquiera salir de la Casa Blanca. Con esas condiciones clim¨¢ticas regresaron ayer a Nueva York los amigos invitados al Festival de Cartagena de Indias, todos desconcertados por el fuerte contraste entre la jarana y el calor caribe?o y la nieve imperturbable de la serena Manhattan. Me pareci¨® tambi¨¦n una casualidad no muy casual que uno de los reci¨¦n llegados, sin saber que yo ven¨ªa de Boulder, me hablara del libro que acababa de publicar Jack Torrance, el loco de El resplandor.
Sospech¨¦ de un hilo de nieve que lo unir¨ªa todo. Tal vez no lo sabemos, pero s¨®lo cuando no est¨¢ nevando nos olvidamos levemente del temible Torrance, cuya historia empieza para nosotros cuando es contratado para la labor de mantenimiento del vac¨ªo hotel Overlook durante los meses de invierno. Junto a su hijo, que tiene un extra?o poder de premonici¨®n llamado resplandor, y su mujer, Wendy, se instalan en el hotel, situado en medio de la nada, donde Jack piensa aprovechar para escribir su novela. Pero con la llegada de la nieve quedan aislados, la carretera es cortada y a Jack le da por volverse loco.
La escena m¨¢s recordada por muchos es aquella en la que confirmamos su desequilibrio mental. Es un momento de terror metaf¨ªsico. Wendy se acerca para ver qu¨¦ est¨¢ escribiendo y descubre que su marido ha estado tecleando convulsivamente una frase en la que se ha encallado y que repite con s¨®lo ligeras variantes: "All work and no play makes Jack a dull boy".
3
- Se sabe que ese libro de Jack Torrance que contiene una sola frase fue escrito durante el rodaje por el propio Kubrick usando una m¨¢quina de escribir programable.
Ahora Torrance ha publicado en Nueva York un libro con esa frase convulsivamente repetida ("all work and no play...").
Bueno, Torrance no, claro. Quien lo ha publicado es Phil Buehler, un tipo obsesionado por el libro que el personaje de Torrance escribe en el hotel Overlook. Tan obsesionado estaba Buehler por este libro que ha terminado por escribirlo ¨¦l mismo y autopublicarlo. Y al hacerlo se ha convertido en el Pierre Menard del libro de Kubrick. (Como se sabe, Pierre Menard es aquel copista que se convirti¨® en el otro autor del Quijote).
El libro de Buehler contiene 80 p¨¢ginas con combinaciones de la misma frase. Las primeras 10 reproducen lo que la pel¨ªcula muestra, es decir, las formas escalonadas que toman los ep¨ªgrafes de Torrance, pero a partir de ah¨ª -como Kubrick ya no mostr¨® en la pel¨ªcula el resto de su obsesivo libro de una frase-, Buehler se vio obligado a improvisar.
"Pens¨¦: si se sigue volviendo loco, ?qu¨¦ aspecto ir¨ªan teniendo esas p¨¢ginas? As¨ª que pas¨¦ de las escaleras a los zigzags y las espirales, y en definitiva a cualquier forma posible con una m¨¢quina de escribir", ha explicado Buehler, que admite que qued¨® bloqueado, al borde de la locura y de la demencia alucinatoria, en la p¨¢gina 60, pero de alg¨²n modo logr¨® llegar a la 80 y cumplir con el volumen can¨®nico.
Colg¨® su autoedici¨®n en la p¨¢gina web de Blurb y los 1.000 ejemplares de los que dispon¨ªa se agotaron enseguida. La gente le pide reediciones, quieren tener en casa -como objeto de culto- este libro que Buehler anunciaba en la red como un texto "igual al mejor Beckett" (ya son pretensiones) y en el que se concentra "la lucha metatextual del Hombre contra la M¨¢quina de escribir" (ya son ganas). El hecho es que Jack Torrance ha dejado de ser un personaje de novela y de pel¨ªcula para convertirse en un interesante escritor debutante. Ahora s¨®lo falta que publique un segundo libro para que sepamos que ha enloquecido del todo.
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