Robinson Crusoe rob¨® a los ni?os
Un padre mantiene ocultos en el bosque a sus hijos durante diez a?os tras arrebat¨¢rselos a la madre
Los dos ni?os, convertidos ya en adolescentes, casi en hombres, vieron a su madre por primera vez en 10 a?os la noche del s¨¢bado pasado. Nadie excepto ellos saben si se reconocieron a la primera. Shahiyena, el mayor, ten¨ªa ocho a?os cuando dej¨® de verla; Okwai, siete. Ahora tienen 18 y 17. Una tarde de 1998, su padre, Xavier Martin, un individuo alto, licenciado en Ciencias Naturales, de pelo largo, defensor a ultranza de la vida en la naturaleza, no se los devolvi¨® a su madre despu¨¦s de pasar las navidades con ellos como estipulaba su acuerdo de padres divorciados. Se los llev¨®, les cambi¨® el nombre, la identidad y con ellos recorri¨® media Francia en un carromato tirado por un caballo. En 1995 se instal¨® en una caba?a en un bosque de hayas, cerca del pueblo pirenaico de Massat, en la provincia de Ari¨¨ge. Hasta el s¨¢bado de la semana pasada.
Mientras tanto, la madre les buscaba. Hizo empapelar Francia de carteles en los que aparec¨ªa el padre con una chaqueta de lana deformada por el tiempo, su barba de neohippy, vaqueros, botas de agua y mirada ladeada. La foto de abajo era para dos ni?os sonrientes.
En la caba?a de Assat, cedida por un turista alem¨¢n a cambio de mantener el lugar cuidado, padre e hijos llevaron una suerte de existencia aut¨¢rquica. La electricidad la obten¨ªan de paneles solares. El agua, de una fuente. No hab¨ªa carretera cerca. Tan s¨®lo viviendas ocupadas por personas partidarias como ¨¦l de dar la espalda al consumismo. El padre criaba cerdos, corderos, conejos, ocas y especies raras. Jam¨¢s pidi¨® una subvenci¨®n. Vivi¨® por sus medios y educ¨® a sus hijos en la misma filosof¨ªa. En los mercadillos de los pueblos todos le conoc¨ªan por Michel Dusesne. Sus dos hijos siempre creyeron que la madre les hab¨ªa abandonado a los tres.
A su manera, Martin ha sido un buen padre, seg¨²n los vecinos. No mand¨® a sus hijos a la escuela, ¨¦l mismo se ocup¨® de instruirlos. No lo debi¨® hacer muy mal, seg¨²n los testimonios. "Son chicos responsables, educados, correctos, siempre con una sonrisa, con las mismas preocupaciones que cualquier chaval de por aqu¨ª", dec¨ªa un habitante de Massat a la prensa local.
Hace unos d¨ªas, un habitante del pueblo descubri¨® el parecido entre uno de los ni?os de un viejo cartel y uno de los adolescentes de la casa del monte. O lo hab¨ªa descubierto ya y decidi¨® denunciarlo entonces. Shahiyena, el mayor, a pesar de los 10 a?os transcurridos, segu¨ªa teniendo la misma cara de la foto.
La polic¨ªa acudi¨® al bosque de hayas y encarcel¨® al padre, acusado de sustracci¨®n de menores. Los hijos estaban en C¨®rcega, recolectando aceitunas. Pero regresaron para citarse, la tarde del s¨¢bado, con su madre. Despu¨¦s ambos aseguraron que prefer¨ªan volver a la caba?a.
Hace dos d¨ªas, un periodista de Le Parisien habl¨® un minuto con Shahiyena. Le dijo esto: "A nuestra madre no la conocemos. Todav¨ªa no. A nuestro padre le debemos todo. ?l nos ha ense?ado la vida verdadera".
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