Otro insufrible experimentalismo
Sally Potter embarca a un pu?ado de actores dotados en la aburrida 'Rage'
Que una pel¨ªcula venga firmada por Sally Potter, directora aclamada por los modernos en su a¨²n m¨¢s relamida que delirante ¨®pera prima Orlando y que incluso dej¨® de estar de moda con ellos en sus sucesivas e indefendibles nader¨ªas, me provoca contrastados miedos, pero comprobando c¨®mo un director tan ancestralmente soso como Ron Howard ha podido realizar la magn¨ªfica El desaf¨ªo: Frost contra Nixon, siempre estar¨¦ dispuesto para las mejores sorpresas. Pero el fuego fatuo se disipa a los 15 minutos de proyecci¨®n de Rage. Gente m¨¢s intuitiva que yo o con menos tiempo que perder ya ha salido volando de la sala antes de ese tiempo. Sin embargo, asumo la tarea del h¨¦roe y no me muevo de la butaca, no me vayan a acusar los esp¨ªritus puros de que no hago los deberes y me largo sin haber paladeado el final de los engendros, algo que me ocurri¨® y que confes¨¦ ante una pretenciosa tonter¨ªa de Kiarostami exhibida en el ¨²ltimo e inenarrable Festival de Venecia, en la que el pope iran¨ª plantaba caprichosamente la c¨¢mara durante dos horas en los rostros de un centenar de mujeres que est¨¢n viendo una pel¨ªcula.
Tampoco hay nada interesante en la sueca 'Mammoth', de Lukas Moodysson
Al lado de tanto tedio, la argentina 'Gigante' es un peque?o oasis
En aqu¨¦lla, lo ¨²nico sonoro que percib¨ªas eran los di¨¢logos que ellas estaban escuchando en la pantalla del cine. En Rage hemos progresado. Ves durante todo el metraje el rostro en primer plano de 10 personajes, pero ¨¦stos al menos hablan. Se dirigen a una c¨¢mara que les est¨¢ filmando a trav¨¦s de Internet. ?Y a qu¨¦ se dedican estos parlanchines, qu¨¦ nos cuentan, qu¨¦ les pasa? Pertenecen a las diversas clases del engranaje de la moda. Son dise?adores, estilistas, modelos, aspirantes a modelo, publicistas, propietarios, costureras, guardaespaldas, travestis, cr¨ªticos y asesores de imagen. El discurso explic¨¢ndonos su fascinante trabajo antes de un desfile se interrumpe porque la palma violentamente una top model. A partir de ah¨ª las m¨¢scaras se resquebrajan y comienza el derrumbe, porque la velocidad de transmisi¨®n de Internet hace que j¨®venes concienciados se planten en la calle a darles la brasa por su frivolidad. Y este cuento se ha acabado.
Imagino que Sally Potter se ha planteado hacer una profunda reflexi¨®n moral sobre el universo de la moda, aunque mi estrechez mental no capte esas esencias, lo cual no me impide sentir un descomunal aburrimiento ante gente que me est¨¢ soltando su prescindible rollo en plano fijo durante un metraje que parece inacabable. Reconozco el m¨¦rito o la suerte de Sally Potter al haber descubierto en Orlando a esa actriz tan andr¨®gina e inquietante llamada Tilda Swinton (es la presidenta del jurado en esta Berlinale, o sea que estoy preparado para cualquier disparate en el palmar¨¦s como agradecimiento a su descubridora), pero no me parece suficiente aval para que actrices y actores tan dotados como Judi Dench, Dianne Wiest, Steve Buscemi y Jude Law se hayan prestado impunemente a interpretar el gui¨®n de Rage, esta notable y experimental bobada.
Tampoco hay nada interesante que contar de Mammoth, dirigida por el sueco Lukas Moodysson. La protagonizan una cirujana estresada, su feliz marido, que se ha hecho millonario inventando juegos en Internet, pero que descubre lo quebradiza que puede ser su fidelidad durante la firma de un contrato en Tailandia, la angelical hija de la pareja y una asistenta filipina con desgarrada y l¨®gica a?oranza de sus hijos. Pero lo que le ocurre a esta gente no logra hacerse contagioso para m¨ª. Cine plano y de prop¨®sitos indescifrables.
Al lado de tanto tedio, la pel¨ªcula argentina Gigante adquiere condici¨®n de peque?o oasis, aunque tampoco te incite a lanzar cohetes. Sin embargo, al menos est¨¢s pendiente de c¨®mo va a acabar la obsesi¨®n amorosa de un introvertido guardia de seguridad de un supermercado hacia una limpiadora que le ignora.
Est¨¢ narrada en plan posibilista, sin que ocurran demasiadas cosas, pero tiene cierto encanto. Tambi¨¦n conclusiones audaces, pero no voy a ser tan insensato como para revel¨¢rselas a ustedes.
A prop¨®sito de revelaciones infames: cierren los ojos y t¨¢pense los o¨ªdos si les ofrecen en el cine el tr¨¢iler de The reader, de Stephen Daldry, ya que desvela impunemente la gran sorpresa que pretende darte su argumento.
Babelia
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