Los Suns y las hormigas
Mi hotel de Los ?ngeles es mediocre. Bueno, est¨¢ cerca del agua y los yates aparcados enfrente le dan un toque de glamour. Pero tiene alg¨²n que otro problema. La pintura de las paredes est¨¢ desconchada. La alfombra est¨¢ manchada. Nuestra primera habitaci¨®n estaba infestada de hormigas. Los d¨ªas de gloria del hotel ya han pasado o nunca llegaron a existir.
Est¨¢ quedando cada vez m¨¢s claro que los Suns de Phoenix van a sufrir el mismo destino que mi hotel. Abundan los rumores de traspasos y parece que la esperanza de vida del equipo -en su forma actual- se puede medir en d¨ªas, si no en horas. Dentro de un a?o echaremos la vista atr¨¢s y hablaremos de lo que pudo ser sin entender realmente qu¨¦ sali¨® mal.
Me entristece la desaparici¨®n de los Suns. No tanto como me entristecer¨ªa si me enterara de que mis padres se iban a divorciar y ni siquiera tanto como cuando uno de mis h¨¢msteres se zamp¨® al otro cuando yo ten¨ªa 12 a?os. Pero s¨ª que estoy lo suficientemente triste para dedicarle unos centenares de palabras al tema. Los Suns de los ¨²ltimos cinco a?os han jugado al baloncesto como hay que jugar, es decir, de forma que sea divertido verlos. Considero que es un crimen contra el deporte que se permita que su estilo -r¨¢pido, energ¨¦tico y entretenido- se agarrote.
Mi hotel estaba probablemente abocado al fracaso. Quiz¨¢ no tuvieran el dinero suficiente para invertir en una pintura buena o en paredes que no dejaran pasar a las hormigas. O, a lo mejor, estaban buscando la mediocridad desde el principio. Con los Suns, esta grandeza perdida parec¨ªa estar tentadoramente cerca, lo que hace que la ca¨ªda resulte a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de digerir.
(Repito: no quiero ponerme melodram¨¢tico. La desaparici¨®n inminente de los Suns es la preocupaci¨®n n¨²mero 7.893 de mi lista, justo despu¨¦s de si deber¨ªa guardar mis vaqueros o, simplemente, tirarlos a los pies de la cama cuando me voy a dormir. Pero est¨¢ muy por delante de mi preocupaci¨®n 10.765, que es donde empieza el resto de mis preocupaciones por la NBA).
Como es habitual, la ca¨ªda de los Suns ha sido provocada por choques de personalidades. El due?o empez¨® a pensar que sab¨ªa m¨¢s de baloncesto de lo que sab¨ªa en realidad, el director general que ingeni¨® el ascenso fue expulsado, el entrenador que hizo que todo esto fuera posible se vio marginado y, al final, terminaron permitiendo que se fuera a un sitio en el que, de vez en cuando, deja que los rivales anoten 61 puntos contra su equipo. Se hicieron traspasos, se reforz¨® la defensa y la gente se olvid¨® de que resulta muy dif¨ªcil llegar adonde llegaron los Suns, o sea, a uno o dos partidos de la posibilidad de ganar un campeonato.
Dentro de poco volver¨¢n a empezar. Uno o m¨¢s de uno de los tres futuros miembros de la Galer¨ªa de la Fama del equipo ser¨¢n traspasados. El efecto ser¨¢ m¨ªnimo. Al entrenador le despedir¨¢n, pero ser¨¢ demasiado tarde. Empezar¨¢ el desmoronamiento y, antes de que nos demos cuenta, estaremos hablando de cuando era divertido ver los partidos y antes de que las hormigas buscaran alimento en mi cama.
Vale, es probable que los Suns no tengan problemas con las hormigas, pero mi hotel s¨ª. No vale la pena perder el sue?o por ello, pero, al igual que en el caso de la desaparici¨®n de los Suns, preferir¨ªa que no hubiera sucedido.
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