Aguirre, ?el poder contra qui¨¦n?
La sucesi¨®n de informaciones sobre pr¨¢cticas presuntamente corruptas en la Comunidad de Madrid obligar¨¢n tarde o temprano a volver sobre Tamayo y S¨¢ez, los dos tr¨¢nsfugas socialistas que sirvieron en bandeja el triunfo de Esperanza Aguirre. S¨®lo ahora se estar¨ªa empezando a reparar en las consecuencias que acarre¨® para el sistema democr¨¢tico la ausencia nunca suficientemente explicada, nunca suficientemente perseguida pol¨ªtica ni judicialmente, de dos diputados de la mayor¨ªa en el momento en que la Asamblea de Madrid deb¨ªa votar el nuevo Gobierno regional. La principal discusi¨®n en los d¨ªas que siguieron a aquella jornada pretendi¨® dirimir a qui¨¦n correspond¨ªa la principal responsabilidad por lo que hab¨ªa sucedido, si al Partido Socialista por integrar a personas como Tamayo y S¨¢ez en sus listas o al Partido Popular por explotar sin reparos una acci¨®n indigna, y qui¨¦n sabe si, incluso, delictiva. La repetici¨®n de las elecciones auton¨®micas, una de las mayores extorsiones que ha padecido el sistema constitucional del 78, zanj¨® la cuesti¨®n en contra de los socialistas.
Los esc¨¢ndalos de Madrid obligar¨¢n a volver sobre Tamayo y S¨¢ez
Por descontado, no estaban exentos de culpa: la defecci¨®n de Tamayo y S¨¢ez revel¨® la existencia de una corriente interna, los Renovadores por la Base, cuya influencia en las decisiones de ayuntamientos madrile?os controlados por los socialistas dejaba entrever una posible colusi¨®n entre intereses p¨²blicos y privados, y pol¨ªticamente transversal, que la direcci¨®n del partido ten¨ªa la obligaci¨®n de conocer. Pero esto, con ser grave, s¨®lo representaba la mitad del problema. La otra mitad, la mitad cuyas devastadoras consecuencias podr¨ªan estar aflorando en estos momentos, es que el Gobierno regional resultante de aquella operaci¨®n nac¨ªa lastrado, lo quisiera o no, por una deuda que qued¨® en la oscuridad. Quienes empujaron a los tr¨¢nsfugas Tamayo y S¨¢ez lo hicieron porque, fueran cuales fuesen sus razones, prefer¨ªan a Esperanza Aguirre en la presidencia de la Comunidad antes que al socialista Rafael Simancas. Y en la medida en que Esperanza Aguirre se benefici¨® de esta preferencia, la deuda quedaba pol¨ªticamente contra¨ªda, estuviera o no la presidenta al tanto de las maquinaciones que llevaron a alterar los resultados en la Asamblea de Madrid. Un Gobierno que no surge exclusivamente de los votos de los ciudadanos, sino de los votos m¨¢s las intrigas de oscuros personajes, es un Gobierno fr¨¢gil frente a intereses distintos de los exclusivamente democr¨¢ticos.
La gesti¨®n de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad de Madrid ha estado inspirada por un ¨²nico principio: ocupar todos los espacios de poder, por las buenas o por las malas. El ¨²ltimo episodio que ha protagonizado la presidenta regional es el intento de recuperar el control de Caja Madrid, vali¨¦ndose del Bolet¨ªn Oficial de la Comunidad y de normas ad hoc que vulneran principios b¨¢sicos del Estado de derecho. Pero no ha sido el ¨²nico. Escud¨¢ndose en un raqu¨ªtico discurso ultraliberal, la educaci¨®n y la sanidad dependientes de la Comunidad han sido sometidas a un proceso de privatizaci¨®n que, al margen de degradarlas como servicio p¨²blico, han convertido estos dos derechos constitucionales en un nuevo territorio para el instrumento clientelar de las concesiones, al mismo nivel que los recintos feriales o las plazas de toros. En cuanto a los medios de comunicaci¨®n, no s¨®lo no pod¨ªan escapar al af¨¢n de dominaci¨®n de Esperanza Aguirre, sino que se han convertido en una pieza insustituible de su estrategia pol¨ªtica, y esto afecta tanto a los de titularidad p¨²blica como a los privados. La presidenta cuenta con ellos para proyectar su imagen como posible alternativa a la direcci¨®n del Partido Popular, pero tambi¨¦n para crear una realidad virtual que presente la Comunidad bajo luces tan favorables que se convierta en aval de sus aspiraciones.
Esta carrera cada vez m¨¢s descarnada por ocupar todos los espacios de poder en la Comunidad de Madrid, que ha llegado a convertirse en obsesi¨®n, siempre se ha considerado ligada a la ambici¨®n de Esperanza Aguirre por dar el salto a la pol¨ªtica nacional. Pero a la vista de la deuda pol¨ªtica que, lo quisiera o no, contrajo al formar Gobierno benefici¨¢ndose de la huida de Tamayo y S¨¢ez, cabe preguntarse si la ambici¨®n no es accesoria respecto del principal problema que suscitan las informaciones sobre pr¨¢cticas presuntamente corruptas en la Comunidad de Madrid. La pregunta no ser¨ªa tanto para qu¨¦ quiere tanto poder Esperanza Aguirre, sino contra qui¨¦n lo necesita.
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