Espiral proteccionista
La crisis alimenta el rearme arancelario y la xenofobia de la que se nutren los populistas
Los temores de que la crisis estimulase la adopci¨®n de medidas proteccionistas se han convertido en una preocupante realidad. Las principales econom¨ªas del mundo, con Estados Unidos y la Uni¨®n Europea a la cabeza, est¨¢n recurriendo de nuevo al rearme arancelario como instrumento para estimular el propio crecimiento y combatir el paro. Y otro tanto est¨¢n haciendo las econom¨ªas emergentes de Am¨¦rica Latina y otras latitudes. La experiencia demuestra que el proteccionismo desencadena una espiral en la que la decisi¨®n de unos Gobiernos provoca la respuesta equivalente de los dem¨¢s, hasta anular el espejismo de las soluciones exclusivamente nacionales.
Las respuestas econ¨®micas defensivas que se est¨¢n poniendo encima de la mesa desmienten los buenos prop¨®sitos alcanzados en la cumbre de Washington del pasado diciembre. Las cifras de comercio internacional est¨¢n cayendo por primera vez desde 1982 y los flujos de capital privado han sufrido un severo recorte. Los signos de este renacer proteccionista han motivado la convocatoria de una reuni¨®n extraordinaria de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, a instancias de su director general, Pascal Lamy. Pero las posibilidades de alcanzar un acuerdo son limitadas. No s¨®lo por las dificultades intr¨ªnsecas de la tarea; tambi¨¦n porque los Gobiernos defienden en p¨²blico la necesidad de reforzar el libre comercio, pero no dudan en levantar barreras para calmar a sus opiniones internas alarmadas por la crisis.
El proteccionismo no es el ¨²nico s¨ªntoma de que los restos de la nueva econom¨ªa parecen estar apostando por un viejo error. En un mercado laboral en dr¨¢stica contracci¨®n, ha vuelto a aparecer la xenofobia, un sentimiento que coloca a los Gobiernos y los partidos democr¨¢ticos en inferioridad de condiciones frente a las formaciones populistas. Si ceden a las exigencias xen¨®fobas, lo har¨¢n a costa del Estado de derecho. Y si no ceden, trasvasar¨¢n apoyo electoral en favor de quienes no buscan solucionar los problemas, sino explotar los miedos y las pasiones.
Los intentos de salvarse en solitario se realizan siempre a costa de otros, que no tardar¨¢n en reaccionar de igual manera. Promocionar el consumo de productos nacionales o privar del derecho al trabajo a los extranjeros son respuestas de corto recorrido que quedan anuladas tan pronto otros pa¨ªses las adoptan. Pero son, adem¨¢s, respuestas que empujan hacia una pendiente peligrosa, en la que las dificultades econ¨®micas acaban transform¨¢ndose en crisis pol¨ªticas internas y en tensiones entre potencias. La comunidad internacional dispone de mecanismos institucionales para frenar esta deriva proteccionista, y corresponde a las econom¨ªas m¨¢s desarrolladas desactivar la bomba de relojer¨ªa que estar¨ªa comenzando a cebarse. No basta con suscribir proclamas solemnes como se hizo en Washington, sino que, a la vista de lo sucedido durante estas ¨²ltimas semanas, es preciso respetar los compromisos internacionales contra¨ªdos.
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