Emoci¨®n y recuerdos
En la noche de ayer, Joan Manuel Serrat volvi¨® a encontrarse con su p¨²blico m¨¢s cercano, su primer p¨²blico, el que le aup¨® como cantautor, el p¨²blico de su ciudad natal. Y lo hizo en circunstancias singulares: la celebraci¨®n del centenario de un auditorio tan querido para Serrat y para su p¨²blico como es el Palau de la M¨²sica Catalana. En el programa de mano una foto de 1968 atestiguaba esa relaci¨®n.
Cien a?os bien merecen un gran festejo. Y a la serie de conciertos programados para celebrar el aniversario figura el que anoche (hoy ofrecer¨¢ otro) brind¨® Serrat, sin duda, uno de los m¨¢s especiales. No s¨®lo por que las entradas se agotaron con desusada antelaci¨®n o por el calor y entusiasmo que lo inundaba todo convirtiendo la velada en un acontecimiento antes de que el cantante pisara el entarimado. Lo especial del concierto radic¨® tambi¨¦n en su contenido: Serrat cant¨® pr¨¢cticamente s¨®lo en catal¨¢n. Y lo que podr¨ªa haber sido normal en Barcelona se convirti¨® en algo ins¨®lito ya que hac¨ªa m¨¢s de 30 a?os (seg¨²n el propio Serrat) que no ofrec¨ªa un concierto ¨ªntegramente en catal¨¢n. S¨®lo una excepci¨®n, Mediterr¨¢neo, su primer bis de la noche dedicado a un amigo que no entend¨ªa el catal¨¢n.
No hubo nostalgia en el reencuentro, hubo una absoluta normalidad
La selecci¨®n idiom¨¢tica permiti¨® a Serrat recuperar antiguas canciones. Emocionante reencontrarse con temas como Can?¨® de bressol, El meu carrer, Res no ¨¦s mesqu¨ª, Mare, Temps era temps... o la tradicional Can?¨® del lladre. Y lo m¨¢s importante, no hubo nostalgia en el reencuentro, sino la m¨¢s absoluta normalidad, tanto por parte del cantante como de su p¨²blico. Son canciones que forman parte de la banda sonora de varias generaciones de catalanes y que sonaron con la fuerza de una actualidad imperecedera.
Ella em deixa, de su primer disco, fue, la canci¨®n escogida para abrir la velada con 12 minutos de retraso (los ¨²ltimos ensayos se hab¨ªan alargado en exceso y el p¨²blico tuvo que esperar para entrar en la sala). Pantalones vaqueros, camisa oscura, camiseta negra y guitarra en la mano, Serrat recibi¨® ya una ovaci¨®n de las que hacen historia.
"Palau, ?qu¨¦ miedo me dabas cuando era peque?o!", exclam¨® antes de recordar sus primeras experiencias de ni?o asustado por las estatuas de la sala de conciertos. Y sus primeras actuaciones -"llegu¨¦ a pie, con la guitarra en la mano"- o actos pol¨ªticos -enton¨® un fragmento del Cant de la Senyera recordando los acontecimientos de 1960 que llevaron a la c¨¢rcel a algunos intelectuales catalanes-. Tambi¨¦n record¨® a los amigos ausentes (Salvador Escamilla, Tete Montoliu) o a todos los poetas que le han acompa?ado en su carrera.
M¨¢s que un concierto, el Palau vivi¨® una cascada de emociones que alcanzaron su punto ¨¢lgido con Can?¨® de matinada y Paraules d'amor, entonada tambi¨¦n por el p¨²blico. Consigui¨® que ¨¦ste, puesto en pie, le mostrara un amor que va m¨¢s all¨¢ de la admiraci¨®n.
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