El fin de una ¨¦poca
Cuando el lehendakari Ibarretxe convoc¨® las elecciones vascas haci¨¦ndolas coincidir con las gallegas el l-M, fuimos muchos los que pensamos que esa coincidencia en el tiempo pod¨ªa interferir, de una u otra manera, la din¨¢mica propia de las elecciones al Parlamento de Galicia, o, al menos, restarle protagonismo a nuestro proceso electoral. Debemos reconocer que est¨¢bamos equivocados. Si algo esta influyendo, ?y de qu¨¦ manera!, en nuestra campa?a electoral no es precisamente el proceso vasco, sino el terremoto de enormes proporciones que, con epicentro en la Comunidad de Madrid, est¨¢ haciendo crujir todas las cuadernas de la nave conservadora, a punto de irse al garete.
Sin embargo, nada de lo que est¨¢ ocurriendo en Madrid constituye una verdadera sorpresa, si se considera que Esperanza Aguirre lleg¨® al poder gracias a la traici¨®n de dos tr¨¢nsfugas del partido socialista convenientemente incentivados por las tramas inmobiliarias que act¨²an en aquella comunidad y que, por supuesto, se han cobrado los servicios prestados. Si a todo ello a?adimos que Mariano Rajoy no despega en las encuestas y que se muestra incapaz de cerrar la crisis abierta tras las ¨²ltimas elecciones generales y de enderezar el rumbo de su partido, se comprende f¨¢cilmente que el PP est¨¦ al borde del naufragio pol¨ªtico.
Feij¨®o nunca supo entender que, adem¨¢s de la cr¨ªtica, debe acreditar que tiene una alternativa
Tampoco el presidente del PP ha mostrado competencia alguna a la hora de proponer medidas alternativas a las formuladas por el Gobierno para abordar la dura crisis econ¨®mica que asola el pa¨ªs. Salvo, claro est¨¢, los consabidos latiguillos ultraliberales de toda la vida, consistentes en la rebaja de impuestos (directos) y el abaratamiento del despido. ?C¨®mo espera Rajoy tener cr¨¦dito con una propuesta que s¨®lo beneficia a las rentas m¨¢s altas, disminuye la progresividad fiscal, reduce el peso relativo de los impuestos directos y la renta p¨²blica?
Por cierto, el dirigente popular ha sido incapaz de aclarar si para financiar su programa est¨¢ dispuesto a incrementar los impuestos indirectos o recurrir al d¨¦ficit p¨²blico. Si no lo hace, habr¨¢ que deducir que sus compromisos pol¨ªticos, especialmente los sociales, son papel mojado o, lo que es peor, insoportable ret¨®rica electoralista. Quiz¨¢ le hayan soplado al o¨ªdo la teor¨ªa del profesor Laffer, consistente en afirmar, contra toda evidencia, que con la reducci¨®n de impuestos el total de la renta p¨²blica no s¨®lo no disminuir¨¢ sino que experimentar¨¢ un enorme crecimiento. O tambi¨¦n es posible que Rajoy haya asumido el discurso de David Stockman, ex director del Departamento de Administraci¨®n y Presupuestos de Estados Unidos y, con mucho la personalidad econ¨®mica m¨¢s relevante del gobierno de Ronald Reagan, cuando afirmaba con una met¨¢fora menos que elegante: "Si uno alimenta al caballo [los ricos] con avena de sobra, algo acabar¨¢ cayendo en el camino para los gorriones [los pobres]".
En este contexto y con estos bueyes tiene que arar N¨²?ez Feij¨®o en la campa?a electoral. Lo compadezco. Aunque conviene resaltar que tampoco el dirigente popular gallego puso de su parte lo necesario para llegar con posibilidades de ¨¦xito a la cita del 1-M. En efecto, adem¨¢s del grave tropiezo sufrido en la lista de Ourense y de sus comprometedoras relaciones con Pablo Crespo, N¨²?ez Feij¨®o no supo entender nunca que cuando los ciudadanos otorgan a un partido el 45% de los votos esperan de ¨¦l que, adem¨¢s de la cr¨ªtica y del necesario control del poder, acredite que es una alternativa cre¨ªble de gobierno. Y hay que reconocer que el candidato del PP no cumpli¨® con tal elemental exigencia.
Por eso, aunque el Gobierno bipartito no despierta grandes entusiasmos -algo que se refleja en las encuestas con el aumento de la abstenci¨®n y el voto en blanco-, el resultado est¨¢ cantado. Tal como est¨¢n las cosas en el PP, no creo que Rajoy y Feij¨®o superen la prueba. As¨ª pues, nuestro proceso electoral, en vez de permanecer en la oscuridad del segundo plano como augur¨¢bamos muchos analistas, atraer¨¢ m¨¢s focos de los previstos inicialmente. Algo perfectamente l¨®gico, si se tiene en cuenta que sus resultados pueden representar el fin de una ¨¦poca en la derecha espa?ola.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.