Eluana: derechos frente a despotismo
Berlusconi y la Iglesia se han aliado para violar tanto los deseos de una paciente y su familia como las decisiones de los tribunales italianos. Quer¨ªan mantener indefinidamente un estado vegetativo irreversible
El d¨ªa 9 de febrero, a las 20.10 horas, muri¨® en la cl¨ªnica La Quiete, de Udine, Eluana Englaro, la italiana de 38 a?os que estaba en estado vegetativo irreversible desde 1992, cuando sufri¨® un accidente de tr¨¢fico. Esta dram¨¢tica situaci¨®n ha llegado al extremo de la mayor injusticia y crueldad por la actuaci¨®n de algunos m¨¦dicos y fiscales, as¨ª como por un Gobierno que ha desafiado los derechos de los ciudadanos y las sentencias judiciales, para proclamarse protector de los dogmas de una Iglesia, hasta el punto de intentar legislar de forma inconstitucional. El pulso entre el Gobierno italiano y los jueces ha alcanzado niveles tan grotescos como dolorosos para la sociedad de aquel pa¨ªs.
El Gobierno italiano quiere controlar la vida y la muerte al margen de los derechos humanos
En Espa?a, el paciente puede rehusar un tratamiento sin futuro y morir dignamente
Durante los ¨²ltimos 11 a?os, el padre de Eluana ven¨ªa reclamando el derecho de su hija a rechazar un tratamiento m¨¦dico que no pod¨ªa aportar ninguna mejora y que era f¨²til. En estas situaciones aparece el poder actual de la medicina y sus flaquezas: puede mantener la vida vegetativa de una persona durante a?os, algo impensable en otras ¨¦pocas, pero es incapaz de restablecer la vida ps¨ªquica y personal, y algunos grupos confesionales se resisten a admitir que la obstinaci¨®n terap¨¦utica es mala praxis m¨¦dica.
Ella no pod¨ªa hablar, pero su familia sab¨ªa que no hubiera querido permanecer en esta situaci¨®n. Como tutor, el padre pod¨ªa reivindicar la voluntad de Eluana y tomar la decisi¨®n de interrumpir la hidrataci¨®n y la alimentaci¨®n artificial, pero las denuncias de m¨¦dicos y fiscales lo impidieron. Once a?os de pleitos y debate p¨²blico; todo lo contrario del respeto a la intimidad y a la autonom¨ªa personal.
Por fin, en 2007, los jueces determinaron que Beppino Englaro, como tutor, ten¨ªa el derecho de aceptar o rechazar los tratamientos propuestos, a pesar de que "actualmente hay una carencia legislativa que proporcione las indicaciones en casos de petici¨®n de suspensi¨®n de tratamientos m¨¦dicos por parte de los tutores de personas en coma y sin esperanzas de mejor¨ªa" (Tribunal de Apelaci¨®n de Mil¨¢n). En 2008, la Audiencia de Mil¨¢n fall¨® a favor de la interrupci¨®n de la hidrataci¨®n y la alimentaci¨®n artificial.
Cuando parec¨ªa que se hab¨ªan aclarado las cuestiones fundamentales del caso, es decir, que, por el principio ¨¦tico y constitucional de respeto a su autonom¨ªa y a su dignidad, toda persona tiene el derecho de aceptar o rechazar los tratamientos m¨¦dicos que se le proponen -por s¨ª misma si es capaz y, si no lo es, a trav¨¦s de su representante legal-, la fiscal¨ªa de nuevo recurri¨® la sentencia porque consideraba que no se hab¨ªa comprobado con suficiente objetividad la irreversibilidad del estado vegetativo persistente. En noviembre de 2008, el Tribunal Supremo italiano zanj¨® esta cuesti¨®n, amparando la petici¨®n de la familia Englaro.
En lugar de permitir un desenlace discreto, respetando la intimidad y el dolor de estas personas, una vez m¨¢s los pol¨ªticos de la derecha manipuladora y desp¨®tica entraron a saco, instrumentalizando el caso y masacrando los sentimientos y las convicciones m¨¢s personales de la familia Englaro y de todos los que piensan como ellos, en aras de la defensa de una forma de entender la vida que no tiene respaldo constitucional ni ¨¦tico racional. Han llegado a prohibir las actuaciones autorizadas por los jueces en los centros sanitarios p¨²blicos y a amenazar a los posibles colaboradores. Muchos hemos contemplado estupefactos, indignados y tristes c¨®mo se tergiversan los hechos y los argumentos para imponer el control del Gobierno sobre el dominio de la vida y de la muerte, en contra de los derechos ciudadanos.
El punto culminante de las medidas del Gobierno de Berlusconi ha sido su intento de promulgar una ley para prohibir la muerte de Eluana, y ello no ha creado m¨¢s que confusi¨®n, crispaci¨®n y temor. ?Hasta el presidente de la Rep¨²blica Italiana la ha calificado de inconstitucional! No pod¨ªa ser de otra manera, pues la judicatura hab¨ªa aclarado suficientemente las cuestiones de principios fundamentales. Giorgio Napolitano ha declarado: "El monopolio de la solidaridad y la autoridad moral no es patrimonio de nadie. Tampoco el fin de la vida".
Esta apuesta tan decidida del Gobierno italiano de Berlusconi indica la dureza que est¨¢n dispuestos a emplear los que se oponen a la ¨¦tica racional. Hace siglos que el poder pol¨ªtico y el dogma religioso se apoyan para tener el dominio de la vida y la muerte de las personas. Dicen que defienden la vida humana, pero no respetan los derechos humanos ni la legislaci¨®n europea sobre el derecho a la autonom¨ªa del paciente y el consentimiento informado.
El se?or Englaro ha manifestado: "Espero que su historia sirva para que la gente entienda que la medicina debe pensar mil veces antes de crear situaciones que no existen en la naturaleza. Eso es de locos. La vida es vida, la muerte es muerte. Blanco o negro. Las personas vivas son capaces de entender y decidir por s¨ª mismas. Yo he pedido por caridad que dejen morir a mi hija Eluana. La condena a vivir sin l¨ªmites es peor que la condena a muerte. En la familia, los tres hab¨ªamos dejado clara nuestra posici¨®n. Lo hablamos muchas veces. Vida, muerte, libertad, dignidad. Somos tres purasangre de la libertad. No necesitamos escuchar letan¨ªas. Ni culturales, ni religiosas, ni pol¨ªticas".
Esta libertad que reclama la familia Englaro es lo que el actual Gobierno paternalista y demag¨®gico de Italia no est¨¢ dispuesto a tolerar. Quiere mantener la vida vegetativa irreversible pero no respeta la integridad de la vida f¨ªsica, ps¨ªquica y moral, ni la dignidad de cada persona de acuerdo con sus convicciones.
?Cu¨¢ntos a?os necesitar¨¢ Italia para tener una legislaci¨®n acorde con los derechos fundamentales de las personas en este ¨¢mbito, que impida las intromisiones partidistas y sectarias?
En Espa?a la situaci¨®n es clara para los casos de interrupci¨®n del tratamiento m¨¦dico. La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, B¨¢sica Reguladora de la Autonom¨ªa del Paciente, reconoce el derecho de los pacientes y de sus tutores a solicitar la interrupci¨®n de un tratamiento m¨¦dico. Inmaculada Echevarr¨ªa, de Granada, se acogi¨® a esta norma; el dictamen que elabor¨® la Comisi¨®n Permanente del Consejo Consultivo de Andaluc¨ªa reconoci¨® que "el ordenamiento aplicable permite que cualquier paciente que padezca una enfermedad irreversible y mortal pueda tomar una decisi¨®n como la que ha adoptado do?a I. E. [...] Se trata de una petici¨®n amparada por el derecho a rehusar el tratamiento y su derecho a vivir dignamente". El fin de Inmaculada, igual que el de Eluana, no debe calificarse de eutanasia, sino de suspensi¨®n de un tratamiento m¨¦dico.
Con todo, nuestro pa¨ªs tambi¨¦n ha sufrido la irresponsabilidad pol¨ªtica en casos tan graves como el de Legan¨¦s, que ha tenido consecuencias negativas en la administraci¨®n de la sedaci¨®n terminal a los enfermos y en la seguridad de los profesionales que deben tratarlos.
Queda mucho trabajo que hacer para lograr claridad de ideas en todos los que tienen responsabilidades en estas cuestiones y en las personas en general. El debate p¨²blico es importante y deber¨ªa ayudarnos a superar la manipulaci¨®n que algunos sectores pretenden. La preservaci¨®n del verdadero sentido de la vida y de la dignidad humanas dependen de ello, as¨ª como la evitaci¨®n de mucho sufrimiento innecesario.
Margarita Boladeras es catedr¨¢tica de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica en la Universidad de Barcelona. Su ¨²ltimo libro publicado es El derecho a no sufrir (Los Libros del Lince).
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