Cicatrices m¨¢s hondas que la guerra
?Puede contarse el horror de la guerra, el viaje a los recuerdos m¨¢s oscuros, a trav¨¦s de un documental de dibujos animados? Ari Folman y David Polonsky demuestran que es posible
Tras haber visto 100 cuerpos, dejamos de contar". Con esta frase el periodista brit¨¢nico Robert Fisk resume el horror que encontr¨® la ma?ana del 18 de septiembre de 1982 al toparse con la matanza de cientos de hombres, mujeres y ni?os en los campos palestinos de Chabra y Chatila, situados al sur de Beirut. "Nos lo dijeron las moscas", son las palabras con las que arranca su reportaje 'Terroristas', una obra maestra del periodismo de guerra. "Grandes como moscardones, nos cubr¨ªan, inconscientes al principio de la diferencia entre los vivos y los muertos", prosigue Robert Fisk en este estremecedor testimonio, uno de los cap¨ªtulos de su libro sobre la guerra civil libanesa, Pity the Nation (Oxford University Press), nunca traducido en Espa?a, aunque 'Terroristas' puede leerse en castellano en ?Basta de mentiras! (RBA. Barcelona, 2007), un volumen en el que John Pilger recopila cl¨¢sicos del periodismo rebelde.
"Todo es real o no real en el mismo plano, porque todo est¨¢ construido", afirma el director art¨ªstico
"Las fotograf¨ªas no captan las moscas ni el olor blanco y espeso de la muerte", escribi¨® otro testigo de la matanza, el inmenso narrador franc¨¦s Jean Genet (19101986), el escritor de la marginalidad, siempre al l¨ªmite, que al final de su vida se comprometi¨® con la causa palestina, una relaci¨®n que plasm¨® en el libro Un cautivo enamorado y en el texto 'Cuatro horas en Chatila', recogido en el volumen de escritos L'enemi declar¨¦ (Gallimard). Genet tambi¨¦n estuvo all¨ª aquel 18 de septiembre, cuando las milicias falangistas acababan de terminar la matanza.
"El primer cad¨¢ver que vi era el de un hombre de unos cincuenta o sesenta a?os. Habr¨ªa tenido una corona de cabellos blancos si una herida (un hachazo, me pareci¨®) no le hubiera abierto el cr¨¢neo. Una parte ennegrecida del cerebro estaba en el suelo, junto a la cabeza. Todo el cuerpo estaba tumbado sobre un charco de sangre, negro y coagulado", prosigue el autor de Diario de un ladr¨®n y de Las criadas. "El cintur¨®n estaba desabrochado, el pantal¨®n se sujetaba por un solo bot¨®n. Las piernas y los pies del muerto estaban desnudos, negros, violetas y malvas: ?quiz¨¢ fue sorprendido por la noche o a la aurora? ?hu¨ªa? Estaba tumbado en una callejuela inmediatamente a la derecha de la entrada del campamento de Chatila que est¨¢ frente a la embajada de Kuwait. ?C¨®mo los israel¨ªes, soldados y oficiales, pretenden no haber o¨ªdo nada, no haberse dado cuenta de nada si ocupaban este edificio desde el mi¨¦rcoles por la ma?ana? ?Es que se masacr¨® en Chatila entre susurros o en silencio total? El amor y la muerte. Estos dos t¨¦rminos se asocian muy r¨¢pidamente cuando se escribe sobre uno de ellos. Me ha hecho falta ir a Chatila para captar la obscenidad del amor y la obscenidad de la muerte. Los cuerpos, en ambos casos, no tienen nada que esconder: posturas, contorsiones, gestos, expresiones, incluso los silencios pertenecen a uno y otro mundo".
"Algunos ni?os estaban abrazados entre s¨ª, un reci¨¦n nacido daba la impresi¨®n de haber sido degollado", escribi¨® en la primera p¨¢gina de EL PA?S del 19 de septiembre Ignacio Cembrero, entonces corresponsal en Beirut y que tambi¨¦n form¨® parte del reducido grupo de periodistas que entraron aquella ma?ana de septiembre en el espacio infinito del horror. "Varias mujeres carec¨ªan de falda y parec¨ªa que hab¨ªan sido violadas antes de ser asesinadas", prosigue Cembrero en su cr¨®nica sobre lo ocurrido en los campos.
Nunca se ha sabido con precisi¨®n cu¨¢ntas personas fueron masacradas, entre 1.000 y 3.500. Tras el asesinato del presidente liban¨¦s electo, Bashir Gemayel, las milicias falangistas entraron en Chabra y Chatila y durante horas y horas estuvieron asesinando con la colaboraci¨®n pasiva de las fuerzas israel¨ªes, que controlaban todas las entradas al campo y ten¨ªan una panor¨¢mica excepcional sobre la muerte, como se relata en Vals con Bashir, que culmina con la matanza. Una comisi¨®n del Parlamento israel¨ª revel¨® en 1983 que el Tzahal supo en todo momento lo que estaba ocurriendo y Ariel Sharon, entonces ministro de Defensa, fue acusado de tener "responsabilidad directa" y acab¨® por dimitir.
Casi 25 a?os despu¨¦s de la matanza, durante los bombardeos israel¨ªes del verano de 2006, en Chabra y Chatila se respiraba la pobreza y la injusticia, como siempre. Las huellas de todas las guerras que han sufrido los campos palestinos siguen siendo evidentes, como siempre. Las calles, estrechas y polvorientas, con edificios decr¨¦pitos que llevan 60 a?os siendo provisionales, forman un laberinto de miseria en el que se hacinan todav¨ªa unas 7.000 personas, como siempre. Entonces, antes de la guerra de los campos de 2007, ya se hablaba de la infiltraci¨®n de elementos yihadistas. Eso era nuevo. Y tambi¨¦n era nuevo el aumento del miedo. "Incluso sin este ¨²ltimo conflicto, toda la gente habla de sus recuerdos m¨¢s terribles, de todo lo que ha ocurrido en estos campos: la guerra civil, la invasi¨®n israel¨ª, la masacre. Cuando estallaban las bombas en vez de pensar en todo eso d¨ªa a d¨ªa, la gente pensaba en ello minuto a minuto", afirmaba Munir Maaruf, uno de los funcionarios de la UNRWA (la agencia de Naciones Unidas que se ocupa de los refugiados palestinos) en una ma?ana de agosto de calor agobiante.
?Todos estos horrores pueden plantearse en una pel¨ªcula de dibujos animados? ?Todos los recovecos de una memoria de soldado que huye de sus propios recuerdos ante la violencia vista y vivida admiten un formato como la animaci¨®n? Tras ver Vals con Bashir, la respuesta es que s¨ª, que el realizador Ari Folman ha conseguido darle forma al horror y a la memoria. "Todo es real o no real en el mismo plano, porque todo est¨¢ construido. En la pel¨ªcula se mezclan los recuerdos y lo vivido y un formato perfecto para conseguirlo era la animaci¨®n", afirma David Polonsky, el director art¨ªstico del filme entrevistado a principios de febrero en Angulema durante el Festival Internacional del C¨®mic. "Al final, la idea es que los espectadores olviden que est¨¢n viendo animaci¨®n. Cuando arranca el filme es dif¨ªcil hacerte con el lenguaje, pero al final ni siquiera te das cuenta", prosigue Polonsky, que hab¨ªa acudido a esta ciudad del centro de Francia a presentar la versi¨®n en tebeo del filme, editada por Casterman en Francia y por Metropolitan Books en Estados Unidos.
Uno de los momentos del filme que ha provocado m¨¢s pol¨¦mica es cuando irrumpen de repente im¨¢genes reales de la masacre que, adem¨¢s, son las ¨²nicas escenas que tienen sonido directo. La pol¨¦mica no se debe a la crudeza de lo que aparece en la pantalla, sino porque muchos cr¨ªticos consideran que resultan innecesarias, que todo lo visto hasta entonces es real. Tan real como las palabras que encabezan este texto, tan real (o tan irreal o tan falso o tan aut¨¦ntico) como los recuerdos, como los recovecos de la memoria. Vals con Bashir es un viaje al final de la noche de la guerra y de la memoria. La dibujante libanesa Zeina Abirached, autora de El juego de las golondrinas (SinSentido), acaba de publicar en Francia otro c¨®mic sobre sus recuerdos de la guerra de L¨ªbano, que vivi¨® como ni?a, Je me souviens,
Beyrouth. El libro arranca con una cita del fot¨®grafo y director de cine Chris Marker: "Cuando ocurren, los recuerdos no se distinguen de los otros momentos vividos. S¨®lo los reconocemos despu¨¦s, por sus cicatrices". Vals con Bashir consigue convertir en cine esas cicatrices, m¨¢s profundas que la guerra, y logra que no importe el formato en el que llegan hasta nuestros ojos. -
L'enemi declar¨¦. Jean Genet. Gallimard. Par¨ªs, 1991. 425 paginas. El juego de las golondrinas. Zeina Abirached. Traducci¨®n de Luc¨ªa Berm¨²dez. SinSentido. Madrid, 2008. 192 p¨¢ginas. 16 euros. Je me souviens, Beyrouth. Zeina Abirached. Cambourakis. Par¨ªs, 2008. 100 p¨¢ginas.
Valse avec Bachir. Ari Folman y David Polonsky. Casterman. Par¨ªs, 2009. 150 p¨¢ginas. La editorial Salamandra publicar¨¢ la traducci¨®n espa?ola la pr¨®xima primavera. Pity the Nation: Lebanon at war. Robert Fisk. Oxford University Press. Oxford, 2002. 727 p¨¢ginas. ?Basta de mentiras! John Pilger. Traducci¨®n de Joan Sol¨¦. RBA. Barcelona, 2007. 496 p¨¢ginas. 23 euros.
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