Una fiesta 'rave' a lo surafricano
Cabo Agulhas fue la primera parada del m¨²sico vigu¨¦s Iv¨¢n Ferreiro en Sur¨¢frica. Se qued¨® mudo sobre esta lengua de roca, el punto m¨¢s meridional del continente africano, donde se unen el Atl¨¢ntico y el ?ndico y se trenzan los vientos con violencia. De all¨ª, a Ciudad del Cabo, donde compr¨® en una tienda de m¨²sica una guitarra muy singular.
?Qu¨¦ ten¨ªa de especial?
Era una guitarra el¨¦ctrica hecha de una lata de aceite.
?Perd¨®n?
De aceite Castrol para veh¨ªculos, concretamente. La cosa m¨¢s bonita de este mundo. A la lata le han a?adido un m¨¢stil, las pastillas, unas cuerdas.
?Alg¨²n otro recuerdo ex¨®tico ?
El viaje, organizado por la marca Cutty Sark, en su programa Inspiradores (www.cuttysark.es/inspiradores), nos hizo recalar en un taller en el que reutilizan alambre y latas de bebida. Ten¨ªan expuesto desde una pulsera hasta una escultura de Nelson Mandela de tres metros?
?No se compr¨® un Mandela de alambre?
No, prefer¨ª una radio hecha de latas. Funciona con una pila. El asa es un amasijo de alambres; las ruedas de volumen y sintonizaci¨®n, unos tapones de Coca-Cola.
?Alg¨²n disco se traer¨ªa?
Siete. Los estoy escuchando ahora. La m¨²sica surafricana tiene una fuerza estremecedora? El ¨²ltimo d¨ªa fuimos a una barriada de chabolas de la periferia. All¨ª montan todos los domingos unas carpas tipo romer¨ªa gallega. Pero, en lugar de gaiteros, la gente canta y baila desde las 10 de la ma?ana.
?Y no rompi¨® usted a bailar?
S¨ª, y fue la mejor rave de mi vida, bebiendo cerveza y comiendo carne asada. Me gust¨® que la gente se tocara tanto. Se empujaban y sonre¨ªan. No es como en Espa?a. All¨ª, alguien te pisa y te da un abrazo. Y acabas pisando a alguien y d¨¢ndole tambi¨¦n un abrazo. Hasta encontr¨¦ a un surafricano con una camiseta del Celta de Vigo y le grit¨¦: '?Yo soy de Vigo!'.
Ya es casualidad...
No fue lo mejor. Nuestro gu¨ªa nos invit¨® a una fiesta de un amigo suyo, Tino. '?Tino?', le pregunt¨¦. Porque s¨®lo conoc¨ªa a un surafricano y se llamaba as¨ª. ?Pues era ¨¦l! Un tipo que vivi¨® seis a?os en Vigo, trabajando en el puerto. Era de mi pandilla. No me lo pod¨ªa creer.
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