"El periodismo del yo s¨®lo puede ser autoir¨®nico"
Pilotos, caimanes y otras aventuras extraordinarias (RBA). Un t¨ªtulo de libro as¨ª s¨®lo puede ponerlo Jacinto Ant¨®n (Barcelona, 1957). Es la primera recopilaci¨®n de sus cr¨®nicas, publicadas en este diario a partir de 1995. Habr¨¢ m¨¢s recopilaciones, no hay que dudarlo. Sin ir m¨¢s lejos, la peripecia completa del Negro de Banyoles, desde el museo Darder, donde se exhibi¨® durante un siglo, hasta su entierro en Gaborone, Botsuana, en octubre de 2000. El volumen recoge tan s¨®lo la ceremonia privada que el periodista dedic¨® al guerrero en el parque Tsholofelo, tras el entierro oficial, pero los reportajes publicados antes y despu¨¦s de esa fecha merecen conocer la tapa dura. Ant¨®n no parece convencido. "Pasar al otro lado del espejo", que es como denomina publicar un libro tras a?os de escribir sobre ellos en la secci¨®n de Cultura, le produce angustia. "Me gustar¨ªa desaparecer", susurra. Ser¨ªa, ciertamente, su ¨²ltima aventura extraordinaria.
Publicando el libro, Ant¨®n ha descubierto algo de lo que hasta ahora no era consciente: "Me ha sorprendido la coherencia interna que mantienen las cr¨®nicas, a pesar de haber sido escritas en ¨¦pocas tan diferentes. La b¨²squeda del asombro en lo cotidiano, disfrutar de las peque?as maravillas al alcance de la mano, las aventuras diarias pasadas por el filtro de las aventuras le¨ªdas recorren todos los textos".
El miedo y el ansia por superarlo es otra de esas constantes. Ant¨®n recopila muchos miedos en sus escritos: miedo a volar, a quedarse colgado de un telesilla, encerrado en la terraza de casa con un par de gatos furiosos o atrapado en el t¨²nel de lavado del coche. En una cr¨®nica se retrata como "el cobarde m¨¢s valiente que conozco". "El valor es el reverso del miedo. Y el hombre naci¨® cobarde. Somos nosotros quienes construimos al h¨¦roe o al cobarde, porque el hilo que les separa es invisible. A veces, consiste tan s¨®lo en correr en una direcci¨®n u otra. Eso sale en una de las cr¨®nicas, dedicada al rugby, deporte que practiqu¨¦".
Ha practicado y sigue practicando muchos deportes. El primero, la esgrima, a la que dedica varias p¨¢ginas. Pero tambi¨¦n el remo, el tiro al arco, el tenis, el f¨²tbol-sala. Y en cierta ¨¦poca, el boxeo. En una de las m¨¢s bellas cr¨®nicas relata que, siendo universitario, se apunt¨® a un gimnasio para p¨²giles para explicarlo en la asignatura de Redacci¨®n period¨ªstica. Nuevo Periodismo se le llamaba a eso por la ¨¦poca, periodismo implicado, subjetivo. Sac¨® matr¨ªcula. "Ponerte en situaci¨®n sirve para superar el miedo, que, en definitiva, son las peque?as miserias cotidianas".
Y para que no quepa duda sobre esa obsesi¨®n recurrente, la cita que encabeza el libro, del poeta gal¨¦s R. S. Thomas (1913-2000), reza: "From my mother the fear". "Yo tambi¨¦n conoc¨ª el miedo por mi madre", confirma. Muchas de estas cr¨®nicas se comprenden, en efecto, a la luz de su familia. El abuelo materno, venezolano, fue embajador en Par¨ªs, Nueva York, Oslo y Copenhague, am¨¦n de catedr¨¢tico de lat¨ªn y griego. En cierta ocasi¨®n, como explica el nieto, mantuvo a raya con un bast¨®n de estoque, desde la silla de ruedas en que circunstancialmente se hallaba, a un empleado de la hacienda enloquecido que quer¨ªa cargarse a machetazos a las hijas del patr¨®n. Se comprende bien el miedo de la madre. En cuanto a la familia paterna, el abuelo era piloto de hidroavi¨®n. Falleci¨® en 1932, en circunstancias que Ant¨®n investiga para futuros relatos. El retrato que el periodista traza de esa familia tiene mucho de Gerald Durrell: por ejemplo, cuando explica que durante un tiempo un caim¨¢n, regalo de t¨ªo Armando, habit¨® en la ba?era de casa, hasta que se hizo mayorcito...
Pero todo eso podr¨ªa parecer petulante si Ant¨®n no lo revistiera de una comicidad desternillante. "El periodismo del yo s¨®lo puede ser autoir¨®nico. Si te tomas en serio a ti mismo, est¨¢s perdido. En este oficio conoces a tanta gente realmente buena
[cita a Kantor y Popper entre los que m¨¢s le han impresionado] que no te queda m¨¢s que relativizar y tratar de escribir lo mejor que sepas".
?Un referente en la profesi¨®n? Mark Kellogg, por supuesto, el redactor del Bismarck Tribune, primer periodista embedded, que marchaba en 1876 con el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa de Custer y hall¨® la muerte en Little Big Horn. "Nunca lleg¨® a enviar la sensacional noticia de la derrota y muerte de Custer, ni a pasar la nota de gastos", escribe Ant¨®n. No hay miedo m¨¢s cerval para un periodista que tener la noticia a tocar de los dedos y no conseguir explicarla.
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