Mar y monta?a

La ¨®pera que se compone en nuestros d¨ªas ha intensificado, si cabe, el concepto de trabajo en equipo. Compositor, libretista, director musical y director de escena forman, o deben formar, una pi?a, y a su planificaci¨®n y exigencias comunes se adaptan, o se deben adaptar, los cantantes. Las tendencias dominantes es que esos equipos tengan continuidad y eso vale tanto para modelos europeos -Phili-ppe Boesmans, Luc Bondy, pongamos por caso- como americanos -John Adams, Alice Goodman, Peter Sellars-. Importa mucho la compenetraci¨®n, desde luego.

El equipo art¨ªstico de Faust-bal era, a priori, explosivo, por las diferencias de sus integrantes, aunque las combinaciones de "mar y monta?a", dig¨¢moslo as¨ª, no tienen por qu¨¦ ser fallidas. ?Qu¨¦ factor puede acudir a unificar los contrarios? Sin duda, la experiencia, el oficio. Lo m¨¢s aconsejable, desde mi punto de vista, es que el espectador acuda a esta ¨®pera sin haber le¨ªdo previamente el libreto. Fundamentalmente, por no ir condicionado. Entonces se encontrar¨¢ en escena con un cuento de corte medieval alrededor de una variante del mito de Fausto, con papeles invertidos, que en el fondo, tal y como est¨¢ contado, no es m¨¢s que una par¨¢bola ingenua entre las fuerzas del Bien y las del Mal. Joan Font y Els Comediants tienen oficio, saben contar y llevan el agua a su molino. Si el espectador cae en la tentaci¨®n de leer despu¨¦s el libreto de Arrabal se encontrar¨¢ con un lenguaje y una violencia que no ha visto en la representaci¨®n y con planteamientos como los 13 minutos de silencio despu¨¦s de la muerte de Faust-bal que no se han respetado en funci¨®n de las convenciones teatrales. Se gana en amabilidad lo que se pierde en provocaci¨®n. Y uno puede quedar satisfecho pensando lo grande que es un g¨¦nero que admite soluciones tan diferentes a partir del mismo material. Dicho en plan esquem¨¢tico: Arrabal va por libre o, si se prefiere, las individualidades priman sobre el esp¨ªritu colectivo.

La m¨²sica de Balada es hermosa, muy hermosa, pero no va ni con el libreto ni con la puesta en escena. El compositor tiene un gran oficio teatral -abri¨® con un doblete excelente la temporada pasada del teatro de la Zarzuela-, sabe manejar con eficacia los coros y utiliza los efectos orquestales con solvencia. L¨®pez Cobos comprende su m¨²sica y saca el m¨¢ximo partido de la Sinf¨®nica de Madrid. El reparto vocal es correcto, aunque no sea una ¨®pera de prioridades del canto. El p¨²blico sigui¨® la representaci¨®n con concentraci¨®n y aplaudi¨® al final con firmeza y sin excesivo entusiasmo. Tal vez no sea una ¨®pera imprescindible, pero sin duda es un espect¨¢culo con buena m¨²sica, gran profesionalidad en la realizaci¨®n musical y esc¨¦nica, y alg¨²n que otro desliz extravagante.