El ¨²nico hombre capaz de hablar con Italia
?Qui¨¦n comprende a Italia? No creo que la comprenda Giulio Andreotti, aunque conozca, muy probablemente, sus secretos m¨¢s oscuros. Tampoco Berlusconi, aunque conozca su precio. Quiz¨¢ quien m¨¢s se aproxime al conocimiento del misterio, por v¨ªas que oscilan entre la m¨ªstica y el topicazo, sea Adriano Celentano. Lo reci¨¦n dicho suena a burrada, cierto. Pero cuando Celentano habla, Italia escucha. Luego Italia aplaude o se cabrea, protesta contra las incoherencias banales de Celentano o elogia su sinceridad. Hasta que el tipo vuelve a hablar, y el pa¨ªs escucha de nuevo.
Celentano es un artista de variedades. Ha sido imitador de Jerry Lewis, bailar¨ªn, actor y, sobre todo, compositor y cantante. De acuerdo, su curr¨ªculo no parece el m¨¢s apropiado para un profeta nacional. Tampoco el curr¨ªculo de Berlusconi resulta mod¨¦lico para el primer ministro de un pa¨ªs democr¨¢tico, y ya ven.
Cuando Celentano habla, Italia escucha. Luego aplaude o se cabrea, hasta que vuelve a hablar y el pa¨ªs escucha de nuevo
?Qu¨¦ tiene de especial Celentano? Nada en concreto. Cre¨® el himno oficioso de Italia, que no es el Volare de Modugno, como podr¨ªa pensarse desde fuera, sino Azzurro. Eso es algo. Empez¨® a trotar escenarios en 1958 y ha mantenido una alt¨ªsima popularidad, ininterrumpida, hasta hoy: resulta familiar, por tanto, para cualquier ciudadano italiano. Dice lo que le da la gana, lo cual constituye tambi¨¦n un factor a tener en cuenta.
Lo anterior no explica por qu¨¦ cualquier programa televisivo de Celentano alcanza audiencias aberrantes, cercanas, en casos puntuales, al 70%. Su programa Rockpolitik (2005), cuatro emisiones de tres horas cada una, fue casi un fen¨®meno tel¨²rico. Nunca se ha sabido con exactitud cu¨¢nto pag¨® la RAI, la televisi¨®n p¨²blica, por Rockpolitik. Celentano daba un miedo atroz a los dirigentes de la RAI, y el director de RAI-1, Fabrizio del Noce, prefiri¨® dimitir "temporalmente" antes del primer episodio y retomar ¨¢gilmente el cargo despu¨¦s del ¨²ltimo. Rockpolitik fue, objetivamente, una de las mejores cosas que ha dado jam¨¢s la televisi¨®n europea. El sketch de la carta a Berlusconi, inspirado en una escena de una vieja pel¨ªcula de Tot¨® y protagonizado por Roberto Benigni y el propio Celentano, constituye un modelo de lo que se puede improvisar ante una c¨¢mara. Los sermones morales de Celentano, por otra parte, constituyen un ejemplo de lo que s¨®lo puede ocurrir en Italia.
Lo anterior, de nuevo, no explica por qu¨¦ sus discursos, a veces err¨¢ticos, a veces demag¨®gicos, compuestos de palabras simples, dudas y silencios, suscitan encendidas pol¨¦micas intelectuales. Umberto Eco le llam¨® qualunquista, es decir, heredero del movimiento pol¨ªtico presuntamente apol¨ªtico que dej¨® como poso el fascismo. A veces Celentano parece qualunquista, es verdad. Otras veces, sin embargo, parece lo contrario. Salvo comunista o ateo, puede parecer cualquier cosa.
Celentano, que fue votante fiel de la Democracia Cristiana y mantiene un catolicismo carente del menor rasgo heterodoxo, suele burlarse de los pol¨ªticos y se ensa?a en especial con Berlusconi. Pese a ello, todo indica que vota a la coalici¨®n berlusconiana. Y en la terrible pol¨¦mica desatada en torno a la agon¨ªa y muerte de Eluana Englaro, Celentano no ha escurrido el bulto. Public¨® una carta en el Corriere della Sera apoyando a Berlusconi, por m¨¢s que los esfuerzos de Il Cavaliere por mantener con vida a la joven en coma atufaran a electoralismo. "Si estuviera en el puesto de Berlusconi, har¨ªa lo mismo que ¨¦l", dec¨ªa. Y tras expresar su comprensi¨®n por el drama que aflig¨ªa a los padres de Eluana, hablaba de "homicidio de Estado".
Adriano Celentano, nacido en Mil¨¢n el 6 de enero de 1938, de familia proletaria y or¨ªgenes sure?os, es fundamentalmente conservador. En los a?os setenta afirmaba que el beat (la palabra con que define la m¨²sica pop anglosajona) fomentaba el uso de drogas duras y alejaba a los j¨®venes del catolicismo. Nunca ha dejado de denunciar la desaparici¨®n de los valores morales y, a la vez, la destrucci¨®n de la naturaleza, la especulaci¨®n inmobiliaria y financiera y el cinismo de la casta dirigente italiana.
Con todo esto no hemos conseguido explicar nada. Salvo, quiz¨¢, que Italia es a¨²n m¨¢s misteriosa de lo que pensamos. Y que Celentano es capaz de conectar, por las razones que sean, con ese misterio.
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