El linaje de L¨®pez
El candidato socialista a 'lehendakari' lucha contra la pretendida superioridad originaria del nacionalismo vasco. El PSE ya no se conforma con un papel subalterno respecto al PNV
La moneda est¨¢ en el aire, y nadie en Euskadi las tiene todas consigo. ?Un lehendakari espa?ol; es decir, un presidente vasco que no reniegue de la condici¨®n de espa?ol? La duda ofende en los batzokis y agita las cuadernas institucionales del nacionalismo, aunque el peligro de que llegue a consumarse una "profanaci¨®n" semejante no haya adquirido todav¨ªa carta de naturaleza. Al fin y al cabo, la presidencia del Gobierno vasco se ha mostrado siempre como una fortaleza inexpugnable capaz de resistir todos y cada uno de los asaltos espa?olistas: el de Txiki Benegas y el de Ram¨®n J¨¢uregui, el de Jaime Mayor Oreja y el de Nicol¨¢s Redondo, y el de Patxi L¨®pez. Digan lo que digan las encuestas, el nacionalismo conf¨ªa en neutralizar tambi¨¦n ahora esta segunda acometida del secretario general del PSE-EE, que vuelve a la carga, montado sobre la ola de los ¨²ltimos resultados electorales, los mejores de la historia de ese partido.
Patxi L¨®pez mam¨® el socialismo obrerista desde la cuna, con su padre desterrado o detenido peri¨®dicamente
Al principio, Zapatero apoyaba m¨¢s a J¨¢uregui que al actual l¨ªder del PSE-EE. Ahora sintoniza muy bien con L¨®pez
L¨®pez defiende una alternativa que permita que todos los vascos puedan reconocerse como iguales
No se arrepiente del proceso de negociaci¨®n. ETA est¨¢ en el peor momento de su larga historia
El hombre que lidera la alternativa tendr¨¢ que luchar contra la recreaci¨®n nacionalista del "linaje de Aitor", contra el ascendente de una pretendida superioridad pol¨ªtica y social originaria sustentado en la visi¨®n esencialista y lineal de la historia que sit¨²a a los vascos -en el nacionalismo, vascos aut¨¦nticos quiere decir euskaldunes o de apellidos de ra¨ªz eusk¨¦rica- en el principio de los tiempos, en el neol¨ªtico, seg¨²n Ibarretxe. Los antepasados de Patxi L¨®pez, (Portugalete, Vizcaya, octubre de 1959), andaban en la comarca vizca¨ªna de Las Encartaciones mucho antes de que el escritor rom¨¢ntico Agust¨ªn Chaho, suletino, inventara la leyenda de Aitor (1858), el dios patriarca de los vascos, e instaurara as¨ª el mito fundacional de las siete provincias de Euskal Herria. Y sin embargo, en el imaginario ideol¨®gico nacionalista, el secretario general del PSE carga con el doble estigma de un supuesto origen familiar for¨¢neo y de la pertenencia a un partido pol¨ªtico advenedizo, ajeno en realidad al "sentimiento" y a la "esencia" del pa¨ªs.
Da igual que el Partido Socialista de Euskadi sea m¨¢s antiguo (1886) que el propio PNV (1895) y que las ¨²ltimas migraciones hacia el Pa¨ªs Vasco sean cosa de hace cuatro d¨¦cadas. Da igual que los batallones de milicianos socialistas enarbolaran la ikurri?a en los combates de la Guerra Civil porque, 70 a?os m¨¢s tarde, el PNV seguir¨¢ acus¨¢ndoles de adoptar la ense?a vasca como bandera de conveniencia.
El partido de Patxi L¨®pez representa la simbiosis entre el obrerismo vizca¨ªno y el socialismo cl¨¢sico guipuzcoano, pero su linaje no descansa en fabulaciones hist¨®ricas ni en m¨¢s leyendas que las que recrean el duro trabajo en las minas, las siderurgias y los astilleros; las que dan cuenta de la vida de las masas de trabajadores, muchos venidos de otras partes de Espa?a, que hicieron rica a Vizcaya. Es un relato que se inicia con el hito de la primera huelga laboral, aquella que lider¨® Facundo Perezagua para exigir que les pagaran el salario en dinero y no con los vales del economato de la empresa. El abuelo de Patxi L¨®pez perdi¨® gran parte de su vista trabajando en la colada (vertidos de hierro fundido) de Altos Hornos, su abuela fue cocinera de las familias pudientes que habitaban la otra orilla del Nervi¨®n, un universo muy lejano, remoto, para los pobladores de la margen izquierda. Y su padre, Eduardo L¨®pez Albizu, Lalo, l¨ªder sindical de la Naval y responsable de finanzas del PSOE en la clandestinidad, estuvo encarcelado en varias ocasiones por sus actividades pol¨ªticas. "Est¨¢ detenido, pero tu padre no es un ladr¨®n, ¨¦l lucha por los dem¨¢s", le explicaba su madre.
El secretario general del PSE-EE creci¨®, pues, en ese ambiente de lucha antifranquista, y puede decirse que mam¨® el socialismo obrerista desde la cuna. Pronto se habitu¨® a convivir con sus abuelos cuando sus padres eran desterrados a Las Hurdes y tambi¨¦n a encontrar bajo su colch¨®n los panfletos que hab¨ªa venido a buscar la polic¨ªa; aprendi¨® tambi¨¦n a no preguntar por las identidades de esos se?ores: Felipe Gonz¨¢lez, Alfonso Guerra, Manuel Chaves, entre otros, que su padre tra¨ªa a veces a dormir a casa. El triunfo del PSOE en 1982 cambi¨® su vida y le encamin¨® a dedicarse profesionalmente a la pol¨ªtica. Hasta la traum¨¢tica ruptura del Congreso del PSE-EE de marzo de 2002, las trayectorias de Patxi L¨®pez y de su predecesor en el cargo, Nicol¨¢s Redondo Terreros, discurrieron entrelazadas, complementarias en la actividad pol¨ªtica.
El "hijo de Lalo" y el hijo del entonces secretario de UGT Nicol¨¢s Redondo Urbieta jugaron en las mismas calles de Portugalete, se afiliaron el mismo d¨ªa a las juventudes del partido y juntos recorr¨ªan los bares para colocar en los v¨¢teres pegatinas con el mensaje "socialismo es libertad", que entonces no parec¨ªa inocuo. El ascenso pol¨ªtico de estos dos v¨¢stagos de la aristocracia obrera vizca¨ªna, "pr¨ªncipes socialistas de la margen izquierda", podr¨ªamos decir, fue mete¨®rico. Tras ejercer de secretario general de las Juventudes del PSE, L¨®pez reemplaz¨® a Nicol¨¢s Redondo al frente de la Secretar¨ªa General de Vizcaya, cuando este ¨²ltimo ocup¨® la secretar¨ªa general del PSE-EE. En 1987, con 28 a?os, abandon¨® sus estudios de ingenier¨ªa industrial para convertirse en el segundo diputado m¨¢s joven de Espa?a, tras Rodr¨ªguez Zapatero. Precisamente ambos guardan ciertas similitudes: se forjaron pol¨ªticamente en el aparato del partido, discursean con soltura y carec¨ªan de carisma y de experiencia de gesti¨®n al presentar sus candidaturas a empresas mayores.
El largo amistoso entendimiento pol¨ªtico y personal, luego recuperado, entre Patxi L¨®pez y Nicol¨¢s Redondo se quebr¨® por las discrepancias sobre la pol¨ªtica a seguir respecto al PP de Euskadi. Las posiciones de Redondo fueron derrotadas en el congreso en el que la alianza entre L¨®pez y los guipuzcoanos liderados por Jes¨²s Eguiguren derrot¨® la propuesta de acuerdo antinacionalista con el PP -"estamos en la misma trinchera, porque nos matan por igual"-, que defend¨ªa Redondo. Pragm¨¢tico y prudente, L¨®pez siempre tuvo en cuenta que las bases socialistas no entend¨ªan una alianza con el adversario natural, el PP, ni siquiera en las excepcionales circunstancias del Pa¨ªs Vasco. Aquella toma de posici¨®n le aup¨® a la secretar¨ªa general del partido en detrimento de su viejo amigo Nicol¨¢s Redondo. La cuadrilla de toda la vida de Patxi L¨®pez en Portugalete ser¨ªa un reflejo bastante acabado del abanico pol¨ªtico vasco -hay en ella un abertzale de izquierdas opuesto a la violencia terroris-ta-, si no fuera porque no incluye a nadie del PP.
Contra lo que se cre¨ªa, a Patxi L¨®pez no le result¨® f¨¢cil granjearse la confianza de Rodr¨ªguez Zapatero y de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. De hecho, la v¨ªspera de ser elegido, el d¨ªa del entierro del asesinado concejal socialista de Orio (Guip¨²zcoa) Juan Priede, Zapatero propuso, sin resultado, que Ram¨®n J¨¢uregui llevara las riendas del partido al menos durante un a?o. Con el viento a favor de ZP y bajo la direcci¨®n de ese chico de aire eternamente joven que alimenta la sexta web pol¨ªtica m¨¢s citada, el PSE obtuvo en mayo de 2005 el mayor n¨²mero de votos en unas elecciones auton¨®micas: 274.546. El resultado fue ratificado en las generales del 9 de marzo ¨²ltimo, en las que los socialistas vascos se impusieron por vez primera en las tres provincias y cosecharon la mitad de los diputados en liza: 9 de 18. Moderno, tranquilo, moderado, loco tambi¨¦n por la m¨²sica -tiene una colecci¨®n de miles de discos de vinilo- y por el baile -actu¨® en un grupo de danzas vascas durante 15 a?os-, el "hijo de Lalo" est¨¢ catalogado incluso por buena parte de sus adversarios pol¨ªticos como "buena gente"; un tipo introvertido, t¨ªmido, sin grandes dotes de liderazgo, pero sensible, amable, poco amigo de la bronca.
Tras las dolorosas rupturas cism¨¢ticas de Nicol¨¢s Redondo y Rosa D¨ªez, l¨ªder ahora de UPyD, L¨®pez lidera un partido sin contestaci¨®n interna, firmemente sustentado en el aparato. Con su cu?ado Melchor Gil al frente de la poderosa secretar¨ªa general de Vizcaya, su mujer, Bego?a, de concejal en el Ayuntamiento y toda su familia afiliada, el apellido L¨®pez parece la marca por excelencia de este PSE que ya no se conforma con moderar al nacionalismo ejerciendo un papel subalterno en los Gobiernos de coalici¨®n.
Jes¨²s Eguiguren, el art¨ªfice intelectual mayor de la estrategia aplicada por el PSE-EE en los ¨²ltimos tiempos, considera que el elemento clave del despegue de los socialistas vascos ha sido la negociaci¨®n con ETA, primada electoralmente por una ciudadan¨ªa castigada por el terrorismo que busca soluciones f¨¢ciles y de bajo coste a un problema complejo. Eguiguren sostiene que el proceso de negociaci¨®n con ETA ha alterado completamente la percepci¨®n del electorado sobre el PSE. "Mientras los socialistas pon¨ªamos la movilizaci¨®n y los muertos, el PNV aparec¨ªa en todas las encuestas como el partido que m¨¢s trabajaba por la paz. A nosotros y a los del PP, la gente nos reconoc¨ªa la condici¨®n de v¨ªctimas, pero nada m¨¢s", subraya. A su juicio, la negociaci¨®n con ETA le ha dado al PSE-EE el aval para ser alternativa. "Ya no tenemos techo electoral, podemos aspirar a todo frente a un PNV dividido en dos proyectos. ?sta ha sido una de las mejores operaciones pol¨ªticas desde la transici¨®n", sostiene el presidente del PSE-EE.
Cabe preguntarse si el proceso de negociaci¨®n contribuy¨® a debilitar a ETA, adem¨¢s de resultar electoralmente provechoso para el PSE. Patxi L¨®pez no alberga duda alguna sobre las bondades de aquella iniciativa.
- "El proceso hay que ponerlo en su contexto. Hab¨ªa una declaraci¨®n de alto el fuego sin condiciones y estaba tambi¨¦n la Declaraci¨®n de Anoeta, en la que Batasuna dijo que la soluci¨®n hab¨ªa que buscarla entre todos. No, el desenlace no me lleva a ninguna autocr¨ªtica".
-?Tampoco en la gesti¨®n de la tregua? Se recab¨® el apoyo del Parlamento Europeo a la negociaci¨®n despu¨¦s de que ETA robara armas y explosivos y prosiguiera con la extorsi¨®n.
- "No me arrepiento de haber llegado tan lejos. ETA est¨¢ en el peor momento de su historia".
-?No es una mala pedagog¨ªa haberle concedido el papel de interlocutor en una negociaci¨®n desarrollada en un pa¨ªs extranjero con mediadores internacionales? ?C¨®mo eliminar ahora del disco duro de ese mundo la convicci¨®n de que la negociaci¨®n la tendr¨¢n siempre al alcance de la mano?
- "Ellos se han desgastado, hay mucha gente de Batasuna en desacuerdo con la ruptura de la tregua. Lo que vamos a hacer desde el Gobierno vasco es deslegitimar socialmente el terrorismo en la educaci¨®n y en los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, adem¨¢s de hacer profesionalmente eficaz a la Ertzaintza en la lucha contra ETA".
La reforma consensuada del estatuto y la lucha contra la crisis son otros tantos puntales de una alternativa que se propone abrir un tiempo nuevo para que los vascos de todo origen e ideolog¨ªa puedan encontrarse y reconocerse como iguales, sin revanchas, rencores ni exclusiones. ?se podr¨ªa ser el linaje a reivindicar por una nueva mayor¨ªa en Euskadi. -
![Nicol¨¢s Redondo Terreros (izquierda) y Patxi L¨®pez, en la apertura de la campa?a a las elecciones del 1 de marzo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QSKNUHCQV2TCL4ZQGX4DJXLNBQ.jpg?auth=ced93a67c5bc3ec9d9dd53fb8b095e5c18dbe6daa38980b9ec3a348ad5851430&width=414)
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