Los amigos de Becerril
J¨®venes del PP agrupados por Agag formaron un 'club' pol¨ªtico que se reun¨ªa en la sierra y con el que flirtearon algunos imputados e investigados por Garz¨®n
Cuando se acercaban las fechas de primavera y verano, algunas personas sab¨ªan que ten¨ªan una cita obligada en la sierra madrile?a. Otras esperaban una llamada. Si hab¨ªa suerte, al otro lado del tel¨¦fono sonar¨ªa la voz de alguien del entorno de Alejandro Agag, "normalmente alguna secretaria", cuenta uno de los agraciados. El mensaje era una invitaci¨®n al encuentro anual que se celebraba en Becerril de la Sierra con j¨®venes promesas del PP y al que acudir¨ªa, seguro, el entonces presidente del Gobierno y figura tot¨¦mica del partido, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Aunque s¨®lo fuera el ¨²ltimo d¨ªa, para bendecir la reuni¨®n. Una reuni¨®n sobre la que se forj¨® mucha mitolog¨ªa y a la que se dejaron caer en alguna ocasi¨®n tres de los imputados ahora por el juez Garz¨®n (Francisco Correa, ?lvaro P¨¦rez y Jacobo Gordon) y el ex consejero de Aguirre Alberto L¨®pez Viejo, obligado a dimitir por el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n y se?alado directamente en la investigaci¨®n.
"?ramos menores de 35 a?os, del PP y admiradores de Aznar", dice un diputado
"Hab¨ªa empresarios, abogados, ciertas ¨¦lites de la Administraci¨®n..."
"Cuando no se separan bien los espacios pol¨ªticos, mal asunto", advierte una diputada
En aquella ¨¦poca, finales de los noventa, Aznar consum¨ªa su primera legislatura a ritmo de marcha triunfal. Pero algunos pensaban en el futuro. Un grupo de entre 10 y 15 j¨®venes del partido llevaba a?os celebrando una cena mensual en un restaurante cercano al Palacio Real. Lo bautizaron como La Polvera, en honor a una edici¨®n de la Constituci¨®n espa?ola conservada en el Congreso. A la mesa se sentaban figuras destacadas de Nuevas Generaciones como Esteban Gonz¨¢lez Pons, Juanma Moreno, Jos¨¦ Ignacio Ech¨¢niz, Sigfrido Herr¨¢ez o Tom¨¢s Burgos. Cada noche hab¨ªa un invitado que daba una charla, se le hac¨ªan preguntas y al t¨¦rmino de la velada se llevaba de regalo una r¨¦plica de La Polvera. "Pact¨¢bamos un men¨² barato y pag¨¢bamos a escote cuando el invitado ya se hab¨ªa levantado", recuerda uno de los fundadores de aquel club.
Agag, seg¨²n asistentes, no era habitual de la velada. Pero, a medida que pas¨® el tiempo y en 1996 el entonces futuro yerno del presidente del Gobierno obtuvo un cargo de asesor en La Moncloa, tom¨® protagonismo en el grupo. "Le gustaba aquello de las reuniones, del club. Apoyado tambi¨¦n por Carlos Aragon¨¦s [jefe de gabinete de Aznar y marido de la consejera de Educaci¨®n, Luc¨ªa Figar], y tomando como n¨²cleo original las cenas de La Polvera, se cre¨® lo del clan de Becerril", recuerda uno de sus fundadores. Y as¨ª comenzaron las excursiones de fin de semana a la sierra. De los que formar¨ªan "el banquillo del banquillo", como gustaba a Agag definir a aquella generaci¨®n con una modestia que sonaba m¨¢s bien a aviso para navegantes.
Un tiempo en el que Agag era Alejandro y no el yerno de Aznar, el amigo ¨ªntimo de Flavio Briatore o el de Berlusconi; tampoco era a¨²n heredero natural del imperio de la f¨®rmula 1 o propietario de un club de f¨²tbol. Era un joven del PP con un talento desmesurado para las relaciones p¨²blicas, dispuesto a cruzar la corta pasarela que une la pol¨ªtica y los negocios. Y todos los que estaban ya a un lado y otro empezaban a pedirse un asiento junto a ¨¦l en las cenas, en las discotecas y en los actos del partido. "Si no se separan bien los espacios pol¨ªticos, si todo se confunde, malo", se?ala una diputada regional recordando algunos eventos del PP en el que empezaron a aparecer personajes ajenos al partido, como Correa, el Bigotes o el due?o de una discoteca de Madrid.
Los que se quedaban fuera del clan, lo tomaron por un club demasiado selecto. "Parec¨ªa que si no eras de Becerril no eras nadie. Era la ¨¦poca dorada para quien rodeara a Aznar, pero algunos entend¨ªamos la pol¨ªtica de otra forma", explica un miembro del partido que ha tenido cargos con Aguirre y Gallard¨®n. Los que s¨ª asist¨ªan, no ve¨ªan exclusividad por ning¨²n lado. "Hab¨ªa condiciones objetivas que nos unieron desde los or¨ªgenes: la lucha contra Felipe Gonz¨¢lez y su derrota. Pele¨¢bamos en Nuevas Generaciones cuando no se gobernaba, nos pag¨¢bamos la gasolina para recorrer Espa?a. No era cerrado, es que la relaci¨®n que ten¨ªamos era una amistad muy fuerte". Y esos, "los amigos", un grupo de unos 15, eran el verdadero n¨²cleo del clan.
En la entrada de Becerril (5.022 habitantes) est¨¢ Las Gacelas, un hotel de tres estrellas reformado hace 10 a?os con estilo monta?¨¦s; 39 habitaciones y 4 suites. Piscina, front¨®n y larga lista de actividades. A finales de los 90, recibi¨® tres visitas consecutivas de la familia popular, el ahora llamado clan de Becerril. La directora saca una foto de Aznar de un caj¨®n: "Ahora somos apol¨ªticos".
Agag se convirti¨® en maestro de ceremonias de unos encuentros a los que no fallaban la actual consejera de Educaci¨®n, Luc¨ªa Figar; el diputado Jos¨¦ Ignacio Ech¨¢niz, el ex concejal de Vivienda Sigfrido Herr¨¢ez, el hoy jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas; el concejal Enrique N¨²?ez o Adolfo Su¨¢rez Illana. "La caracter¨ªstica com¨²n era que todos ¨¦ramos menores de 35 a?os, militantes del PP y admiradores de Aznar. Tambi¨¦n hab¨ªa empresarios, abogados y ciertas ¨¦lites de la Administraci¨®n", explica un fundador de La Polvera.
Un escenario perfecto para todos: para los que quer¨ªan mandar, y para los que, como Agag, prefer¨ªan influir. Para arreglar el mundo, pero tambi¨¦n para "hablar del Real Madrid", unos, y de negocios, otros. Seg¨²n varios asistentes, Francisco Correa, presunto cabecilla de la trama de corrupci¨®n investigada por el juez Garz¨®n y testigo de boda de Agag, se encarg¨® de organizar, al menos, una de las reuniones. En el hotel no lo recuerdan. "Agag era el que ten¨ªa relaci¨®n con Correa. Y luego ¨¦l la mantuvo como pudo con el partido. Pero no ten¨ªa amistad con mucha gente de Becerril. Llegaba el domingo y se pon¨ªa a hablar con alguien que conociese", explica un cargo del PP.
Tambi¨¦n se vio por ah¨ª alguna vez a ?lvaro P¨¦rez, conocido como El Bigotes, y organizador de la boda de los Agag. "Ni ¨¦l ni Correa ten¨ªan nivel pol¨ªtico. Su empresa organiz¨® alguno de aquellos encuentros. A Correa le recuerdo m¨¢s. Pero no ten¨ªan mucho que ver con aquello, que b¨¢sicamente eran unas jornadas pol¨ªticas", cuenta un diputado que, como todos los consultados, guarda el anonimato.
Unas jornadas que comenzaban el viernes por la tarde y conclu¨ªan con una comida dominical con el gran l¨ªder, que llegaba para el ¨¢gape. El servicio del hotel le miraba de reojo. "Se montaba un gran revuelo. Una vez me dijo que no hac¨ªa falta que aguantara las bandejas, que pesaban mucho. Cuando comenzaba a comer, se quitaba la alianza y la dejaba al lado de la copa de vino", recuerda una empleada de esa ¨¦poca en Las Gacelas.
"Ten¨ªamos una agenda muy apretada. Ven¨ªan empresarios y charl¨¢bamos de cosas como de si Espa?a deb¨ªa entrar en el G-7", explica un asistente que recuerda haber visto en alguna ocasi¨®n a Jacobo Gordon, amigo ¨ªntimo y compa?ero de pupitre de Agag y ahora imputado por su vinculaci¨®n empresarial con Correa. "Jacobo es una excelente persona. Quiz¨¢ tuvo la mala suerte de que le ofrecieran un negocio, como hace mucha gente para sacar unas perrillas, sin saber que eran unos piratas", explica un amigo. En fin, reuniones con mucha agenda y poco tiempo para el cachondeo que se esperar¨ªa de un grupo de j¨®venes, "amigos de toda la vida", de fin de semana en la sierra. "Hombre, es que Becerril no es la capital de la fiesta". Cierto.
Otro de los que desfil¨® por el clan fue Alberto L¨®pez Viejo, ex consejero de Deportes y reci¨¦n dimisionario de su cargo por sus presuntas vinculaciones con la concesi¨®n de contratos p¨²blicos a las empresas de Correa. Pero ¨¦l, dicen algunos de sus compa?eros de militancia, era m¨¢s del clan Gabana. Una versi¨®n nocturna y discotequera de Becerril. Recib¨ªa el nombre de la sala de baile de la capital, propiedad del empresario vinculado al PP Tito Pajares, donde se celebraban los encuentros. Dicen tambi¨¦n que L¨®pez Viejo, entonces concejal de Limpieza con Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, mand¨® cortar la calle de ese local el d¨ªa de la despedida de soltero de Agag. El cartel que se coloc¨® fue el de "cortado por acto oficial". Precisamente, el due?o de esa discoteca tambi¨¦n apareci¨® alguna vez en Becerril. "Llegaba con su Mercedes ¨²ltimo modelo", recuerda un asistente. "Cog¨ªa mejor sitio en los desayunos y actos del PP que muchos cargos. Y eso era extra?o", critica una diputada.
Las reuniones se fueron apagando y Becerril se consumi¨® paralelamente al inter¨¦s de Agag por la pol¨ªtica y a su creciente ambici¨®n por los negocios. "?l era el alma. El final de aquello coincidi¨® con su boda (2002) y su marcha fuera de Espa?a. Adem¨¢s, en algunos sectores del partido no se ve¨ªa bien", explica un diputado. Muchos de sus miembros ocupan hoy cargos importantes en el PP. Otros, nunca destacaron. "Nos han dado demasiadas hostias por aquello. No era m¨¢s que una reuni¨®n pol¨ªtica a la que iba Aznar. ?Qu¨¦ hay de malo?", relata un diputado nacional asiduo al encuentro.
La ¨²ltima reuni¨®n de los becerriles, seg¨²n uno de los asistentes, se celebr¨® en el palacio de la Moncloa. Esta vez, con las maletas hechas, Aznar fue el anfitri¨®n y no el invitado de honor.
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